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300.000 euros y 5.000 libros: el instituto público de Plasencia que se 'encontró' un tío rico en América

Puerta principal del instituto Gabriel y Galán de Plasencia

Inmaculada Franco

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1948, con 11 años ingresa Pedro Castillo Mozún en el que hoy es el Instituto de Enseñanza Secundaria (IE) Gabriel y Galán de Plasencia. En este centro estuvo hasta los 18 años, cuando, en 1955, se marchó a estudiar la carrera de Medicina.

Algo tuvo que suceder en esos 7 años, que dejó una huella imborrable en él. Desde entonces siempre vivió agradecido al centro donde se educó y donde se forjaron sus deseos de seguir formándose hasta llegar a ser un reconocido neurólogo en el cono sur de Latinoamérica.

Cuando se jubiló volvió a España, decidió establecer su retiro en la localidad malagueña de Ronda, donde vivió hasta que falleció en 2012, con 75 años. No tenía hijos, y era tal la confianza que todavía guardaba del centro que le vio formarse, que decidió nombrar administrador de su herencia a la persona que ostentara en ese momento el cargo de director del centro, que era y aún sigue siendo David Moreno Rego.

El primer contacto que Moreno tuvo con esta curiosa historia fue la llamada que recibió del casero de Pedro Castillo, le dijo que había fallecido y que sabía que le iban a nombrar albacea. “Me quedé completamente sorprendido ¿cómo me iba a hacer yo cargo de una herencia de la que no sabía ni lo que había? Así que lo puse en manos de la Junta de Extremadura y sus letrados han sido los que lo han tramitado todo”, explica.

Al instituto le había dejado 300.000 euros para la construcción de una biblioteca si no la tenía o para su reforma si la tuviera. Todo ello, en agradecimiento por la labor que hizo el centro educativo y lo que supuso para su vida. No era la totalidad de la herencia, pero “del resto yo ya no sé nada, se ha encargado de administrarla la Junta de Extremadura”.

El casero me pidió que agilizara todo porque tenía que desalojar la vivienda, donde el fallecido tenía mas de 5.000 libros, que también han sido donados al instituto placentino.

Este caso, reconoce David Moreno, recuerda a esas historias que antes se escuchaban de alguien que, de repente, recibía una herencia de un tío rico que se fue a hacer las Américas y del que nadie sabía.

Es una historia curiosa, que un antiguo alumno se acuerde tanto de un centro como para hacer esta donación, y más si se tiene en cuenta de que la beneficiaria final, no deja de ser la administración autonómica, que ha incorporado los 300.000 euros a sus presupuestos generales, pero, con el objetivo final de destinarlos a la reforma de la biblioteca del instituto.

“Si, es cierto, que al final el dinero ha ido a la administración, pero también es cierto que el instituto nunca hubiera podido acometer la reforma que se va a hacer de la biblioteca si no hubiera sido por esta herencia”. Una biblioteca que ahora llevará el nombre de Pedro Castillo, que no sólo le recordará, sino que hará comprender a alumnado lo importante que puede llegar a ser para su futuro el tiempo que pasen allí y, sobre todo, el aprovechamiento de sus enseñanzas.

Se espera que las obras de reforma de la biblioteca comiencen a partir del verano, para que, además de los fondos bibliográficos que ahora alberga, también pueda acoger, si no todos, parte de los 5.000 libros que también legó su benefactor.

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