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ENTREVISTA Piragüista

Maialen Chourraut y los peajes emocionales del éxito: “Tras ganar el oro en Río 2016 me derrumbé”

Maialen Chourraut durante los Juegos Olímpicos de Río en 2016

Maialen Ferreira

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La primera vez que Maialen Chourraut (Lasarte-Oria, 1983) se subió a una piragua tenía tan solo 12 años. Han pasado más de 25 años desde entonces y, en estos últimos ocho, se ha hecho con tres medallas olímpicas de piragüismo: la de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, la de oro en Río 2016 y la de plata en Tokio 2020. Las dos últimas, además, las ha ganado tras haber sido madre. “Estuve remando hasta dos días antes de tener a mi hija. Nació por cesárea y a las tres semanas retomé los entrenamientos”, confiesa a este diario la campeona olímpica.

Fue al llegar a lo más alto, tras ganar el oro olímpico tres años después de ser madre, cuando la piragüista, sin esperarlo, terminó cayendo en picado. “Tras ganar el oro me derrumbé. Yo lo que necesitaba era tranquilidad, tenía muchas ganas de seguir entrenando y mejorando, pero todo chocó. Mi cuerpo llevaba un desgaste serio después del ciclo olímpico, les exigí muchísimo tanto al cuerpo como a la mente. Al mismo tiempo debía responder al resultado de esa medalla de oro y tenía que moverme mucho, cuando lo que yo buscaba era tener una situación estable porque quería que mi hija estuviera tranquila. No fue sencillo, pasé un año con vértigos y al año siguiente tuve varias lesiones”, lamenta.

Chourraut, quien ya tiene la mirada puesta en los Juegos Olímpicos de París 2024, es consciente de que debe entrenar con “tranquilidad y calma” para dar el máximo de sí misma. “Estoy aprendiendo mucho a ser más consciente de mis acciones, a liberar la tensión y a controlar los pensamientos negativos que vienen a mi mente a la hora de competir”, asegura la deportista, que no ve la edad como una barrera y luchará por seguir haciendo historia en el deporte.

¿Cómo fueron sus inicios en el piragüismo?

Empecé a los 12 años en el Club Atlético San Sebastián después de hacer dos cursillos de verano en la playa. El club está situado en la playa de La Concha y cuenta con una sección de piragüismo de eslalon. Allí empecé con un grupo muy bonito, buen ambiente y con entrenadores muy implicados en nuestro desarrollo personal y deportivo. Así, poco a poco, me fui enganchando cada vez más a este deporte.

¿Cómo es su día a día como deportista? ¿Hay instalaciones específicas en Euskadi para que pueda entrenar piragüismo?

Todavía no tenemos las instalaciones adecuadas. En estos momentos está en marcha un proyecto para hacer un canal en Usurbil. El proyecto va muy adelantado y espero que podamos preparar los Juegos Olímpicos de París 2024 en ese canal de Usurbil. Hasta los 23 años estuve entrenando en Euskadi en el río Bidasoa y todavía seguimos entrenando allí. En 2009 crearon un canal en Pau, Francia, y en estos momentos, suelo entrenar en el río Bidasoa, en Pau y en el mar, por supuesto.

La ansiedad y la tensión a la hora de competir a veces me sobrepasan. Al principio me costaba mucho afrontar la competición y dar lo mejor de mí en el momento en el que más tenía que hacerlo

¿En qué se basa su preparación para alcanzar sus marcas?

Mi preparación se basa en el trabajo, la perseverancia y la pasión por el piragüismo. Trato de disfrutar con lo que hago, tanto en los entrenamientos, como llevando este tipo de vida.

Su carrera está plagada de récords, entre ellos el primer oro olímpico para el piragüismo en la modalidad de eslalon en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. Aquella también fue la primera vez que lo conseguía una española tras ser madre. ¿Qué supuso para usted?

Para mí significó mucho el camino a ese oro. En los Juegos Olímpicos de Londres, en 2012, quedé tercera y fue un resultado que estuvo bien, pero al mismo tiempo a mí no me llenó. No llenó todas las necesidades que sentía porque era la primera vez que realmente pude haber conseguido una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos. Al mismo tiempo, tenía ya 29 años y quería ser madre. Quería las dos cosas, seguir desarrollándome como piragüista porque estaba segura de que aún podía mejorar mucho más en el agua y, al mismo tiempo, también quería ser madre.

El camino fue apasionante porque uno de mis sueños, que era ser madre, ya se cumplía y tenía la ilusión de intentar conseguir mi otro sueño, que era ser campeona olímpica en Río 2016. Lo viví con mucha exigencia, pero con la crianza de mi hija muy de cerca, porque tenía claro que no quería dejar una cosa por la otra. Mientras lo estás viviendo no eres del todo consciente, pero mirándolo desde la distancia me doy cuenta de que tuve mucho valor, voluntad y fuerza interior.

¿Cómo recuerda aquellos primeros entrenamientos tras haber sido madre? ¿Le costó volver a su forma física de antes?

