José Antonio Santano, candidato en Irún del PSE-EE: “Ha sido muy duro ver el río Bidasoa ser en fosa para migrantes”

José Antonio Santano (Irún, 1965) es el principal alcalde socialista en Euskadi. En 1983 se estrenó como concejal en Irún durante una etapa y regresó en 1999. Sin terminar esa legislatura, en 2002, ya fue nombrado alcalde de la segunda ciudad de Gipuzkoa. Ganó las elecciones de 2003, 2007, 2011, 2015 y 2019. La entrevista se realiza horas después de que se conociera una encuesta que augura su sexta victoria y su séptima legislatura como alcalde, aunque interpreta que están cocinadas para que parezca que tiene menos ventaja con el PNV. Irún es una doble excepción política en el mapa vasco. No funciona el acuerdo global entre socialistas y nacionalistas -aunque apunta que la relación con Xabier Iridoy es “correcta” no escatima en críticas a la consejera de Salud, Gotzone Sagardui- y es el único municipio dirigido por los partidos del Gobierno de España, ya que Elkarrekin (la marca de Podemos o IU) está en su Ejecutivo. Además, ha logrado acuerdos con EH Bildu, aunque afirma que también los tiene con el PP. Aspira a la “transversalidad” como marca de la casa. El encuentro tiene lugar en Ficoba. Santano quiere reformar el recinto ferial para atraer más eventos y ferias. Ficoba está pegado a la frontera con Francia, que durante años ha sido escenario de controles policiales para expulsar en caliente a migrantes en tránsito. Ello les ha empujado a rutas alternativas y peligrosas para cruzar la muga y Santano estima en once los fallecidos. “Ha sido muy duro ver que el río Bidasoa se convertía en una fosa [...]. Espero que no vuelva a suceder, pero nadie está en condiciones de asegurarlo”, afirma entre sorbos de un café.

Irún se ha convertido en el gran feudo socialista en Euskadi. ¿Cuál es el secreto?

El secreto es que nosotros, durante estos años, hemos conectado con la mayoría social de Irún por varias razones. Primero: defendemos un modelo de ciudad abierta, inclusiva, que suma y que no excluye a nadie. Tenemos también un cierto ambiente optimista. Segundo: realmente somos un grupo político que desde hace muchos años garantiza la estabilidad y la tranquilidad. En el Ayuntamiento tenemos capacidad de diálogo y de acuerdo con todas las fuerzas políticas. Lo hemos demostrado durante estos años. Creo que eso transmite también la idea de transversalidad, que me parece que es muy importante en la política vasca. Y, tercero, tiene que ver con el proyecto de ciudad. Defendemos un proyecto para vivir y trabajar. No somos una ciudad que expulsa a los jóvenes, sino que les ofrecemos oportunidades de vida y de trabajo. Irún es una ciudad que está creciendo en población ocupada y tenemos una tasa de paro que no teníamos desde hace 15 años. Hay una gran cantidad de empresas y de actividad económica que quieren instalarse en la ciudad.

Si no me equivoco, son sus sextas elecciones y sería la séptima legislatura como alcalde. ¿Le queda cuerda para rato o ya es el último baile?

Tengo cuerda para rato. Siempre digo que estoy enamorado de Irún. Y es verdad. A mí me gusta esta ciudad. Nosotros somos de hacer. Y esas cosas las reconoce la gente cuando colocas un ascensor que resuelve problemas de movilidad o cuando mejoras servicios públicos o abres locales de mayores. Me gusta la política municipal porque te da un ‘feedback’, una respuesta rápida. Enseguida ves el resultado. También a veces es dura. Yo, que voy en el autobús todos los días, al final tengo que escuchar todas las opiniones. Escucharlas y respetarlas. Pero yo tengo ilusión y tengo experiencia. A mí me parece que la experiencia es un grado. Me parece que es una buena combinación. Mientras me dure la ilusión, que también es un poco una pasión, seguiré adelante, claro. ¡Y mientras quieran mis compañeros y compañeras, que eso también es fundamental!

No somos una ciudad que expulsa a los jóvenes, sino que les ofrecemos oportunidades de vida y de trabajo. Irún es una ciudad que está creciendo

Tengo una frase suya. El año pasado deseaba organizar “unas Navidades mundiales” para Irún. ¿Es el Abel Caballero vasco?

