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OPINIÓN

Unas elementales lecciones de democracia sobre la fusión de Don Benito y Villanueva de la Serena

Imagen del pasado 17 de junio después del pleno constitutivo del nuevo Ayuntamiento de Don Benito.
24 de junio de 2023 22:30 h

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A estas alturas de mi vida, de haber participado activamente en reuniones, asambleas, consejos, claustros, etc. -con sus consabidas votaciones-, hay algunas actuaciones que me siguen resultando impropias, por decirlo suavemente, de personas formadas y, sobre todo, demócratas. La primera de ellas es la de apropiarse de la voluntad del grupo, como intérpretes indiscutibles de sus intenciones y deseos, y que se traduce en afirmaciones como “el pueblo ha hablado”, “la ciudadanía ha votado cambio”, “el país quiere otra forma de gobierno” y un largo etcétera de proclamas parecidas. Ello en sí no es dañino ni contraproducente para el sistema democrático. Lo es, si son pronunciadas y difundidas por quienes ostentan una representación que no traduce la voluntad de la mayoría de los ciudadanos porque sería ir en contra del talante democrático, en una interpretación interesada y fraudulenta.

La segunda de las actuaciones tiene que ver con la práctica, muy común en aquellas asambleas universitarias de antaño, de cansar al adversario con continuas y continuas votaciones, hasta que a altas horas de la madrugada se aprobaba generalmente lo que quería la minoría convocante. Y esa es otra forma de defraudar a la democracia.

La tercera es la de subvertir la índole de las reuniones y convocatorias, enmascarando en la redacción abstracta de un punto a tratar la posible consecución de un logro concreto. Ello, normalmente se traduce en el asombro del votante al conocer el uso que sus representantes hacen del voto: “yo di mi voto para esto y resulta que lo utilizan para otra cosa distinta”. Otro rasgo de los contrarios a la democracia.

Y así podría ir desgranando actitudes que nada o muy poco tienen que ver con el espíritu democrático. Pero bajemos a la realidad concreta, al análisis de la situación que vive la ciudad de Don Benito en la actualidad, teniendo en cuenta las reflexiones anteriores.

El 20 de febrero de 2022 se produjo, con todos los parabienes legales, un plebiscito sobre la fusión de las ciudades de Don Benito y Villanueva de la Serena. Las corporaciones municipales pusieron las reglas y el mínimo exigible para aceptar dicha fusión. Los resultados fueron contundentes, más del 90% en Villanueva de la Serena y más del 66% en Don Benito dijerón sí a la fusión. Pudo haber sospechas, como las hay a diario en todos los comicios a cualquier nivel, sobre el proceso de votación y los resultados habidos, pero hasta el día de hoy y en un Estado de derecho - donde caben recursos y apelaciones a los órganos jurídicos- son totalmente válidos en una democracia. Además, no se ha vuelto a producir ninguna votación del mismo cariz y alcance plebiscitario que la efectuada este febrero de 2022, es decir, no se ha vuelto a convocar a los ciudadanos de ambas ciudades a expresar su opinión sobre la fusión.  Y un verdadero demócrata tiene la obligación de respetar la voluntad de los ciudadanos expresada en esa primera y única votación, así como las resoluciones judiciales habidas al respecto.

Se dice, en una actitud justificativa de la paralización de la fusión, que “se está de acuerdo con la fusión, pero no con la forma en que se está llevando a cabo”. Se aprobaría, por tanto, el hecho de la fusión, pero no el modo en que se está llevando a cabo. Muy bien, de acuerdo. La actitud más sensata y coherente sería entonces: aprobada la fusión, pongámosla en el punto cero, es decir, a partir del día 21 de febrero de 2022, ya que –en opinión de algunos- las cosas no se han hecho bien y no ha habido transparencia. De esa manera, se mantendría la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, es decir, el contenido de la fusión y, por otro lado, se entraría en el modo de cómo llevarla a cabo, si ese es el problema. Son dos cosas totalmente diferentes, el contenido y la forma. De ninguna de las maneras, repito, puede el desarrollo del proceso invalidar de raíz el hecho principal y esencial, en este caso, la fusión.

Por otra parte, se dice que se realizará, pasados unos años, una nueva votación sobre la fusión. Y yo me pregunto ¿A santo de qué? ¿No se manifestaron los ciudadanos ya en su momento? Y ¿quién asegura que la siguiente votación va a ser la última? ¿Por qué no una y otra y otra votación, hasta que el resultado sea el deseado por los convocantes? ¿Quién puede afirmar que no habrá nuevas sospechas sobre el proceso y haya que volver de nuevo a la casilla de salida? Como dije al principio, me vienen a la memoria las sesiones de las asambleas universitarias, en las que por cansancio se aprobaba las propuestas de la minoría convocante.

Las elecciones del 28 de mayo pasado han sido unas elecciones municipales para elegir los miembros de las corporaciones municipales. No han sido, según la convocatoria, elecciones plebiscitarias, por más que algunos grupos hayan malversado la cita ante las urnas y las hayan convertido fraudulentamente en elecciones sobre la fusión. Por eso, a la vista de la nueva conformación del equipo de gobierno del ayuntamiento de Don Benito, haya más de uno que diga: “yo di mi voto para una cosa, como es el gobierno de mi ciudad, y resulta que me lo han aplicado para otra cosa distinta”.

Estas reflexiones se enmarcan en el ámbito de la razón y de la discusión civilizada. Hay otro terreno en el que no deseo entrar, el de la descalificación, del insulto, de la falta de educación y de la propagación de sospechas infundadas y bulos intoxicadores, que tanto mal están haciendo para la convivencia ciudadana y familiar. Y, por favor, dejen las minorías de hablar como mayorías con interpretaciones sesgadas y pongamos las cosas en su sitio: la fusión entre Don Benito y Villanueva de la Serena, por mucho que lo quieran algunos, no está muerta, porque, sin darnos cuenta, esa se está produciendo, paulatina y calladamente, en las mentes de muchos jóvenes y ello sin renunciar ni un ápice a sus tradiciones e historia.

*César Chaparro, exrector de la Universidad de Extremadura

 

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