Tardé tres años en recuperar del todo mi forma física tras ser madre. Todo lo planificamos para estar bien en los Juegos Olímpicos de Río y fue ese año, en 2016, cuando realmente me sentí fuerte. Estuve remando hasta dos días antes de tener a mi hija. Nació por cesárea y, a las tres semanas, retomé los entrenamientos. Empecé poco a poco, escuchando a mi cuerpo y viendo qué podía exigirle y cuándo debía parar. El ciclo olímpico lo llevé muy bien, pero después de los Juegos Olímpicos de Río, al bajar la tensión, pagué todo lo que le exigí al cuerpo.

¿Es difícil compaginar la maternidad con ser una deportista profesional?

Yo me siento una afortunada porque he tenido la libertad de planificar las cosas como yo quería. Es difícil, pero al mismo tiempo me ha permitido estar cerca de mi hija durante estos ocho años que han pasado desde que nació. Cuando mi hija tenía cuatro meses y veía que muchas madres con niñas de la misma edad tenían que volver al trabajo me sorprendía porque todavía eran bebés que dependían de ellas. Era entonces cuando pensaba en la suerte que tenía yo de poder tenerla a mi lado todo el rato. Mi marido es mi entrenador, prácticamente tenemos el mismo horario, así que decidimos contratar a Raquel, una chica que cuida de la niña y que ha sido una pieza clave en todo nuestro proceso. Raquel iba al canal con mi hija durante mis entrenamientos y cuando me necesitaba yo estaba allí mismo. Como mi trabajo se desarrolla al aire libre, puede ser aquí, en Alemania o en Estados Unidos, pero fuese donde fuese allí estaba Raquel con nosotros y nuestra hija. De ser su cuidadora pasó a ser parte de la familia.

Estuve remando hasta dos días antes de tener a mi hija; nació por cesárea y, a las tres semanas, retomé los entrenamientos

¿Cómo son los años posteriores a llegar a lo más alto y ganar un oro olímpico?

Tras ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río 2016 me derrumbé, se me hizo bastante duro. Mi hija tenía tres años y se escolarizaba por primera vez. Yo lo que necesitaba era tranquilidad, tenía muchas ganas de seguir entrenando y mejorando, pero colapsé. Mi cuerpo llevaba un desgaste serio después del ciclo olímpico, le exigí muchísimo tanto al cuerpo como a la mente. Al mismo tiempo debía responder al resultado de esa medalla de oro y tenía que moverme mucho, cuando lo que yo buscaba era tener una situación estable porque quería que mi hija estuviera tranquila. No fue sencillo, pasé un año con vértigos y al año siguiente tuve varias lesiones. Compaginar eso con querer seguir entrenando y rindiendo no fue fácil, pero con paciencia todo se fue encauzando. Cuando las cosas fallan ves que tienes que ir con calma e intentar transmitir esa tranquilidad a tu familia.

El caso de la gimnasta Simone Biles ha puesto el foco en la importancia de la salud mental en el deporte. ¿A lo largo de su carrera el estrés o la ansiedad han llegado a jugarle una mala pasada?

La ansiedad y la tensión a la hora de competir a veces me sobrepasan. Al principio me costaba mucho afrontar la competición y dar lo mejor de mí en el momento en el que más tenía que hacerlo. Siempre se me ha hecho duro. He empezado a trabajar este último año en el programa Teskal de asesoramiento a deportistas de alto rendimiento con el psicólogo deportivo Josean Arruza. Me he encontrado muy bien trabajando con él y he aprendido mucho a ser más consciente de mis acciones, a liberar esa tensión y a controlar los pensamientos negativos que vienen a mi mente a la hora de competir. Me ha ayudado mucho. La presión, tanto la externa como la propia, suele ser muy grande, pero a mí me hace falta sentirme presionada para rendir. Aun así, hay veces que gestionarlo no suele ser algo sencillo y te desborda.

¿Sin una buena salud mental, aun teniendo una correcta preparación física, se pueden obtener resultados positivos en el deporte?

Cada uno tiene su propio sistema de trabajo. El mío siempre ha sido ponerme mucha presión a mí misma, aunque admito que igual no es la mejor forma de afrontar las competiciones, pero es la que me funciona a mí. La salud mental y la forma de enfocar mentalmente una competición son muy importantes y, en general, si no estás bien es muy difícil rendir porque no solo tienes que dar el máximo el día de la competición, tienes que sacar los entrenamientos adelante, que también es algo duro y muy frustrante si no logras los objetivos que te propones. A mí, afrontar las sesiones más físicas de entrenamiento se me hace más duro que las competiciones. Si no funcionas bien mentalmente te vas poniendo muchos límites en ese proceso y no te estás ayudando. Cuanto mejor estés, vas a tener más oportunidades de mejorar.

Mi cuerpo llevaba un desgaste serio después del ciclo olímpico, les exigí muchísimo tanto al cuerpo como a la mente y me derrumbé

¿Llegó a dudar de que llegaría a alcanzar sus metas?

Soy una mujer llena de dudas. Muchas veces me ha pasado, pero es curioso que cuando más dudo y creo que estoy peor, es el momento más clave para mí. Cuando llegas a esa situación de frustración porque estás buscando algo en concreto para mejorar y ves que no lo logras, debes seguir trabajando en ello porque de repente, cuando estás a punto de tirar la toalla, llega un día en el que sin darte cuenta lo consigues.

