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Un trabajador del hotel Atrio en Cáceres y un policía reconocen a los acusados del robo de los vinos millonarios

Los detenidos al inicio del juicio cuando le dicen al magistrado que no van a declarar

Inmaculada Franco

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El recepcionista del hotel Atrio que subió una ensalada y un postre, en la madrugada del 27 de octubre de 2021, a la habitación de los presuntos autores del robo de 45 botellas de vino, valoradas en 1.648.500 euros, ha reconocido, en la vista oral celebrada este lunes en la Audiencia Provincial de Cáceres, a la acusada como presunta coautora del robo a Priscila Lara Guevara, como la persona que se alojó allí esa noche y solicitó esos servicios, aunque no pudo precisar si el otro acusado, Constantin Gabriel Dumitru, era la persona que le acompañaba.

El trabajador relató al detalle lo ocurrido aquella madrugada, “sobre la 1,30 hora recibí una llamada en recepción de la habitación 107, la mujer me pedía algo para cenar, me negué hasta en tres ocasiones, pero luego pensé que al ser un hotel de cinco estrellas tenía que dar ese servicio”.

“Le ofrecí hacerle una ensalada, me preguntó cuánto tardaría, y le dije que unos 15 minutos. No soy cocinero, y tenía que ir a la cocina y buscar los ingredientes. Le subí la ensalada y luego bajé a la cocina a limpiar y recoger lo que había ensuciado, y regresé a la recepción. A los 10 minutos volvió a llamar pidiendo un postre, le comenté que los postres de Atrio son muy elaborados y que yo no podía hacérselo, le ofrecí fruta cortada, y otra vez me preguntó cuánto tardaría en llevársela”.

El recepcionista señaló en el juicio que le extrañó que le pidieran comida cuando acababan de cenar un menú degustación, “tan sólo me ha ocurrido en otra ocasión, sí me han pedido alguna vez una infusión, un café o una copa, pero comida no”.

Constantin Dumitru habría aprovechado las ausencias del recepcionista para preparar la comida y el postre que le habían pedido, para coger la llave maestra y abrir la bodega.

“No supe nada más de ellos hasta que a las 5,30 horas de la mañana escuché el ascensor y vi por las cámaras que bajaba gente”. Eran los ocupantes de la habitación 107 que iban a abandonar el hotel, fueron a la recepción y pagaron, parte con una tarjeta de prepago y otra parte en efectivo, el coste de la habitación y los servicios de cocina que se les proporcionaron aquella madrugada.

Ella fue la que hizo el pago “no se acordaba del pin de la tarjeta y se lo tuvo que recordar él”, que, durante todo el tiempo permaneció en un rincón que estaba menos iluminado.

El recepcionista indicó que el hombre iba cargado con dos bolsas de mano muy grandes, y una mochila a la espalda, que les abrió la puerta del hotel para facilitarles la salida, y que le preguntaron cómo coger la carretera para ir a Sevilla.

Las dos veces que subió a la habitación sólo vio a la mujer, “la habitación estaba deshecha y la puerta del baño cerrada”, pero también la vio cuando hizo el registro de entrada en el hotel y a la salida, lo que le ha permitido poder reconocerla.

Gran parte del interrogatorio al recepcionista se centró en la llave maestra que fue utilizada para acceder a la bodega. Según comentó, la tarjeta, con el nombre “Noches”, se encontraba dentro de un cajetín que no podía verse desde fuera de la recepción y que tan sólo algunas personas sabían que estaba allí.

Los teléfonos de los acusados y las cámaras, claves en la investigación

El policía nacional encargado de la investigación desde el primer momento señaló que “sin ningún género de duda” los dos acusados son los que aparecen en las grabaciones de las cámaras de Atrio aquella noche, y que han sido tantas las horas de visionado de las cámaras y el conocimiento que tiene de la morfología de ambos y “su forma de andar” que sería capaz de reconocerlos, incluso, de espalda por la calle.

En una cámara también se aprecia cómo el presunto coautor del robo hace una llamada con su móvil a la mujer que esperaba en la habitación, en una franja horaria que coincide con la grabación, según el cotejo que se ha hecho de las llamadas de ambos teléfonos.

Otro policía ha declarado que de la investigación de los teléfonos de los acusados se han volcado datos de llamadas, sms y whatsapp, en los que habla de las dificultades que tienen para vender el vino y que estaban haciendo gestiones en Estados Unidos, y otra en la que se habla del cambio de vino por un vehículo marca Mercedes.

También una cámara de la A-5 grabó una hora después del robo en Atrio, el vehículo marca Mercedes en el que viajaban los dos acusados en dirección a Madrid, algo que fue decisivo para hacer un seguimiento del turismo, que estuvieron utilizando hasta el mes de abril de 2022, y con el que viajaron por distintos países de Europa.

Los acusados se niegan a declarar

Los detenidos se han negado a declarar ante el tribunal de la Audiencia Provincial. Nada más comenzar el juicio, el presidente de la sala y presidente de la Audiencia Provincial, Joaquín González Casso, les ha informado de su derecho a no declarar ni a responder las preguntas que se le formularan.

