De las expectativas a la frustración: “En mi trabajo se ríen porque dicen que soy un valiente por coger el tren de Extremadura”
El nuevo tren de Extremadura, que entró en servicio hace diez días, generó muchas expectativas tras décadas con un servicio ferroviario tercermundista, con continuas averías y una infraestructura decimonónica. De hecho, hasta finales de 2019 no se retiraron las traviesas de madera sobre las que circulaba el tren Cáceres-Sevilla en vías del siglo XIX. Sin embargo, seguramente debido a esos años de olvido y a las dos últimas décadas de incumplimientos casi constantes, muchos extremeños no llegaron a creerse que la línea de alta velocidad entre Extremadura y Madrid fuera siquiera el principio del fin del calvario que supone montarse en un tren en esta comunidad.
No obstante, las mejoras son, o tendrían que haber sido, evidentes y eso que aún hay tramos en obras en Extremadura, que la vía no estará electrificada hasta mediados de 2023 y que solo existe un estudio informativo del tramo entre Oropesa (Toledo) y Madrid para conectar la capital a través de la alta velocidad con Badajoz y, más adelante, con Lisboa. Los viajes en los trenes Intercity y Alvia-S730 tendrían que haberse reducido en 51 minutos desde Badajoz a Madrid y en media hora desde Cáceres, pero los primeros días de la entrada en servicio de la línea los retrasos fueron una constante y llegaron a alcanzar los 75 minutos.
Si ya de por sí la frecuencia hace muy difícil usar el tren para viajar a Madrid por trabajo y volver en el día, la impuntualidad, que Renfe está mejorando en las últimas jornadas, hace que usarlo se convierta en un deporte de riesgo. “En mi trabajo se ríen de mi y me dicen que soy un valiente por montarme en ese tren”, dice David Corbacho, que todos los jueves viaja desde Extremadura a Madrid y los domingos hace el trayecto contrario.
Al ser un usuario asiduo de este servicio, Corbacho no solo acumula tiempo de demora, también decenas de anécdotas de los trenes de media distancia y regionales que aún hoy hacen el camino entre Extremadura y la estación de Atocha: “Me ha pasado de todo, desde bajarnos en Cáceres y subir a un autobús porque el tren no iba a llegar por una avería, a notar un olor nauseabundo a goma quemada en el vagón, lo que nos obligó a parar dos veces en mitad del campo en uno de los viajes”.
Pero este promotor de eventos afirma que el paso por las nuevas vías se nota, “pero pasar por las viejas en los tramos que no están acabados es de película de vaqueros, con un traqueteo casi romántico si no fuera por lo dramático de todo esto”. A juicio de Corbacho, “lo que está pasando con Extremadura es de cachondeo. Nos están despreciando y mintiendo porque seguimos sufriendo las mismas carencias de antes”. Entre ellas, que no haya tiempos “aceptables” para viajar a Madrid ni combinaciones en el destino que lo conviertan en un transporte alternativo. A pesar de ello, asegura que los seguirá usando porque, en su caso, no le queda más remedio.
“Estos trenes son una vergüenza”
En la semana negra del tren rápido extremeño, Twitter se ha convertido en una herramienta para dar salida a la indignación. Este es el caso de la eurodiputada de Unidas Podemos María Eugenia Rodríguez Palop, que el pasado domingo usó el tren entre Llerena (Badajoz) y Madrid, un viaje en un media distancia que tardó casi seis horas en llegar y que realizó en una “tartana”. “Mi experiencia fue demoledora, como en otras ocasiones. El tren te destroza la espalda, los baños están muy sucios y el aire acondicionado fue mínimo estando a 40 grados”, según describe a elDiario.es Extremadura.
Una de las plataformas que más está dando la batalla desde hace varios años por el estado de las infraestructuras ferroviarias en Extremadura es Milana Bonita. Su portavoz, Valen Rodríguez, que además es usuario del tren, considera que la inauguración “por todo lo alto con la presencia de Pedro Sánchez y Felipe VI fue reírse otra vez de los extremeños y de todos las personas que usan este medio para venir a Extremadura”.
Además, denuncia que “no es de recibo que veamos circular trenes que son una vergüenza, que no disponen de aire acondicionado como vemos en fotografías que la gente publica en las redes sociales, que las máquinas expendedoras para comprar una botella de agua nunca estén en servicio o que en el apeadero de Monfragüe hayan puesto sillas de paya para esperar al tren. De verdad que son condiciones infrahumanas”.
Pero opiniones hay para todos los gustos. Para Francisco Gallego el nuevo tren de Extremadura no es tan malo como lo pintan. Asegura que él ahora tarda en llegar a Madrid unos 22 minutos menos de media, con respecto a lo que tardaba hasta hace algo más de una semana. Con 39 años y una incapacidad visual que le impide conducir, tiene que hacer una vez o dos a la semana el doble trayecto Cáceres-Madrid y Madrid-Cáceres, ya que su mujer y su bebé viven en la capital cacereña.
Reconoce que los primeros días han sido “lamentables” y que las críticas estaban más que justificadas, aunque él matiza que el mayor retraso que ha sufrido ha sido de 15 minutos, “que tampoco es para tanto”. Añade: “No lo puedo valorar negativamente porque todo lo que sea ganar tiempo es positivo, pero sí es cierto que todavía queda mucho por hacer y tenemos que seguir luchando por un tren mejor”.
Ahora, según van pasando los días, afirma, se está normalizando su funcionamiento y se están haciendo ajustes y esfuerzos, “en cada trayecto va mucha gente controlando su funcionamiento, es cierto que todavía no es el tren que nos merecemos, pero sería injusto no valorar positivamente este avance, aunque sea pequeño”.
Gallego cree que se debe dar una solución rápida a los problemas de la línea de Extremadura, porque “hay muchas personas que, como yo, no pueden conducir, y para los que el transporte público es su única opción”.
Una de cal y otra de arena también da a la conexión entre Badajoz y Madrid el coordinador del lobby Corredor del Sudoeste Ibérico, Antonio García Salas. Ha cogido dos veces el Alvia S-730 desde Badajoz desde su puesta en marcha: hizo el primer viaje comercial, que se retrasó unos 14 minutos, y dos días después viajó hasta Plasencia y sufrió el mayor retraso de todos los que ha tenido el servicio recién estrenado. “Ha sido una semana caótica y de vergüenza, pero frente a otros que piensan que la línea no tendría que haberse abierto, creo que es positivo que se vayan viendo resultados después de tantas noticias de inversiones, concursos, licitaciones y obras”.
Por lo tanto, la valoración de García Salas es “agridulce”, pero enmarca las numerosas incidencias en la apertura de un servicio nuevo donde “siempre se esperan errores”, aunque tanto Adif como Renfe “tendrían que haber sido previsores y valorar que los errores han generado mayor desconfianza”. Y es que recuerda que en Extremadura ya llueve sobre mojado en cuanto a las malas noticias sobre el tren.
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