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Entre lo fácil y lo complejo: el puente fronterizo más pequeño de Europa

Vista del puente peatonal y al otro lado la parte portuguesa de El Marco

Alberto Santacruz / Efe

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Las pedanías de El Marco, una lusa y otra española, separadas únicamente por el arroyo Abrilongo, afrontan el difícil reto de cumplir con la “restricción de movilidad temporal” decretada por el Gobierno portugués, aunque no será muy difícil hacerla efectiva, pues su única vía de comunicación es un puente de tan solo tres metros, el más pequeño de Europa. 

Administrativamente hablando, El Marco portugués depende del municipio de Arronches, en la región del Alentejo, mientras que El Marco español pertenece al término municipal de La Codosera (Badajoz) y eso que “en dos o tres pasos” estamos en un país o en otro, ha relatado el alcalde de La Codosera, Joaquín Tejero.

El Marco y, por ende, La Cosodera fueron tierras portuguesas que vivieron y sufrieron numerosos episodios bélicos entre ambos países. Con el Tratado de Lisboa (1864), España y Portugal definieron las lindes de estas tierras utilizando el arroyo Arronches.

“La Reyerta de Arronches será dividida, quedando para Portugal la tercera parte del terreno contiguo a la primera de Onguella y para España las dos terceras partes restantes”, recoge textualmente el citado tratado, lo que supuso dividir en dos a esta pedanía.

Realmente, dicha división administrativa no ha impedido desde entonces que unos y otros, unas familias y otras, convivan, compartan y hasta generen una sinergia necesaria. 

“Vuelven a casi cerrar las fronteras y cumpliremos, es lo que hay”, asiente con pesar, pero muy seguro de ello el propio alcalde.

Con motivo del primer cierre decretado por la pandemia “hasta el Ejercito estuvo por aquí para hacer cumplir con la decisión, la cual afectó al trasiego ”internacional“ a la hora comprar productos básicos y a las relaciones personales.

“Hay familias con personas que viven al otro lado y otras en este, y gente que precisa comprar butano, gasóleo o alimentos” en los comercios de enfrente, ha relatado Joaquín Tejero, quien no duda en comentar que este hecho genera situaciones algo delicadas, como el cuidado de familiares mayores tanto allá como acá.

Alrededor de 25 familias viven tanto en El Marco luso como en el español, en los que la historia y las relaciones personales han generado “necesidades mutuas”. “Estamos hablando -añade- de prolongaciones mutuas de familias, de comercio, de vida diaria”.

El minúsculo, pero coqueto, puente, al margen de ser la única vía de enlace, también sirve de “zona neutra” en tiempos de confinamiento municipal y cierre de fronteras.

Familias de un lado encargan a otros la compra de productos. Con mascarillas y atendiendo a las normas sanitarias y sociales, se acercan al puente, el cual se precinta, y donde les esperan para recoger los encargos.

Este pequeño trasiego comercial recuerda tiempos de “contrabando” y “estraperlo”. De hecho, La Codosera organiza cada año, dentro de su agenda cultural, “La Ruta Contrabandista”.

El idioma no representa ningún problema. “Se ha ido generando lo que aquí denominados como 'portuñol', una mezcla de español y portugués con el que ”nos entendemos a la perfección“.

Además de El Marco, La Codosera tienen otros dos pedanías fronterizas con Portugal, La Tojera y La Rabaza.

A 120 kilómetros hacia el sur se ubica la fronteriza Villanueva del Fresno (Badajoz), cuyo alcalde, Ramón Díaz Farías, ve “acertada” y “tardía” la decisión adoptada por el Gobierno portugués en cuanto a sus fronteras, pues, de ser muy estricta, impedirá la entrada de ciudadanos portugueses a Extremadura.

Las condiciones o salvedades para cruzar la frontera “aún las desconocemos”, ha dicho Farías. De hecho, alrededor de un centenar de vecinos cruzan la frontera cada día para trabajar en Renguengos de Monsaraz (Portugal), una cifra que se duplica en las campañas de recogida de aceitunas y uvas.

Por contra, el ciudadano portugués va a Villanueva del Fresno buscando principalmente todo lo que tiene que ver con el sector servicio de transformación, es decir, servicios de carpintería metálica y madera, pero también a comprar gasolina y butano, ya que “una bombona de gas cuesta el doble en Portugal”.

En cuanto a la posible implementación de un protocolo de control transfronterizo entre Portugal y Extremadura, Farías ha asegurado que a día de hoy es “inexistente” y “ni siquiera se le espera”, algo que su gobierno local lleva “reclamando” desde junio.

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