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Los trabajadores del Artium, emblema del arte contemporáneo en Vitoria, irán a la huelga: “Somos la cara visible del museo y nos han despreciado”

Los trabajadores del Artium, concentrados este jueves frente a las puertas del museo

Rubén Pereda

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Los trabajadores del museo Artium de Vitoria irán a la huelga en septiembre ante la “destrucción de empleo” que suponen los nuevos pliegos, que, según denuncia el sindicato ELA, contemplan recortes del 20% respecto a 2018. Así lo ha podido saber elDiario.es/Euskadi, que ha acompañado este jueves a los trabajadores en su concentración frente a las puertas del museo, en el centro de la ciudad. Al grito de “no, no, no, recortes no” y ondeando banderas de ELA y CNT, la plantilla ha dado el pistoletazo de salida a una serie de movilizaciones con las que pretenden dar a conocer su situación. Tras el marasmo estival, convocarán tres jornadas de huelga los días 4, 9 y 11 de septiembre y, si no se cumplen sus reivindicaciones, irán a un parón indefinido a partir del 15.

Trini Barroso, con trece años de trabajo en el museo a sus espaldas, es una de las veteranas de la plantilla. Era la encargada de cuidar el acceso a la biblioteca, pero ahora su puesto va a desaparecer y tendrá que 'metamorfosearse' para llevar a cabo otras tareas. Este jueves llevaba la voz cantante con las proclamas. “Venimos soportando pequeños recortitos durante muchos años. Lo gordo, sin embargo, ha sido ahora, cuando han sacado los documentos para el concurso”, asegura. Y es que en ellos han podido observar “claramente” que todos esos pequeños recortes son efectivos. Y, además, hay un “último corte brutal”, explica: bajan los salarios con la eliminación del precio/hora, desaparecen puestos de trabajo y aquellos trabajadores que sigan tienen que asumir las funciones de los puestos que desaparecen. “Es muy duro, porque no sabes si te va a tocar a ti o no”, señala Barroso.

Los nuevos pliegos contemplan, según los cálculos de ELA, unos recortes del 20% respecto a la licitación anterior, que data de 2018. La reducción del presupuesto se plasma en la reducción del sueldo, la contratación de menos horas de trabajo y la eliminación de algunas categorías profesionales. Además, se estaba negociando también un nuevo convenio de ocio y cultura, pero la patronal se ha levantado de la mesa. Ante la denuncia del sindicato —que pide que no se apliquen los recortes y se deje sin efecto el pliego publicado—, la dirección del museo ha recalcado que el concurso “respeta en todos sus puntos” el convenio y “no afecta al empleo y tampoco a las condiciones de trabajo”. Aunque ambas partes se había citado para una reunión informal, al final esta no se ha celebrado. Este viernes, los representantes de los trabajadores sí se reunirán con la diputada foral de Cultura y Deporte, Ana del Val.

“Los recortes no salen gratis”

Barroso es la delegada de los trabajadores y relata que en la interlocución con la dirección del museo —que tilda de “limitada”— se les ha explicado que cuentan con el personal fijo. El problema, denuncia, es que en la lista de la gente que va a ser subrogada también hay eventuales. “Y no cuentan con esa gente, así que realmente se trata de despidos”, lamenta. ELA denuncia que en realidad son “eventuales fraudulentos”, y que sus números no coinciden con los del museo. El sindicato eleva la proporción a un 30%. Uno de estos 'eventuales fraudulentos' es Julen Pineda. Lleva trabajando de continuo en el museo desde septiembre de 2018, pero nunca ha llegado a ser indefinido. “Hasta completar dos años 'no nos hacen' indefinidos. Pero no hay ninguna razón objetiva para que yo sea eventual ahora mismo, porque desde el inicio he estado trabajando, y no porque haya habido un pico de trabajo”, explica.

Los trabajadores, que se manifiestan vestidos con el uniforme con el que atienden al público que acude al museo, creen que los recortes han redundado claramente en un empeoramiento del servicio. “No salen gratis”, apuntan una y otra vez. “Ahora mismo no hay nadie encargado de comprobar que los visitantes cuentan con entrada. Cualquiera puede acceder a las exposiciones sin sacar entrada”, señala Pineda. Y no es lo único que no está funcionando como debiera. También se ha prescindido del servicio de consigna, que antes se encargaba de guardar todos los objetos con los que el museo consideraba que era peligroso acceder a las exposiciones donde están las obras de arte; ahora, nadie se preocupa de que no se introduzcan. “Están destruyendo puestos de trabajo y empeorando las condiciones, pero también están destruyendo el servicio”, resume Pineda.

“No cualquiera puede llevar tanto curro adelante como nosotras”

El descontento de los trabajadores se debe también en parte al 'ninguneo' al que se les ha sometido desde la dirección. “El museo no nos ha valorado; ni para una reunión ni para prescindir de nosotros... para nada. Nos han despreciado. Nunca hemos contado para nada. Hemos sido personas cero”, explica, apesadumbrada, Barroso. “Somos la cara visible del museo, los que atendemos a la gente que entra, los que damos la información, los que reflejamos todo el trabajo, los que damos la bienvenida a los artistas, a sus obras de arte, los que recogemos todas las quejas y sugerencias... Hacemos de todo y nunca se nos ha valorado”, lamenta. Y Pineda abunda en esa idea: “No todo el mundo está dispuesto, como nosotros, a estar tantas horas solo, con uno mismo. Muchos fines de semana sin ver a la familia ni a los amigos por prestar un servicio de cara al público, cuidando el patrimonio. Estamos viendo que eso se valora muy poco”.

Ese desprecio lo han notado también en la falta de contacto con la dirección. De hecho, muchos se enteraron por terceros de las nuevas condiciones que han precipitado estas movilizaciones. “La mayoría de los fijos llevamos aquí trece años. Salvo para despidos, nunca hemos tenido una reunión con el museo ni ninguna reunión conjunta para hablar de mejoras o cambios de protocolo... Nunca. Te plantan y ahí te quedas. Nunca nos hemos reunido para bien, siempre para mal”, explica Barroso. Habla de “pequeñitas cosas que luego se van haciendo bola”. “Yo no puedo seguir así: después de trece años dando lo mejor de mi vida, de mis mejores años, y dando la cara por ellos y recibiendo todos los golpes, creo que no nos merecemos esto. No pedimos un aumento ni mejoras, queremos lo mismo que teníamos hasta ahora; no ganar, pero tampoco perder”, aclara. Además, es un trabajo que les apasiona: “No tenemos unas buenas condiciones, pero el trabajo, de cara al público, nos gusta. Creemos que somos unos profesionales, que después de tantos años valemos para esto. No cualquiera puede llevar tanto curro adelante como nosotras”.

La plantilla, señalan, está unida y “a bordo del mismo barco”. Había quienes no lo tenían muy claro al principio, y otros con un puesto por encima del base, pero ahora coinciden en que están “ya muy cansados” y que ha llegado un punto en el que no pueden asumir más. Son dieciséis personas que se van a subrogar, y todas, apuntan, se van a ver afectadas de una manera u otra por las bajadas de sueldo, la reducción de la jornada o el despido. “No se libra nadie. Y no podemos asumir más. En muchos casos estamos ya en un 60% de jornada. ¿A cuánto lo bajan a bajar? ¿A un 40%?”.

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