El PP se mete en un lío con su reforma fiscal y pide voto secreto para sacarla adelante
El Gobierno del PP se ha metido en un lio parlamentario con su reforma fiscal. Resulta que a estas alturas tiene aprobado un Presupuesto para 2015 que contempla lógicamente y obligatoriamente una partida de gastos y otra de ingresos; pero la partida de ingresos depende en algunos aspectos de la ley de reforma fiscal que ahora toda la oposición rechaza frontalmente.
Los partidos de izquierda se han desmarcado con claridad de unas propuestas fiscales que consideran alejadas de sus querencias ideológicas; tampoco los regionalistas han visto mínimamente atendidas sus demandas que pasan por la supresión total del canon del agua y el céntimo sanitario. En conclusión: todos dicen no y ahora el Gobierno se encuentra con unos Presupuestos que no cuadran en gastos e ingresos. Un desaguisado llamativo, además de un recordatorio de su soledad parlamentaria en las fechas menos idóneas para estas puestas en escena.
Devolver la ley
El rechazo de la oposición es fuerte, no sólo por el fondo de las propuestas legislativas sino por el trámite parlamentario utilizado, sin apenas diálogo, más cercana al decreto ley que a la propuesta de un gobierno en minoría. Por ello, de manera excepcional todos los grupos han unido votos en la Comisión de Hacienda para pedir que la ley sea retirada y ni siquiera pase el trámite del debate. Por siete votos a favor por seis en contra, esa propuesta de ley no ha logrado el dictamen para su tramitación por parte de la Comisión parlamentaria pertinente. En buena lógica parlamentaria, la ley debería estar camino de la Plaza del Rastro. Pero no será así.
El PP empieza a ser consciente del jardín parlamentario que está pisando y va a intentar conseguir algún voto amigo este martes en la Mesa de la Asamblea para que por esa via logre que esta propuesta sea admitida a trámite y debatida en el pleno de la Asamblea.
Si lograse que un miembro del PSOE cambie de criterio a este respecto (poco probable) o que lo haga IU, la propuesta podría pasar al pleno de la próxima semana y para ese supuesto la estrategia del PP es novedosa en la legislatura: quiere voto secreto de los diputados.
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