[Risas] No me gusta compararme… A Abel Caballero le tengo mucho respeto. Cada ciudad es distinta, pero yo creo que coincidimos en una cosa. Para él Vigo lo es todo y para mí Irún lo es todo también. Es decir, seguramente, si le pregunta a Abel Caballero, dirá que Vigo es “mundial” y yo le digo que Irún es “mundial”. Sí, en eso coincidimos plenamente. Abel Caballero ha conectado bien con muy bien con Vigo y yo creo que nosotros conectamos bien con Irún.

Irún es una excepción en el mapa de pactos entre el PNV y el PSE-EE. ¿Acaso no funcionan cuando son los socialistas la lista más votada entre las dos?

Yo tengo esa teoría… No quiero meterme donde no me llaman, pero no somos la única ciudad donde eso pasa si gana el PSE-EE. Lo cierto es que en el caso de Irún, por hablar de lo que conozco, el PNV no quiso entrar a gobernar con nosotros hace cuatro años. Nosotros, históricamente, siempre hemos hecho algo que volveremos a hacer después de estas elecciones: poner encima de la mesa un programa de Gobierno. ¿Qué queremos hacer en Irún durante los próximos cuatro años y con qué estilo? ¿De qué manera? Nosotros no excluimos a nadie. Yo hablo con el PP, hablo con [EH] Bildu, hablo con [Elkarrekin] Podemos, hablo con el PNV y llegamos a acuerdos con cualquiera de ellos. O con todos. Ése es el estilo que vamos a poner encima de la mesa después del día 28. Tenemos una forma abierta y transversal de hacer política para que la ciudad avance.

¿Cuál es su relación actual con Xabier Iridoy, el líder del PNV, tras la ruptura de la coalición en 2018?

Correcta. Tenemos una relación correcta. Cuando hemos nos hemos encontrado, hemos llegado a acuerdos. Desde mi posición, al menos, no hay ningún problema. Eso aquí está olvidado y forma parte del pasado, por lo menos para mí.

Irún también es una excepción porque gobiernan con Podemos y con apoyos externos de EH Bildu en algunos momentos, cosa que no ha ocurrido en otros municipios de Euskadi. ¿Ve exportable este modelo a otros lugares?

Yo tengo que hablar de Irún. Desconozco si eso es exportable o no. Sé que en Irún hemos conseguido incorporar otras adhesiones sobre la base de un programa de Gobierno que compartimos efectivamente con Podemos. Ha mencionado a [EH] Bildu, pero podríamos mencionar al PP también. Porque el PP se ha sumado en muchas otras ocasiones a acuerdos en el pleno o en otros ámbitos. Tenemos un pacto sobre convivencia y seguridad en Irún firmado por todos los grupos políticos. Por todos. Hemos compartido una serie de medidas que estamos poniendo en marcha porque creemos todos que es bueno transmitir esa idea de tranquilidad y de seguridad. El acuerdo que tenemos con Podemos lo hemos ido ensanchando y, según en qué materias, a veces hemos tenido unanimidad, a veces hemos conseguido acuerdos con [EH] Bildu y con el PP, a veces con [EH] Bildu y el PNV, a veces con [EH] Bildu solo y a veces con PNV solo. Es verdad que fue muy sonado el primer acuerdo con [EH] Bildu, pero después han venido muchos otros acuerdos que en el día a día permiten que la ciudad avance. Y se hacen con todas las formaciones políticas.

Entonces, ¿en Irún el PP y EH Bildu pactan con normalidad?

Entre ellos no. Pero coinciden. Si creen que alguna propuesta que hacemos nosotros desde el Gobierno es la adecuada… Me remito a los hechos. He hablado del pacto de seguridad y convivencia, pero hemos tenido votaciones en presupuestos en las que han coincidido. El PP también coincide en algunos casos en Madrid con [EH] Bildu votando en contra de algunas cosas, ¿no? Eso no significa que haya acuerdos entre el PP y [EH] Bildu. Esto hay que verlo con mucha más naturalidad y yo, desde luego, defiendo que para construir ciudades se necesita a todas las personas y a todas las opciones políticas.

