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“Anova se juega seguir siendo central en la ruptura política”

Martiño Noriega, alcalde de Teo y coordinador nacional de Anova

David Lombao

Anova celebra el próximo fin de semana su segunda asamblea nacional. Bajo el lema Con la nación en la izquierda. Tejiendo red, la formación que lidera Xosé Manuel Beiras se enfrenta a un cónclave decisivo para su futuro cuando apenas han pasado dos años desde la asamblea fundacional. Para Martiño Noriega, actual coordinador nacional, no hace falta “dramatizar” lo que pueda acontecer en el plenario del Palacio de Congresos compostelano, pero tampoco evita evidenciar que en esta cita medirán sus fuerzas las que se han dado en llamar “dos almas” de Anova, las cuales pueden no tener “problema” para “convivir” siempre y cuando “una de las dos posiciones no adopte un análisis excluyente de la otra”. “Y eso –afirma– ha ocurrido”.

El nacionalismo gallego se está acostumbrando a tener asambleas tensas, cruciales, decisivas...

Eso sucede porque hay un debate de fondo. Muchas veces se intenta reflejar hacia fuera que los problemas en el nacionalismo gallego son cuestiones de luchas de poder cuando lo que hay es un debate estratégico sobre la posición que se debe defender en estos convulsos tiempos. Eso es lo que provoca ese debate de ideas, que no es menor. Hay dos posiciones. Una emana de las teorías del nacionalismo contemporáneo desde los años 60, que apenas ha modificado su análisis del país y sus repuestas; opino que es legítima, a veces digo aislada o aislacionista. Y hay otra que cree que el nacionalismo gallego de izquierdas está obligado a abrir nuevos espacios, a buscar confluencias en ese frente popular del siglo XXI que le dé a nuestro país una alternativa al poder del PP y del PSOE y que además tiene la función de ubicar el discurso de país en ese gran frente amplio en el Estado hacia un proceso constituyente. No deja de tener ciertos paralelismos con el debate que vivió el Partido Galeguista en los años 30, incluso cuando se vivió la cuestión sobre el Frente Popular. El PG adoptó una posición que implicó que el discurso de país estuviera presente y que tuviéramos rango de nacionalidad histórica.

Desde los primeros pasos de Anova se habló recurrentemente de esas dos visiones, de “dos almas”...

Son dos estrategias que están en el nacionalismo, no solo a nivel partidario. Estaban también, por ejemplo, en el Encontro Irmandiño. Son dos almas y a veces se dice que no hay problema para que convivan. Pero el problema es cuando una de las dos posiciones adopta un análisis excluyente de la otra y eso ha ocurrido. Ocurrió en su momento en el BNG y ocurre ahora en la medida en que, ante determinadas cuestiones, se es anatemizado o puesto fuera de los marcos del nacionalismo. Esa es la cuestión; a veces las cosas llegan a determinados límites no porque uno quiera, sino porque a uno se le obliga a llegar a esa posición, hablo colectivamente. Yo adopto esta posición porque creo que es la que debemos adoptar como nacionalistas gallegos, tener valentía para abandonar clichés y posiciones partidarias clásicas que pueden dar una rentabilidad, pero que no dejan de significar una derrota en el proceso que estamos viviendo. Hoy por hoy no me importa un resultado partidario en términos porcentuales o una posición más o menos de “andemos nosotros bien, no me importan los demás”. A mí lo que me interesa es lo que yo entiendo como una batalla decisiva; tanto en el país como en el Estado se está jugando si hay una renovación contractual con los poderes que conocemos desde la Transición, por otras dos décadas.

El sistema está jugando: renueva caras en el PSOE, pero no cambia de discurso; renueva monarca, pero mantiene la monarquía; el PP habla de regeneración cuando es un partido estructuralmente corrupto. Y se está jugando si somos capaces, entre todos, dentro de una pluralidad identitaria y de la izquierda social, de elaborar una alternativa a eso y de abrir un espacio en el que podamos poner nuestras reivindicaciones. La situación es la que es porque hay este contexto.

Hay un conflicto estructural, de estrategias... ¿Pero también generacional y, en última instancia, de personas?

