La cooperación extremeña espera remontar 4 años de recortes y trabas burocráticas que ahogaron a las ONG
Han sido cuatro años duros en los que ha habido menos dinero para hacer cooperación al desarrollo desde Extremadura. Aunque el principal escollo en el que coinciden todas las organizaciones es en ese recorte ‘encubierto’ que supone no ejecutar el dinero presupuestado, y poner por el camino toda serie de trabas burocráticas que han entorpecido la labor de las ONGD que trabajan desde la región.
La cooperación al desarrollo extremeña espera pasar página a un desierto en el que algunas asociaciones han desaparecido, mientras que otras han perdido toda su estructura y se mantienen de manera casi ‘simbólica’ con el nombre de la organización, y poco más.
La reducción sustancial de ayudas públicas les llevó esta pasada legislatura a recortar en personal y mantener una estructura muy básica, tirando del esfuerzo de sus miembros. Todas las ONGD consultadas por este diario coinciden en que los verdaderos afectados han sido los beneficiarios de las ayudas al desarrollo.
Javier Martín, de Movimiento por la Paz, pone de manifiesto que la crisis de Europa tiene precisamente sus efectos más dramáticos en los beneficiarios. Se trata de personas que no tienen nada, y que han dejado de recibir en muchos casos la ayuda que antes podía llegarles.
Una cuestión en la que coincide plenamente María José Espinosa, vicepresidenta de la Coordinadora Extremeña de ONGD. Según ha transmitido a eldiarioex su trabajo está vinculado a las organizaciones del sur, de manera que los recortes terminan repercutiendo en los más vulnerables.
El mundo de la cooperación basa su trabajo en un principio de transformación social, “y si esa capacidad comienza a desaparecer, supone un problema”, para nosotros y para los países del sur.
Los recortes en cifras
Las cifras que maneja la Coordinadora Extremeña de ONGD indican que desde 2010 hasta la actualidad los recortes en ayuda al desarrollo de han sido de hasta el 70 por ciento. Si en 2010 la ayuda pública era de 15,9 millones, en 2015 ha sido de nueve, por ejemplo, aunque el mayor recorte que vivió de hasta un 30 por ciento de una anualidad para otra fue en 2013.
Unas cifras que no siempre han coincidido con las que ofrecía la Agencia Extremeña de Cooperación. Y aquí ponen el foco las ONGD, para aclarar que una cosa es presupuestar desde el Gobierno regional, y otra bien distinta ejecutar el dinero que dices que ibas a destinar a cooperación.
Por lo tanto, las organizaciones denuncian que la cooperación extremeña ha sido víctima esta pasada legislatura de un doble recorte: el de la tijera, que presupuestaba menos dinero público, y todas aquellas inversiones que no se ejecutaban y pasaban a una especie de ‘limbo’ del que nunca más se supo.
Una cooperación ‘burócrata’
En todo este proceso ha jugado un papel primordial la ‘burocratización’ de los proyectos. María José Espinosa, que además pertenece a ACPP, explica que en ocasiones muchos de los proyectos no lograban superar los procedimientos administrativos, no entrando ni a ser valorados.
De hecho han transmitido las ONG a este diario que las trabas que ponía la administración, lejos de mejorar la transparencia, han sumado lastres a los procedimientos y al funcionamiento interno delas ONG --que ya de por sí están debilitadas por los problemas económicos--. “Es un pez que se muerde la cola, van desapareciendo, y las que se quedan, se les obliga a superar una burocrática compleja”.
En este sentido, Sonia Fernández, presidenta de la coordinadora y miembro de Entreculturas, confirma que en los últimos años se han visto mucho más cargados de trabajo técnico, en resolver incidencias que aparecían en los proyectos, errores y matices que hacían echar para atrás los informes. Mientras la burocracia se adueñaba de sus funciones, el trabajo de sensibilización con la propia ciudadanía se ha visto lógicamente apartado a un segundo plano.
Cuenta la representante de Entreculturas también casos en que el dinero de un proyecto ha llegado un año más tarde de formularse, pero solo una primera parte. “Así no se puede trabajar, ha habido proyectos que han tenido que ser paralizados a causa de estas situaciones”, lamenta.
En su caso pertenece a una organización media, que ha buscado financiación por fórmulas privadas y mecenazgos, lo que les ha permitido mantener sus proyectos. Advierte que las ONGD más pequeñas, que tenían mayor dependencia a las convocatorias públicas, han sido las verdaderas perjudicadas.
José María Núñez, de Fundación Triángulo, comenta que su organización ha pasado por dos etapas diferentes a lo largo de estos cuatro años: en la primera mitad de legislatura directamente no existían en las ayudas al desarrollo, y no se les apoyó en nada.
Y la segunda mitad de la legislatura, tras mucha incidencia política y reuniones, consiguieron, no sin “mucho pelear”, sacar adelante dos o tres proyectos. Desde entonces sí les dejaron trabajar en temas de cooperación desde una perspectiva LGTB.
Valora por un lado el hecho de que se haya mantenido esta legislatura la agencia extremeña de cooperación, teniendo en cuenta que en otras comunidades fue fulminada directamente. Señala también que en todas las agencias que se quedaron abiertas hubo recortes. Y en el caso de Extremadura sí que pone en evidencia de nuevo que ha habido dinero presupuestado no ejecutado.