Irún ha sido noticia estos años por devoluciones en caliente y controles de la Policía francesa. ¿Cómo está la situación en este momento?

Mucho más tranquila. Realmente, si ahora se acercara ahí, al puente de Santiago, vería que no hay control. No hay control policial visible desde las Navidades. Han desaparecido los controles. Eso sí, tenemos todavía cerrado físicamente el puente de Avenida, que es el puente histórico de Irún que nos une con Hendaya. Nadie entiende muy bien por qué está cerrado. Es una cosa realmente llamativa y sorprendente. Pero la situación ha cambiado mucho. No hay controles y la afluencia de migrantes en tránsito ha disminuido de una manera drástica. Estamos ya en primavera, cerca del verano, que es cuando en los últimos años hubo mayor movimiento. Te puedo decir que realmente la situación no tiene nada que ver con lo que hemos visto el año pasado o el anterior.

Estos controles han hecho que incluso haya habido fallecidos por haber intentado cruzar a nado el río Bidasoa. ¿Esto es ya pasado, entonces?

Ojalá. Ojalá. No me atrevo a decir eso porque ha sido muy duro. Han sido once las personas que han fallecido. Otras fallecieron en las vías del tren un poco más adelante. Una sola hubiera sido ya mucho. Ha sido muy duro ver que el río Bidasoa se convertía en una fosa, sobre todo por lo que significa para nosotros ese río. El Bidasoa aquí es Santiagotarrak, pasear al borde del río, los pescadores, … Y, de repente, verlo convertido en la fosa de mucha gente que queriendo buscar una vida mejor se queda ahí ha sido bastante duro. Espero que no vuelva a suceder, pero nadie está en condiciones de asegurarlo.

También han tenido personas durmiendo en la calle porque era imposible cruzar. ¿Está también superada esta situación?

Sí, porque se articuló un plan de equipamientos con la colaboración de Cruz Roja. Desde los primeros momentos hizo que prácticamente en la calle no se quedara casi nadie. Incluso habilitamos un segundo albergue durante la pandemia. Eso ha permitido que esas personas que estaban en tránsito no durmieran en la calle en su mayoría. Puede haber alguno que sí lo haya hecho, pero en este momento Hilanderas, que es el recurso que gestiona la Cruz Roja, tendrá muchísimas plazas libres porque se ha notado una disminución drástica del tránsito.

¿Sigue existiendo ese fenómeno de franceses que vienen a Irún a repostar o a comprar alcohol o tabaco?

Es el flujo de toda la vida. Hay un público francés que se acerca a Irún al comercio. Pero no sólo a comprar tabaco y alcohol, aunque eso también pasa. También vienen a comer o a tomar un pintxo. Hay una tendencia natural del público francés a acercarse a Irún a hacer algunas actividades de ocio. Sí, eso sigue existiendo. Y claro que el tabaco y el alcohol, sobre todo en los pasos fronterizos en Santiago y de Behobia, tiene un movimiento que es importante, pero también quiero destacar que no es sólo eso.

Es llamativo pasear por esas zonas fronterizas y ver flamencas, decoración taurina o paellas. Es algo que no encaja mucho en este lugar.

Bueno, quizás es que nosotros estamos acostumbrados a ello. Esto es de toda la vida. Desde que soy niño recuerdo que las tiendas de frontera tienen estas cosas. Y eso no ha cambiado. Hay que pensar que el público que se acerca no es sólo de aquí cerca. Recuerdo que teníamos un autobús que venía todas las semanas de Pau con gente que venía a comprar al mercado. Y Pau está a 200 kilómetros de aquí. Piensa que en momentos puntuales del verano, por ejemplo, el público que se acerca vive en París o en otras grandes ciudades francesas de muy lejos de aquí. Cuando hablamos del público francés no sólo estamos hablando del más próximo que pasa más o menos a diario a Irún, sino que en vacaciones o en fines de semana tienen el hábito de venir a Irún desde más lejos. Supongo que eso es lo que explica ese tipo de productos que decía, ¿no? Están ahí desde que yo tengo recuerdo y no es una novedad.

Ha mencionado antes el puente Avenida. Han pedido que sea declarado como lugar de memoria democrática como Gernika. ¿Por qué?

