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“Apostar por Extremadura es dotar a la gente rural de las mismas oportunidades que las ciudades”

Abel Hernández, presidente del Consejo Escolar de Extremadura.

Esmeralda Torres

Reyes Abel Hernández Blázquez (Salamanca, 1957) estudió Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y se incorporó a la enseñanza en 1981 como catedrático de Educación Secundaria. Su primer y único destino, el emeritense Instituto de Educación Secundaria (IES) de Extremadura, le ha ofrecido la posibilidad de ejercer como director y vicedirector durante varios años, un reto que se le quedó diminuto cuando en 2002 se encargó de poner en marcha el IES Tamujal de Arroyo de San Serván. La dirección y docencia en este centro las compagina con las clases que imparte en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y su cargo de miembro del Consejo Nacional de Profesores Tutores y claustral, y, desde el pasado 4 de noviembre, con la presidencia del Consejo Escolar de Extremadura.

“Pretendo que participen, asesoren y hagan propuestas”, declaraba nada más jurar su cargo de presidente ante la consejera de Educación y Empleo, Esther Gutiérrez Morán. A partir de ese momento, caía en él toda la responsabilidad de este órgano, de carácter consultivo y participativo en el que se representan alumnos, padres, profesores, sindicatos y representantes de la Administración y los grupos parlamentarios. “Lo que pretendo aportar es facilitar todo lo posible esa participación, sobre todo ahora que estamos en un momento en el que, desde mi punto de vista, se trata de llegar a acuerdos para que la Educación no esté en el debate político”.

Él ha sufrido en carnes propias las consecuencias que ha vivido la Educación a causa de los cambios ideológicos de los gobiernos que la gestionan. Mejor que nadie sabe cómo le afecta. “Creo que esta profesión ha sido baqueteada en el sentido de que, cada uno cuando viene intenta imponer unos criterios que afectan al profesor. Y no es que solamente no lo vea adecuado, sino que encima tienen que cambiar su manera de enseñar”, denuncia.

Es por ello que, como presidente del Consejo, aboga por “tener claro unos mínimos para que no estemos cambiando continuamente factores como lo que valen las asignaturas”, una iniciativa para la que considera primordial “escuchar las opiniones de todos y potenciarlas al máximo”.

Los alumnos extremeños, felices y trabajadores

Las más de tres décadas que lleva impartiendo docencia en las aulas de la región le han permitido conocer cómo son los alumnos extremeños. “Académicamente no son muy buenos, pero son felices”, asegura, y resalta su “gran capacidad de esfuerzo”. Una postura que le permite quitarle importancia al suspenso en el informe PISA (por sus siglas en inglés, Programme for International Student Assessment), un estudio que personalmente cuestiona. “Recuerdo una de las pruebas, que las preguntas sobre la realidad eran sobre el salmón y la pesca, pues ya me contarás cuánto sabe un alumno de cualquier pueblo extremeño de ese tipo de cosas”, relata.

El profesor subraya la complejidad de la relación aprobado-suspenso ya que “cada uno tiene que progresar de acuerdo a sus posibilidades”. Explica que en este sentido cada caso está influenciado por el entorno escolar, tanto desde la sociedad en la que vive como desde la familia que le crea unos hábitos, y cita a Kant y su idea de que se necesita todo un pueblo para educar a un niño. Hernández pone dos ejemplos, el hijo de dos padres licenciados en medicina, “que tiene el 99% de posibilidades de ser médico”, y el hijo de un padre agricultor y una madre ama de casa, “con muchas probabilidades de que el hijo no sea médico, y cuando lo es habría que darle un diploma lógicamente”.

Con esta declaración, el profesor no pretende discriminar a ningún alumno, sino todo lo contrario. “Cuando ves progresar a un alumno con muchos problemas de aprendizaje y todo tipo es más gratificante que ver al que saca siempre sobresaliente, que estás casi convencido de que irá para adelante”, comenta. Por este motivo, para el recién nombrado presidente “es fundamental destinar recursos a la atención a la diversidad” y, aún más si cabe, dar las mismas oportunidades a todos los centros educativos de la región. “Apostar por Extremadura es dotar de las mismas oportunidades que las ciudades a la gente rural”, sostiene.

Las repercusiones de la crisis

Durante estos 30 años, Hernández ha observado distintas etapas en la Educación extremeña. Habla de que, durante algunos años, la riqueza laboral de la región llevó a muchos a abandonar la formación académica. “Tenían la posibilidad de trabajar pronto y tener dinero”, cuenta. Pero que la llegada de la crisis en un escenario social abarrotado de titulados provocó el retorno al aula de los que se fueron, un hecho que se ha hecho especialmente notable en la educación para adultos. “Las clases de la UNED para mayores de 25 las tengo absolutamente llenas”, asegura.

Pero éste no ha sido el único síntoma de la crisis en la Educación. “La crisis ha hecho que se tengan menos medios, y con menos medios, lógicamente, se producen menos resultados”, aclara el profesor en alusión a recortes en esta materia, pero lleva las repercusiones más allá de los agravios administrativos. “Le echan la culpa a la escuela, y lo que hay en la escuela es el reflejo de lo hay en la sociedad”.

El informe de Marina

Respecto a la reciente publicación del Libro Blanco sobre la Profesión Docente, encargado por el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, al filósofo y pedagogo José Antonio Marina, lo tiene claro. “Se lo encargan a uno. No, mire usted, los docentes tenemos que participar también en esas reformas”, dice reivindicando una participación de todos los sectores en la ejecución de sus propuestas.

Hernández aclara que este informe lo que plantea es que los profesores sean premiados por trabajar su carrera profesional dentro de la Educación. Según cuenta, un docente que imparte clases por primera vez tiene el mismo salario que el que se jubila. “Después de 40 años de servicio y experiencia, lo único que se le añade a su sueldo es antigüedad”.

“Uno de los planteamientos de este documento con el que estoy de acuerdo es el de por qué no primar a los profesores a través de una serie de ítems y, dependiendo de éstos, cobren más”, afirma el presidente mientras explica que esto ya sucede con otros empleos públicos como los del sistema sanitario. Entre esos ítems, defiende que se valore la productividad del profesorado en cuanto a iniciativas y formación. “El problema de esto está en quién va a hacer esa evaluación y cómo se va a llevar a cabo”.

Metas más cercanas

Hernández tomó posesión de su cargo como presidente del Consejo Escolar hace tan solo dos semanas, y aún no se ha formado el pleno por completo. Cuenta que están trabajando para que mañana, día de constitución, quede formado el órgano. “O al menos eso esperamos”, confiesa con una sonrisa.

Una tarea que ya compagina con la elaboración del informe anual que cada año debe presentar el Consejo ante la consejería de Educación en el que se analice la situación y estado del sistema educativo en Extremadura y donde se recojan todas las actividades que ha llevado a cabo a lo largo del año. Un documento que presentará después de reunirse con otros presidentes en la Junta de Participación de los Consejos Escolares Autonómicos la próxima semana. Allí debatirán sobre dónde quieren llevar la Educación e intercambiarán opiniones sobre el Libro Blanco. “Y allí defenderé que nos tomen como modelo para llegar a un acuerdo porque fuimos los primeros y únicos que llegamos a un consenso en la ley de Educación”, concluye.

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