Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
¿Qué se merece mi jefe?
Tras varios meses denunciando las irregularidades en las OPE de las especialidades médicas de Osakidetza, recientemente hemos conocido la noticia del cese-dimisión de su cargo de Jon Darpón. Siendo algo imprescindible desde la mera higiene institucional, lamentamos que responda más a las necesidades de imagen del partido que a una asunción real de responsabilidades políticas, vistas las alabanzas recibidas por el señor Darpón y la ausencia de una autocrítica sincera.
¿Por qué continúa el Gobierno vasco en esta actitud negacionista? La respuesta es clara: un cuestionamiento sincero del modelo fraudulento de las OPE sólo puede venir acompañado del cuestionamiento del modelo organizativo que lo generó y que lo ha mantenido durante años: las jefaturas de servicio, “cargos de confianza” y con un poder desmedido, dos ingredientes perfectos para que una organización degenere en coto privado.
En un servicio de salud enfocado al paciente éste debería ser la prioridad de las jefaturas de servicio, que deberían ser ocupadas por profesionales de la especialidad elegidos por su servicio y para un período de tiempo determinado. Para poder estar enfocados al paciente, deberían descargarse de labores gestoras superiores y, en el difícil equilibrio entre la gestión “empresarial” y la asistencial, las jefaturas de servicio deberían representar y defender el servicio frente a derivas productivistas de gestores alejados del mismo que acaban poniendo los números y las estadísticas por encima de la salud de los pacientes. Las jefaturas de servicio deberían ser elegidas por el servicio porque, sobre todo y ante todo, deberían ser líderes en situaciones de crisis asistencial y moderadores de equipo en la organización, las sesiones clínicas y tomas de decisiones derivadas, siendo su voto de calidad una herramienta tan necesaria como excepcional que debería usarse con prudencia y moderación sin ser, como ocurre actualmente, la norma diaria.
Deberían estar limitadas en el tiempo para evitar la pérdida de experiencia y la “oxidación” que sufren muchos jefes de servicio, el desgaste personal que el cargo en sí ocasiona y la generación de vicios que suele conllevar una capacidad de decisión unipersonal desmedida. Por ejemplo, la imposición de criterios sin contrastar con los equipos, acompañadas de amenazas de no renovación de la contratación a los que no acatan el “ordeno y mando” sin razonar o la colocación de los “díscolos” en los puestos menos deseados.
Deberían defender al equipo frente a desmanes gerenciales como los que estamos viviendo ahora mismo en el Hospital de Arrasate. Respecto al nuevo nombramiento, Nekane Murga, creemos que tiene mucho que demostrar en lo que a transparencia y equidad se refiere, teniendo en cuenta sus orígenes laborales (jefa de servicio de Cardiología del Hospital de Basurto y sustituta en un tribunal en la OPE de 2011).
No nos cansaremos de repetirlo: esto lleva ocurriendo muchos años en prácticamente todas las especialidades médicas, tanto que es algo naturalizado. Parece que Atención Primaria es una excepción donde, casualmente, no existen jefaturas de servicio como tales. En algún momento nos tendremos que preguntar también qué ocurre con el Sindicato Médico de Euskadi y cuál ha sido su papel histórico en el mantenimiento de este fraude. Pero eso es otro capítulo.
El incansable trabajo de ESK y de la parlamentaria de podemos Cristina Makazaga, además del apoyo de LAB y EH Bildu, ha permitido que mis dos compañeros y yo podamos seguir adelante contra Goliat. Pero más allá de las dimisiones mediáticas, deseamos que todo esto sea un punto de inflexión para que nadie acepte procedimientos que, además de violar la debida transparencia y equidad públicas, generan un hábitat donde florecen prácticas y valores que nada tienen que ver con un Servicio de Salud saludable.
Si tiramos la equidad y transparencia por el sumidero de las justificaciones individualistas, los derechos laborales y el servicio van por detrás a la misma cloaca. Devolver el lustre a Osakidetza no pasa por campañas de marketing para seguir ocultando la constatada indignidad a la que han obligado a cientos de trabajadores en su legítima aspiración a obtener una plaza. Osakidetza volverá a ser algo de lo que estar orgullosos si el conjunto de sus trabajadores y sus usuarios nos levantemos y mantenemos firmes por una Osakidetza que de un buen servicio público, con derechos laborales con transparencia y equidad y que resista los ataques privatizadores donde, casualmente, se repiten los mismos nombres de la red que ha sostenido el fraude. ¡A por todas!
*Marta Macho es anestesista de Osakidetza y denunciante de la OPE
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