Cuando vino el secretario de Estado a unas jornadas de memoria democrática, estuvimos viendo también todo aquello de lo que he sido testigo ese puente. Dése cuenta de que se construye en el año 1914, en la Primera Guerra Mundial. Luego ha visto la Guerra Civil. Le hablo de imágenes de personas cruzando el puente con colchones viendo un Irún en llamas. Después de la guerra, con el franquismo y la Segunda Guerra Mundial, tiene un flujo en el otro sentido, es decir, de personas que el nazismo le entrega a Franco. Lluís Companys, el que fue presidente de la Generalitat, fue entregado aquí. Por ahí han ido a campos de concentración personas con nombres y apellidos. Hay muy pocos espacios europeos que en estos cien años han visto tantas cosas. Ha visto sufrimiento, dos guerras mundiales y una guerra civil. Ha visto cuarenta años de convivencia entre la Europa democrática y una España en dictadura. Para la gente de Irún cruzar ese puente, ir al otro lado, era como tomar una bocanada de aire fresco. En todo caso, lo tiene que resolver el Gobierno. Pero es la historia del siglo XX traída aquí, a la orilla del Bidasoa.

Hay asociaciones memorialistas que precisamente están criticando el no preservar un edificio del campo de concentración de Irún.

Con ese asunto, les hemos transmitido con mucha claridad una idea: que lo importante no es el ladrillo o cada uno de los ladrillos que puedan componer un edificio. Efectivamente, era un edificio por el que pasaron muchas personas que esperaban al tren y que eran conducidos a un destino trágico y terrible. Eso ha pasado en muchas otras ciudades también. Eso no lo discutimos. Lo que queremos decirles es que consideramos que el espacio de memoria ha de ser el entorno, no necesariamente un edificio que no es compatible con la nueva estación ni con las conexiones peatonales de la ciudad con la nueva estación. Lo que les hemos propuesto -y creo que vamos a llegar a un acuerdo con ellos- es que hay opciones porque hay otro edificio que está contiguo que podría albergar elementos de memoria. No estamos negando el carácter histórico de ese entorno, lo que lo que hacemos es buscar una perspectiva más general y decir que trabajemos para que en ese entorno podamos reflejar memoria democrática. Claro que sí.

¿Monarquía o república?

Vamos a ver, yo es que soy muy pragmático… Soy muy pragmático. Creo que las formas de Estado lo que necesita son grandes consensos. República o monarquía… Si las dos tienen un amplio consenso, ninguna de las dos me molesta. Ninguna de las dos. Porque realmente hay repúblicas en el mundo que son lamentables y hay monarquías que representan a los países más avanzados, más democráticos y más desarrollados. Lo único que pido es que la forma de Estado tenga una base social de consenso amplio y que se trabaje por ello. Pero ni soy un republicano militante ni soy un monárquico militante. Busco una forma de convivencia que, por supuesto, sea democrática.

Ha planteado una reforma de Ficoba. ¿Es su proyecto estrella de los próximos años? ¿Necesita Irún un proyecto de esta envergadura?

Estamos planteando -y nos parece que es el momento de hacerlo- un pabellón multiusos al fondo de la parcela de aparcamiento de Ficoba que permita resolver dos problemas, uno de Irún y otro de Gipuzkoa. El CD Bidasoa, que es nuestro club de referencia, en los próximos años no podría jugar en Europa en su pabellón porque no reúne las condiciones de aforo y de modernidad. Para dar ese salto tendríamos que pasar de los 1.800 asientos que tiene ahora Artaleku a 4.000 o más. Y, por otro lado, Gipuzkoa tiene un debate abierto porque los grandes conciertos ya no vienen aquí. Los grandes espectáculos culturales pasan de largo. O van a Bilbao o van a Pamplona. Por ejemplo, el concierto de Joaquín Sabina que se va a hacer en Pamplona este año con 10.000 ó 12.000 personas no puede hacerse en Gipuzkoa. Lo que hemos planteado es un pabellón multiusos que dé respuesta al CD Bidasoa, es decir, que tenga 5.000 plazas sentadas para nuestro club de referencia histórico, pero abierto a otras modalidades deportivas y competiciones de alto nivel, y al mismo tiempo, que sea pabellón multiusos para grandes conciertos o actividades culturales de ocio, como el Circo del Sol.

