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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La mala sombra de Iglesias

Iglesias: La exhumación de Franco repara una "vergüenza" de la democracia

Javier Arteta

Pablo Iglesias ha dado en el clavo, al aclarar por qué fracasó el acuerdo entre PSOE y Podemos y hay, por tanto, que repetir las elecciones. El problema ha estado, según Iglesias, en las dificultades de Sánchez para entender que “alguien le pueda hacer sombra en el Consejo de ministros”. Y tiene toda la razón. Ningún presidente de Gobierno puede permitir que un miembro de su Gabinete trate de hacer sombra a quien tiene la facultad de nombrarlo, permitiéndole actuar como un Salvini bis. Hizo bien, por tanto, el presidente en funciones, al negar la entrada al máximo dirigente de Podemos en un futuro Ejecutivo, evitando el peligro de mantener dos Gobiernos en uno, expuesto a la crisis, la inestabilidad y la ineficacia permanentes.

E hizo bien, igualmente, al no renovar en septiembre la oferta socialista de Gobierno de coalición de julio, que, inexplicablemente, Podemos rechazó. La cuarta fuerza política del país negaba la vicepresidencia y tres ministerios que le ofrecía la primera, porque la tropa negociadora de Echenique se lo tomó casi como una ofensa. Y luego, a las pocas horas, vino la guinda en sede parlamentaria (debate de investidura), con un Pablo Iglesias reconvertido en tratante de ganado, aceptando la oferta, que era una mierda, pero que sería menos mierda, si a ella se le añadían las Políticas Activas de Empleo (competencia, por cierto, transferida a las Comunidades Autónomas).

¿Alguien mínimamente sensato puede creerse que era posible un Gobierno de coalición serio con semejantes mimbres? Tal engendro, de perpetrarse, podría haberse convertido en una historia para no dormir. Y la verdad es que, diga lo que diga el tertulianismo andante, gracias a la firmeza de Pedro Sánchez el país puede hoy descansar bastante mejor; aunque sólo sea porque ya nos hemos librado de varias potenciales crisis de Gobierno: la que podría haberse derivado de la peripecia del “Open Arms”; o la que apuntaría en el horizonte próximo, con la inminente sentencia judicial a los implicados en el “Procés” catalán.

Pero parece que los “creadores de opinión” que padecemos no se lo van a reconocer. Para la inmensa mayoría de ellos, y ellas, la responsabilidad que ha conducido a la nueva convocatoria electoral alcanza por igual a todos los actores políticos: a quienes obran pensando en los intereses generales y a quienes sólo piensan en qué hay de lo suyo; a quienes han propuesto alternativas diversas para formar Gobierno y a quienes se han encasquillado en su única opción; a quienes llegaron al límite aceptando una fórmula de coalición muy estimable y a quienes la rechazaron; a quienes trabajaron por alcanzar un Ejecutivo cohesionado, sobre la base de acuerdos programáticos, y a quienes lo hicieron imposible, alineándose en la práctica con las derechas empeñadas en bloquear la investidura de un presidente socialista.

Lo más curioso es que, en este reparto general de culpabilidades políticas, no faltaban estrellas mediáticas que llegaban a admitir simultáneamente la dificultad de establecer qué era peor para el futuro de España: si tener un Gobierno de coalición en permanente precariedad o no tenerlo; pese a lo cual, lo mismo criticaban a Iglesias por proponer lo imposible y nocivo para el país, que a Sánchez por impedirlo. O en el mismo paquete, se ha mezclado también la censura a las derechas por su bloqueo puro y duro a la investidura del actual presidente en funciones, y la dirigida a éste último, por sus llamamientos razonables al cese del bloqueo, a la vista de que no podían presentar una alternativa creíble.

Se ve que el tertulianismo andante no presta demasiada atención a ese principio elemental de la lógica, que, dicho en términos populares, deja sentado que “lo que no puede ser no puede ser, y, además, es imposible”. En tal contexto, no deja de ser también llamativo que el debate postelectoral en los medios haya estado prácticamente monopolizado por las pretensiones gubernamentales de la cuarta fuerza política de España y se halla ninguneado, en cambio, la vía portuguesa o danesa, patrocinada por quienes ganaron las elecciones.

La que funcionó a pleno rendimiento en los diez meses de Gobierno socialista que surgió tras la moción de censura. El Gobierno que restableció la Sanidad universal, y consiguió aprobar, por amplio consenso, más de veinte decretos-leyes que recuperaron derechos sociales; el que elevó el Salario Mínimo Interprofesional; el que elaboró, de acuerdo con Podemos, un proyecto de Presupuestos Generales que marcaba el fin de las políticas de austeridad (aunque arrumbado finalmente por las derechas e independentistas catalanes).

El Gobierno, en fin, que abría espacios inéditos de diálogo y posibilidades de entendimiento que son difíciles de aceptar en los ámbitos mediáticos, incapaces de reconocer que no todo ha sido bloqueo político en los últimos cuatro años, sino que ha habido, y sigue habiendo, posibilidades reales de irlo superando. Las activadas por una experiencia de éxito, bien entendida, y premiada electoralmente, por la sociedad española; y que, lógicamente, el PSOE se empeña en prolongar, pese a que Unidas Podemos quiera darla por fracasada. Las derechas, también, teniendo en cuenta que los de la Unidad (Inmobiliaria) de España huyen como de la peste de Gobiernos que puedan reeditar cosas tan populistas como los viernes sociales.

* Javier Arteta ha sido asesor del grupo PSE-EE en el Parlamento vasco

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