En primer lugar, le ha preguntado a Priscila Lara Guevara, acusada de ser coautora del robo, que ha manifestado que no iba a responder a las preguntas del Ministerio Fiscal, ni a las de la acusación particular ni de su propia abogada defensora. Sin embargo, Constantin Gabriel Dumitru, por error, señaló que sólo lo haría a preguntas de su abogada, aunque esta indicó que “no tenía nada que preguntar”.  

Al parecer los nervios le habrían fallado, ya que, ya habían acordado con su abogada, Sylvia Córdoba, que no declararían al inicio del juicio. De hecho, en la primera sesión del juicio, el pasado 15 de febrero, la abogada solicitó, aunque sin éxito, que sus defendidos pudieran declarar al término de la sesiones para poder escuchar a todos los testigos y peritos y poder rebatir o explicar cualquier cuestión. Esta solicitud fue rechazada por el presidente de la Sala, por entender que a los acusados ya se les da la oportunidad de tener la última palabra, y que podrían hacerlo también en ese momento.

Así ha empezado el juicio, que nada más comenzar ha tenido que hacer un receso porque, esperando que los acusados declararan, habían citado al resto de los testigos más tarde.

Este lunes estaban citados 23 testigos, aunque sólo han declarado 16, ya que, 3 de ellos habían justificado que no podían asistir y otros 4 han sido finalmente desestimados tanto por la defensa como por las acusaciones.

No había cámaras dentro de la bodega, sí en la puerta de entrada

El primero en declarar ha sido el copropietario de Atrio, José Polo, que ha explicado que se dieron cuenta del robo al mediodía del día 27, “cuando iba a comenzar el servicio” y que sólo vio a la pareja durante un momento de la cena, que se acercó a su mesa para preguntar si todo era de su agrado.

Recuerda a la señora “delgada, aparentemente llevaba peluca, con gafas de pasta negra, el señor pelo castaño (ahora está rapado) , fuerte, con buena constitución, muy simpáticos, no vi nada raro”.

Cuando el sumiller comenzó su jornada el día 27, en torno a las 2 de la tarde, vio que la puerta de la bodega estaba entreabierta y que faltaban botellas de vino.

Saber cuáles faltaban, en concreto, fue rápido, ya que, según se dijo, la bodega es como una biblioteca cada botella está en un nicho numerado, y además se llevan tres tipos de registros de entradas y salidas de vino, dos manuales y uno informático.

Polo indicó que el valor de las botellas de vino reside en la escasez que hay de éstas, como es el caso de las 38 que robaron de la bodega Romanee Conti, y en el caso de la Chateau D’Yquem de 1806, valorada en 350.000 euros, es única, la siguiente más antigua que existe es de 1866. “Yo no la habría vendido ni por un millón de euros. Era una botella certificada, y con una historia, para nosotros tenía un valor histórico y sentimental, la historia de Atrio y la historia de esa botella están unidas”.

Polo destacó que no había cámaras dentro de la bodega, como tampoco las hay ahora que se ha renovado todo el sistema de seguridad, implementando la última tecnología en inteligencia artificial de reconocimiento facial, “porque lo que nos interesa es saber quién entra en la bodega”.

Los vinos estaban valorados por el perito Francisco Berciano, experto en este tipo de vinos, en 1,2 millones de euros, y Atrio recibió una indemnización de la aseguradora Reale de 753.446 euros. Existe un acuerdo entre el establecimiento hostelero y la compañía aseguradora, que ahora es la dueña de las botellas, de que si aparecen los vinos el restaurante pueda recuperarlos pagando la indemnización recibida por éstos.

A la pregunta de la defensa de los detenidos de por qué se habían conformado con una indemnización de alrededor de 480.000 euros menos del valor de los vinos, José manifestó que después del robo, tanto él como su pareja y socio, Toño Pérez, estuvieron muy hundidos por la pérdida de las botellas, por el asedio de los medios de comunicación y porque “teníamos la sensación de que se había violado un espacio muy íntimo”.

Tanto el sumiller, como el jefe de sala y la directora de Atrio manifestaron creer reconocer a los acusados, pero no pudieron asegurarlo al cien por cien debido al tiempo transcurrido. Todos hicieron mención a que la mujer llevaba una peluca negra brillante, gafas de pasta negras, y “las cejas muy perfiladas”, precisó la directora.

La última en testificar este lunes ha sido la trabajadora que limpió la habitación que presuntamente ocuparon ambos, que dijo que le ordenaron parar la limpieza cuando ya había retirado las sábanas y había echado productos químicos en el inodoro para evitar que se pudieran borrar las huellas de sus ocupantes.

La abogada, a la pregunta de si a la vista de los testimonios y las grabaciones, puede confirmar si sus defendidos estuvieron esa noche en el hotel, indicó que ni lo confirma ni lo desmiente. Tampoco quiso adelantar si sus clientes declararán al final del juicio, aunque indicó que, presumiblemente, sí lo harán para aclarar algunos de los testimonios policiales.

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