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Lo nuclear preocupa, pero no lo suficiente

Manifiesto antinuclear renovables

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Hace una semana, el sábado 10 de julio, se presentó en Cáceres el Manifiesto Antinuclear por una Energía 100% renovable y sin riesgos para la vida, elaborado por el Movimiento Ibérico Antinuclear  donde se hace un recorrido de todos los factores que nos afectan en la cadena nuclear, desde la extración del uranio, su uso y el almacenaje de los residuos que segun la Sociedad Nuclear Española, pueden ser desclasificados a los 300 años. La presentación del manifiesto tuvo lugar, por pura casualidad, dos días después de haber tenido conocimiento de un fallo en el reactor 2 de Almaraz, tres días después de que la Comisión Europea amenzara con llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por fallos en la transposición de la normativa sobre protección frente a la radiación ya que Bruselas considera que España,Austria y Bélgica no han transpuesto de manera completa la directiva que moderniza los estándares de seguridad nuclear aprobados en 2018 tras el accidente nuclear de Fukushima y que incluye nuevos protocolos de emergencia; Y dos días antes de que el CSN entregará su informe desfavorable a la autorización de construcción de la planta de fabricación de concentrados de uranio de Retortillo (Salamanca)

El martes 13, un periódico de tirada nacional en papel, publicó un artículo sobre el 40 aniversario del cierre de la fábrica de uranio de Andújar (Jaén), fue el 15 de julio cuando se cumplieron 40 años del cierre de la fábrica en la que trabajaban 126 personas y que estuvo en funcionamiento entre 1959 y 1981, bajo la supervisión de la extinta Junta de Energía Nuclear. No fue hasta 1995 que se desmanteló y quedó enterrada en su totalidad, lo que incluye 1,2 millones de toneladas de basura nuclear.

Aquella fábrica trataba el uranio para la obtención de concentrado de óxido de uranio con una pureza que iba del 80% al 90%, y que servía como combustible para Zorita (Guadalajara) y Garoña (Burgos). Después el material gastado era reprocesado posteriormente para su uso como combustible en otros reactores atómicos de Francia o Estados Unidos. 

De aquellas 126 personas, sobreviven unas doce, el resto ha fallecido en su gran mayoría por distintos tipos de cáncer. Aunque la Justicia les denegó el reconocimiento de enfermedad profesional, los supervivientes y sus herederos siguen reclamando algún tipo de compensación por haber trabajado sin protección alguna. Juan Antonio Muñoz Castillo, Doctor en Historia Contemporánea, realizó un estudio titulado “La Fábrica de Uranio de Andújar (Jaén): Hablan los trabajadores” que se publicó en 2017. 

Habíamos cerrado junio conociendo el enojo de Francia y la factura de lo que España paga a Francia desde julio de 2017 por custodiar parte de nuestros residuos nucleares, que supera holgadamente los 100 millones de euros. A 31 de diciembre de 2020, las penalizaciones abonadas por Enresa (encargada de gestionar los residuos nucleares en España) a la francesa Orano (antigua Areva) por custodiar ese material en su planta en La Hague (Francia) ascendían a 96 millones. Son 30 millones más que un año antes y a estas alturas de 2021, el importe supera ya los 110 millones.

Según la memoria presentada por Enresa, esta cantidad preocupante, será devuelta en 2028 cuando España recupere sus residuos radioactivos y solo tendrá que pagar el coste del almacenamiento, que desde octubre de 2015 hasta 2020 ascendía a unos 7 millones.

Claro que según las propias centrales nucleares el sector está en crisis, y se quejan de que cerrarán 2021 con pérdidas, debido a que los precios del mercado mayorista y el incremento de los impuestos han puesto en jaque sus cuentas ya que, según sus propias fuentes, la carga impositiva supone ya un 75% de los ingresos. Argumentan que “los bajos niveles que está registrando el mercado mayorista de la electricidad por la fuerte caída del petróleo y del gas, así como por la mayor producción de las energías renovables suponen un problema para este tipo de plantas cuyos costes son superiores a los del resto de tecnologías”. Ante lo que alguien que no es del medio, y lo ve desde fuera se pregunta: Entonces, ¿por qué tanto empeño en continuar? 

De modo que en algo más de quince días, y apenas prestando atención, nos encontramos con que la problemática nuclear nos rodea. Y es que lo nuclear y todas sus consecuencias tienen un importante impacto en nuestra cotidianidad, pero la sociedad parece continuar adormecida o al menos no lo suficientemente alerta sobre lo que ha sido, es y será para la vida, si tenemos las prioridades claras; o para el bolsillo, si nuestras prioridades están patas arriba. 

* Carmen Ibarlucea es escritora ecofeminista

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