Ni soy un republicano militante ni soy un monárquico militante. Busco una forma de convivencia que, por supuesto, sea democrática.

¿Y cómo se financiará?

Tenemos estudiado el proyecto. Son unos 40 millones de euros que creemos que deben ser cofinanciados por la Diputación Foral de Gipuzkoa, por el Gobierno vasco, por el Consejo Superior de Deportes y por Ayuntamiento de Irún. Y también me gustaría que entrara la iniciativa privada, la Fundación Kutxa, con la que ya me he puesto en contacto. Ésa es nuestra apuesta de gran ciudad para Irún. Creemos que con la proximidad del Topo, con la nueva estación de internacional de Renfe y con la de Hendaya, que está aquí al lado, nos convertiríamos en un referente en todo el corredor Bayona-San Sebastián, incluso Bilbao-Burdeos. Estamos en el medio de ambos corredores y ésa es la nueva estrategia de ciudad, una ciudad de eventos y de referencia deportiva.

En este sentido, ¿le preocupa que Francia no quiera conectar hasta la frontera la alta velocidad?

Éste es un asunto que yo he tratado con mis colegas de Bayona y de Burdeos. Viendo esa actitud francesa, lo que estamos planteando -y lo hemos planteado los tres alcaldes juntos- es una mejora sustancial de la línea convencional Burdeos-Irún. Ahora mismo tiene un recorrido de dos horas. Es casi lo mismo que se tarda desde Burdeos a París. Porque de Burdeos a París hay alta velocidad y hacia aquí no la hay. No nos metemos en el diseño de la alta velocidad francesa, pero lo que sí planteamos, al menos, es que si ellos deciden que eso se va a ir al 2040 y tantos, es que a corto plazo tomen medidas de mejora de esa infraestructura existente. Son muy importantes en el día a día, porque una conexión con Bayona rápida de 20 ó 25 minutos y una conexión con Burdeos que redujera los tiempos a una hora y 20 nos darían ya oportunidades para conectar con todo ese millón de personas que viven en Burdeos, que podrían venir a grandes espectáculos aquí o al propio recinto ferial, que está haciendo una oferta muy potente y que atrae también mucho público francés.

Bueno, Irún fue una de las primeras ciudades en aplicar la limitación de velocidad a 30 kilómetros por hora. ¿Tienen un balance de esa medida?

Estamos hablando del año 2011. La pusimos en marcha y, como no existía la Ley contra el Cambio Climático, acudimos a un argumento que era más sencillo, el de la seguridad y el ruido. Decíamos que, si uno circula 50, los accidentes son mucho más graves y el número de muertos es mayor. Si bajas la velocidad a 30, se reducen el número de accidentes y el número de accidentes graves. Y, efectivamente, los datos que tenemos muestran que la reducción que hemos tenido número de accidentes es del 45%. Es espectacular. También se ha reducido la gravedad de los accidentes.

Sin embargo, como municipio de más de 50.000 habitantes, tienen la obligación de tener la zona de bajas emisiones y no está en marcha. ¿Cómo está ese proceso?

Efectivamente, no está en marcha. Eso es lo que está pasando en la mayoría de las ciudades. Muy pocas lo han puesto en marcha. Necesitábamos que el Gobierno aprobara el decreto de regulación de la Ley de contra el Cambio Climático de este asunto. Yo he estado de presidente de la comisión de Movilidad de la FEMP [Federación Española de Municipios y Provincias] durante este último año y medio. He visto que hay una dificultad grande y, de hecho, ha habido recursos en muchas ciudades. Barcelona es una de ellas. El Gobierno lo aprobó a finales de año, en el mes de diciembre. Con ese decreto en marcha, nosotros hemos elaborado desde la FEMP una ordenanza tipo y sobre esa base estamos trabajando. Cuando esté la nueva corporación, lo vamos a llevar a pleno. Tiene un proceso de aprobación con un periodo de alegaciones, se aprueba inicialmente y luego definitivamente. Confío en que a final de año o a principios del año que viene esté en marcha.

