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“Todos los países pueden transitar hacia una economía baja en carbono”

Ibon Galarraga en una conferencia organizada por Eurobask.

Eduardo Azumendi

“Estamos ante una ocasión única porque se agotan las opciones y no hay plan B”. Ibon Galarraga, investigador del Basque Centre for Climate Change, se refiere así a la cumbre del clima que se celebra en París estos días y donde los expertos aseguran que la Tierra se juega buena parte de su futuro. Galarraga tomará parte en algunos actos de la cumbre, a la que acude con esperanzas de que se aten los suficientes cabos para evitar el desastre que sería salir sin acuerdos. “El tiempo se agota. Cambiar el modelo económico puede parecer difícil, pero todos los países y las economías del mundo están en condiciones de transitar hacia una economía baja en carbono”.

¿La cumbre del clima de París es la última oportunidad de frenar el cambio climático?

Es una de las últimas oportunidades. Lo que ocurra en la cumbre tiene que ser determinante para que nos permita seguir avanzando en el modelo de lo que tenemos que hacer a partir de 2020 y que sea compatible con el escenario de los dos grados centígrados [la Tierra no puede calentarse más allá de los dos grados de media en 2100]. Soy moderadamente optimista sobre lo que pueda suceder, pero siendo realista no todo lo que ponemos sobre la mesa va a salir. No vamos a salir de París con un acuerdo vinculante en el que todo quede atado y los objetivos establecidos y compatibles con que no suba la temperatura más allá de dos grados centígrados. Lo que sí espero que pase es que se produzca un acuerdo político sobre el siguiente protocolo vinculante y que se habilite la posibilidad entre este año y el siguiente de ir atando los pequeños detalles que van a quedar pendientes. Es una última oportunidad, pero París debe habilitar que el proceso siga.

Estados Unidos [uno de los mayores contaminadores] está convencido de que hay alcanzar un acuerdo, algo que ocurrió con el anterior protocolo.

En Kioto, el planteamiento era que los países desarrollados eran los que tenían que hacer los esfuerzos y los países en vías de desarrollo no. Ahora, el planteamiento es diferente: todos los países reconocen que tienen que hacer ese esfuerzo. Cada uno en la medida de sus responsabilidades está poniendo objetivos, aunque aún no llegamos al escenario de los dos grados centígrados. Nos quedamos entre 2,7 y tres grados, pero el planteamiento ha cambiado. En ese sentido, sí existe una oportunidad única que no hemos tenido a lo largo de la historia porque China y Estados Unidos [los mayores emisores] están por la labor. No queda claro la parte vinculante porque el presidente Obama después tiene que convencer al Senado para que lo apruebe. Y los republicanos no están por la labor de aprobar nada que sea vinculante.

Las evidencias científicas han demostrado que algo extraordinario está pasando con el clima y la culpa de ello la tienen los seres humanos.

De eso no hay duda. El ser humano influye sobre el clima y hace que el componente natural cada vez tenga menos importancia y se esté disparando la velocidad e intensidad de los cambios. Por lo tanto, hay matices e incertidumbres sobre el futuro en 2100, pero no hay dudas sobre que el ser humano está influyendo en el clima y genera una concentración de gases en la atmósfera como nunca antes en la historia de la tierra.

Algunos escépticos aluden a que en otros momentos de la historia ya se producían fenómenos extremos.

Ha habido momentos en la historia en los que se han producido concentraciones de gases de efecto invernadero similares a los que hay ahora, pero el ser humano no vivía cuando eso ocurrió. Y lo que sí es cierto es que nunca se ha producido una concentración tan rápida como la que se está dando en el último siglo. Procesos que antes duraban miles de años, ahora lo hemos hecho en 150 años. Es una situación sin precedentes.

¿Esta es la generación más concienciada para abordar un cambio en la producción de bienes que dañe menos al medio ambiente?

Así es. Somos la primera generación realmente consciente del problema y la última que puedas hacer algo al respecto. Si no hacemos algo ya para que a partir de 2050 las emisiones disminuyan en un 50% no vamos a poder llegar al escenario de los dos grados centígrados en 2100.

Se habla de conciencias, pero una multinacional como Wolkswagen se dedica a trampear las emisiones de sus vehículos.

Es algo inadmisible por el cambio climático y porque ha engañado a todos los consumidores que han confiado en la marca. Hay muchas otras empresas que hacen un esfuerzo honesto por reducir las emisiones. Hay empresas que perderán en esta transición, pero hay otras que van a ganar y hay muchas oportunidades económicas. Se trata de equilibrar ese reparto entre ganadores y perdedores, en hacer una transición de la manera más sensata posible y de forma que podamos beneficiarnos el mayor número de personas posible.

¿Se trata de dar la vuelta al modelo económico como se le da la vuelta a un calcetín?

Hay que conseguir que las economías transiten hacia una economía baja en carbono. Todos los países del mundo tienen esa oportunidad para hacerlo. El resto están en dar los pasos adecuados. Las inversiones de hoy darán sus réditos en el futuro. La mayoría de medidas que se proponen son sensatas, económicamente razonables y nos van a reportar beneficios en calidad de aire.

Cada ciudadano también tiene una misión, no solo los gobiernos.

De hecho, la energía menos contaminante es la no consumida. Los consumidores tenemos una gran responsabilidad, debemos cambiar nuestros hábitos de consumo de energía, de movilidad, de generación de residuos y ahí no se puede trasladar la responsabilidad a las empresas. Es importante que asumamos nuestra responsabilidad.

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