Manuel Mendigutía: “Europa también se construye en Bienvenida”
Manuel Mendigutía es placentino y trabaja en Bruselas dentro de la estrategia europea de inversión a empresas innovadoras, el Instrumento PYME. Economista de formación, se especializó en estudios europeos y negocios internacionales para dar sus primeros pasos laborales en la capital belga gracias a la Oficina de Extremadura en Bruselas.
Convencido europeísta, ha trabajado como delegado de las Diputaciones de Badajoz y Cáceres y la FEMPEX en Bruselas, y ha participado activamente en la fundación de diversas organizaciones internacionales como la confederación europea de poderes locales intermedios (CEPLI) o la Asociación internacional “Partenalia”, de la que fue responsable de la secretaría general durante 3 años.
A pesar de su trabajo en Bruselas y sus viajes continuos por toda Europa, encuentra tiempo siempre que puede para volver a casa de sus padres en Plasencia y mantiene sus lazos con Extremadura en varias iniciativas, por ejemplo, como presidente honorífico de la Asociación de Amigos de Europa en Tentudía.
¿En qué consiste su trabajo en la Comisión Europea?
Desde hace tres años trabajo en la gestión y desarrollo de un programa europeo, el “Instrumento PYME”. Invertimos directamente en empresas muy innovadoras y con gran potencial para crear empleo y crecimiento pero que no consiguen financiación por su alto riesgo. Intentamos impedir que buenas ideas que crean empleo no se pongan en práctica por falta de fondos.
El programa se enmarca dentro del creciente apoyo que desde las Instituciones europeas se da al emprendimiento y a la creación de empresas para reducir el desempleo. El ejemplo más cercano lo tenemos en la declaración de Extremadura como región emprendedora europea en 2017 como recompensa a su estrategia innovadora en materia de emprendimiento. Es un gran reconocimiento para Extremadura que anima a seguir en esa línea.
¿Qué quiere decir Europa para usted?
He tenido la gran fortuna, gracias al esfuerzo de mis padres y su generación, de formar parte de la llamada “generación Erasmus”, no solo por el programa de estudios, sino porque Europa se ha convertido en mi casa, un espacio de paz y unidad en la diversidad en la que poder moverme libremente y sentirme protegido.
¿Qué le gusta de la construcción europea y en qué debería mejorar?
Solo hace falta echar un vistazo más allá de las fronteras de Europa para darse cuenta de que, a pesar de los errores, problemas y retos muy serios a los que nos enfrentamos, la UE es un proyecto de éxito y en muchos ámbitos un ejemplo para el mundo. Al éxito incontestable de la paz y la extensión sus principios de libertad, democracia y respeto a los derechos humanos y al estado de derecho, se unen avances a los que nos hemos acostumbrado pero que hace poco parecían imposibles. El mercado interior ha permitido un crecimiento económico sin precedentes, ha incrementado las oportunidades de progreso, mientras al mismo tiempo permite que muchas más personas tengan acceso a unos niveles de bienestar nunca antes alcanzados. Hay muchos motivos para seguir mejorando, pero el camino para afrontar los grandes retos, para hacer frente a los problemas derivados de la globalización, para tener una voz significativa en el mundo, es la mayor integración de una Europa unida e inclusiva.
¿Desde su punto de vista, qué cree que significa la UE para España?
Es muy difícil encontrar en la historia de la humanidad un ejemplo de solidaridad y apoyo al desarrollo como el que ha recibido España de la UE en los últimos 30 años. Para hacernos una idea, a grosso modo, el famoso Plan Marshall invirtió 112.000 millones de euros, a precios actuales, en 18 países de Europa occidental tras la segunda guerra mundial. Europa ha invertido en los últimos 30 años, solo en España, 155.000 millones de euros.
El ingreso en la UE ha supuesto un salto de 50 años en términos de infraestructuras. Pero eso, aunque importante, es solo la parte cuantitativa.
Europa es un proyecto de paz y estabilidad, algo que España necesitaba en el 85 cuando aún la democracia no se había asentado. La entrada en la UE supuso la normalización de nuestro sistema democrático y la modernización a todos los niveles.
Hoy en día, la UE es parte de nuestra vida diaria, con ejemplos claros y concretos como la protección del consumidor a través del etiquetado, para saber que comemos y que cumpla con criterios de sanidad y control a nivel europeo, el apoyo a la investigación científica para mejorar el sistema sanitario y que científicos de toda Europa cooperen para encontrar cura al cáncer, la protección de nuestros espacios naturales a través de la red Natura2000, que la factura de teléfono no nos dé un susto cuando pasamos a Portugal eliminando el roaming, o que las personas que lamentablemente no encuentran empleo tengan una formación de calidad y enfocada a conseguir un puesto de trabajo en su municipio o en cualquier lugar de Europa.
¿Nos puede contar alguna experiencia personal que a modo de testimonio sea ejemplo de esta dimensión europea?
Hay dos experiencias de dimensión europea relacionadas con Extremadura especialmente significativas para mí.
Una es la entrada de Villuercas-Ibores-La Jara en la red europea de geoparques. La certificación europea dio el espaldarazo definitivo a esta iniciativa tan importante para la comarca. Tuve la suerte de formar parte del equipo técnico que, liderado por José María Barrera de Diputación Cáceres, preparó y presentó la candidatura. Vivir en directo en Langesund (Noruega) la confirmación del premio a tanto esfuerzo fue muy emocionante.
La otra es mi participación en la Carta Europea de las Comunidades Rurales, una asociación formada por un municipio rural de cada país de la UE con el objetivo de fomentar la cooperación y los intercambios directos entre ciudadanos. Desde 2008 es Bienvenida (Badajoz) quien representa a España.
Esta iniciativa, que ha recibido varios reconocimientos a nivel europeo, tiene entre sus señas de identidad que cada año se reúnen en uno de los municipios al menos 10 representantes (adultos y jóvenes) de cada pueblo. Es decir, 270 personas de 27 países visitando al mismo tiempo un pueblo de menos de 3.000 habitantes y por supuesto sin hoteles, voluntarios del municipio organizador ofrecen sus casas para alojar a los participantes. Es extraordinario ver cómo las barreras lingüísticas y culturales se rompen inmediatamente y se crean vínculos que duran y se extienden más allá de las actividades organizadas. Europa también se construye en Bienvenida.