¿Es el piragüismo un deporte infravalorado? Me refiero a que no se le da la repercusión mediática que a otros deportes como, por ejemplo, el fútbol o el baloncesto.

Más que infravalorado yo diría que es un deporte desconocido. Esto ocurre porque es cierto que no hay muchas personas que lo practiquen, hay muy pocas fichas federativas en nuestro deporte y pocos lugares en los que se pueda entrenar. Eso hace que no sea un deporte muy seguido ni conocido, pero quienes lo practicamos lo valoramos muchísimo.

¿Alguna vez ha sufrido algún tipo de discriminación por ser una mujer en el mundo del deporte?

No. En el Club Atlético San Sebastián desde que empiezas se te valora de la misma forma que a los hombres. Los grupos trabajan por edades, no por el hecho de ser chicas o chicos. Cada uno compite en su modalidad, yo nunca competiré contra un chico, pero entrenamos y aprendemos conjuntamente. Aun así, es cierto que la canoa femenina en unos Juegos Olímpicos no ha existido hasta Tokio 2020, en ese aspecto sí que ha habido discriminación. En estos momentos se ha conseguido la paridad, ya contamos con las mismas oportunidades que los chicos. Yo nunca me sentí discriminada porque daba por sentado que la modalidad de canoa para chicas no existía, pero ahora sí que pienso que es una pena no poder haber hecho las dos cosas como hacen ahora, que hay chicas que compiten en las dos modalidades. La primera vez que monté en una canoa tenía 26 años y ya era más complicado para mí, pero nunca se me pasó por la cabeza que eso podría ser una discriminación.

¿Cuáles son sus próximas metas tanto en su carrera deportiva como fuera de ella?

Después de los Juegos Olímpicos de Tokio necesitaba reflexionar y pensar sobre qué hacer con mi futuro. No tenía claro si quería seguir o no, pero he visto que tengo ganas y que me encantaría llegar a los Juegos Olímpicos de París 2024. Hay una nueva modalidad en piragüismo, el slalom extrem, que será olímpico en París, y me daba pena tener la posibilidad de competir en una nueva disciplina e irme sin probarlo. He empezado a entrenar poco a poco, pero después de la experiencia de Río 2016 sé que este año me lo tengo que tomar con calma. A París llegaría con 41 años y si con esa edad tengo que sacarle el máximo rendimiento a mi cuerpo, este año tengo que estar activa, pero con la mentalidad más relajada. Tengo que tomarme los entrenamientos con más calma para llegar al 100% a las condiciones físicas y mentales que me interesan.

Estoy planificando cómo hacer para estar lo mejor posible y conseguir llegar a los Juegos Olímpicos de París 2024

¿Entonces, sí que se ve en los Juegos Olímpicos de París 2024?

No sé si me veo, pero sí que lo voy a intentar. El camino para llegar a unos Juegos Olímpicos no es nada sencillo, la clasificación olímpica suele ser muy dura y nunca lo he visto del todo claro. Lo que siempre he tenido claro es que voy a intentarlo, pero no soy la única que quiere estar ahí, hay más chicas con esas ganas y esa ilusión de entrenar al máximo y vivir la experiencia. Yo lo intentaré, ya estoy planificando cómo hacer para estar lo mejor posible y conseguir esa plaza olímpica. Ojalá pueda llegar a los Juegos Olímpicos de París 2024.

Habla de esas chicas que entrenan duro. ¿Ve en alguna de ellas un posible relevo?

Por supuesto. Siempre hay chicas con mucha ilusión, trabajando muy duro y buscando cumplir su sueño. Vienen muy fuertes y nunca se sabe qué pasará en el futuro, pero yo intentaré defender mi trabajo lo mejor que pueda. Suele haber una pelea en el agua, a mí me cuesta mantenerme, no es sencillo, porque en piragüismo, al igual que en otros deportes, las técnicas van evolucionando y yo me tengo que ir adaptando a ellas. Hay chicas jóvenes que han nacido con esa forma de remar y lo llevan más natural, mientras que para mí es un aprendizaje constante. Borrar de alguna manera tu forma de remar para adaptarte a las nuevas formas no es tarea sencilla, pero seguiré insistiendo en dar la mejor versión de mí misma.

¿Le gusta competir con España o preferiría hacerlo con Euskadi?

Prefiero pasar a otra pregunta. No me meto en política.

¿A qué se hubiera dedicado si no hubiera sido piragüista?

No lo sé y tampoco sé a qué me voy a dedicar cuando deje de serlo. Tener una formación es muy importante y mis padres insistieron mucho en ello, pero a día de hoy no sé qué voy a hacer cuando deje la pala y la piragua a un lado. Nunca lo he visto claro y a veces paso mucho tiempo pensándolo, pero cuando llegue ya llegará. Mantener la crianza de una niña y la vida deportiva ya me ocupan suficientes horas como para pensar en eso también. Cuando tenga que tomar la decisión de dejarlo, ya veré qué hacer. Ya llegará lo que tenga que llegar.

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