Tienen un frente abierto con Osakidetza, principalmente por la necesidad de un nuevo centro de salud en Irún. Pero también ha habido polémica con el hospital comarcal del Bidasoa.

Estamos viendo que Osakidetza se ha devaluado en estos años después de la pandemia. Esa joya de la corona que era Osakidetza ha dejado de serlo. Está pasando en todas partes. Escucho los problemas de aquí y de allá y en todas partes tenemos un problema falta de profesionales, de déficit de atención, de citas o de listas de espera. Pero en Irún se suma un añadido. Y es que somos una ciudad de 64.000 habitantes que, además, atiende al público navarro y del otro lado [de la frontera]. Tenemos dos ambulatorios. Uno de los dos es el que más gente atiende en toda Euskadi, 38.000 personas dependen de Irún Centro. Osakidetza hace ya muchos años que nos solicitó una nueva parcela para construir el tercer ambulatorio y nosotros la aprobamos en el plan general del 2015. Hasta hace un año, Osakidetza había llegado ya a definir las necesidades de ese nuevo ambulatorio y había decidido encargar el proyecto de construcción. Habían metido una partida presupuestaria de 500.000 euros para encargarlo. Pero, de repente, esta consejera [Gotzone Sagardui] ha cambiado de opinión. Y no sabemos muy bien por qué. Toda esa planificación de los últimos ocho o nueve años se tira por la borda y la consejera viene un día y nos dice que necesita ahora un ambulatorio en el centro, que quiere una parcela en el centro. Lo que nos tememos es que sea la excusa perfecta para no acabar haciendo nada. Se ha producido una movilización de los profesionales, de una plataforma y de la ciudadanía en general. Y de todos los grupos políticos con la excepción del PNV. Coincidimos en que se necesita ese tercer ambulatorio, porque la atención primaria está basada en acercar los servicios al ciudadano. Uno está en el lado Este de la ciudad, otro en el Centro y, para el tercero, nos habían pedido ellos que fuera en el Oeste. La verdad es que Sagardui no establece canales de comunicación con nadie, ni con los profesionales ni con el Ayuntamiento. No sé cómo calificar la actitud de la consejera. Lo más suave es hablar de improvisación.

¿Por qué?

Lo que no esperábamos es que, de repente, la consejera se desdijera de todo lo que veníamos hablando. Esto ha levantado muchas suspicacias porque la gente piensa que si no han sido capaces de hacer de un tercer ambulatorio en un suelo que ya tienen ahora nos vienen con el cuento de la lechera.

La verdad es que Sagardui no establece canales de comunicación con nadie, ni con los profesionales ni con el Ayuntamiento. No sé cómo calificar la actitud de la consejera. Lo más suave es hablar de improvisación

El PSE-EE gobierna con el PNV en el Gobierno vasco. ¿Tienen el respaldo de los consejeros socialistas en esta batalla?

Sí, sin ninguna fisura. De hecho, ha habido una intervención en el Parlamento de nuestro portavoz, Ekain Rico. Dijo muy claramente que nosotros estábamos apostando por ese tercer ambulatorio en Oñaurre y que la idea es que se construyera cuanto antes. Otra cosa es que la competencia -es verdad- es de la consejera. Creo que esto ha sido una distracción electoral, aunque no sé muy bien tampoco para qué.

¿Veremos en los próximos años un alarde conjunto en Irún?

Tenemos aquí una posición muy clara. La ciudad ha llegado a un punto de convivencia en este momento que es bueno. Hay dos alardes, es verdad, pero creemos que los dos tienen el derecho y la libertad de realizarlos. La convivencia es casi total. Casi total. Hemos evolucionado y mejorado mucho en estos años. Mi objetivo como alcalde es que esa convivencia sea perfecta y, a partir de ahí, el tiempo y la ciudadanía dirán si efectivamente se evoluciona en una dirección o en otra. Viviendo lo que hemos vivido, viniendo de situaciones bastante duras, de verdad que es un avance muy importante que haya convivencia plena y respeto e incluso hayan vuelto las cenas y las comidas de familia a pesar de que cada uno pueda estar en un alarde diferente. Eso es lo que se había truncado durante muchos años. Estamos fortaleciendo la convivencia. Lo otro… pues no es tanto una decisión del Ayuntamiento como de la propia ciudadanía.