Estamos hablando de estrategias, pero al fin y a la postre quien ejecuta eso son personas. Y sí que es cierto que el nacionalismo gallego viene lastrado desde los años 60 por roles personales. También es cierto que cada vez son más las voces que solicitan, respecto a los roles personales, una tabula rasa y no seguir cargando con esas mochilas históricas.

¿Cómo se consigue hacer eso?

Es una gran pregunta para la que no tengo respuesta. Supongo que por un proceso de decantación dentro del discurso. Hay un debate estratégico de fondo y otro de roles personales.

¿Qué se juegan Anova, por una parte, y por otra, Galicia, en esta Asamblea? ¿Hay riesgo de que todo tienda a reducirse a si se trata de ir a las elecciones o no con Izquierda Unida o con Podemos?

Yo intento desdramatizar la posición partidaria de Anova. Anova, como se conoce a día de hoy, debe decidir sobre la posibilidad de seguir inserta en ese proceso de ruptura, si quiere o no participar. Si Anova decide que no quiere participar, ese proceso de ruptura existe y otros lo harán. Ese espacio a veces se tiende a simplificar en alianzas electorales, incluso hasta el ridículo. Pero es mucho más complejo de lo que parece. Anova hizo una apuesta por generar un espacio mestizo, que era AGE, donde desde federalistas de izquierdas a nacionalistas e independentistas, mayoría social agredida o gente desencantada del PSOE se podían sentir reflejados. Ahora la respuesta no llega únicamente por la vía de estas coaliciones, hay un elemento a mayores: ciudadanía autoorganizada que no participaba de la representación en las instituciones y que decide participar. Y está dispuesta a hacerlo en simbiosis, aunque sea con desconfianza, con determinadas estructuras partidarias. Ahí está el reto: la complejidad es grande, pero es la situación en la que nos encontramos. Y ahí es donde hay que hablar de generosidad, de confianza y de estar. A veces se simplifica la cuestión con la izquierda federal; pero si queremos una salida al cierre en falso que están buscando los poderes fácticos del Estado, hay que contar con la izquierda federal y con nuevas emergencias en ella, como puede ser Podemos. Igual que hay que contar con las expresiones identitarias en las naciones, como se contó en el Frente Popular. Hay que contar com la expresión política de Galicia, Euskal Herria y Catalunya. Y hay que añadir ciudadanía no organizada partidariamente. Anova se juega seguir siendo una fuerza política que en ese espacio tiene una centralidad en el discurso; porque más allá del debate, Anova es una organización saneada económicamente, sin ninguna deuda financiera, con representatividad social y centralidad en ese espacio de ruptura, en el que no es vista con desconfianza. En todo caso yo desdramatizaría, el proceso seguirá. Con o sin Anova. Si nosotros no lo hacemos, lo harán otros.

¿Con o sin Anova, o con o sin parte de Anova?

Eso es algo que les toca a las partes. Cuando haces de tu posición una posición excluyente y vuelves a decir cosas como las que yo escuché cuando nos marchamos del BNG, cuando por buscar nuevos espacios eres apodado como españolista... Por esa regla de tres, Bóveda y Castelao también lo eran. Ya no escuchas esas cosas desde la organización de la que te marchaste, sino en la propia. Y, sobre todo, al hilo de la experiencia de AGE. Yo soy de los que creen en la convivencia, en el que lo viejo no acaba de desaparecer y lo nuevo no acaba de consolidarse. Pero eso les tocará a las partes.

Alude a varios síntomas en la sociedad y muchos de ellos se apreciaron en las elecciones europeas. ¿Cuáles apreció usted, en general y en la experiencia de AGE en Europa?

De AGE en Europa siempre hice un relatorio positivo, supongo que también porque desde dentro vi la complejidad de reeditar la coalición y de hacer eurodiputada a Lidia [Senra]. En el simbolismo de Lidia está parte de este discurso. Fuimos capaces de poner una voz gallega en ese espacio de ruptura con una persona que representa de manera clara los intereses del país en pie de igualdad con la izquierda federal, con Podemos, con EH-Bildu, con Syriza, con el Bloco portugués, con el Front de Gauche, con Die Linke... Y estás ahí porque quieres estar, Galicia en la internacional de las agredidas y agredidos. Poder reeditar esto en una situación muy convulsa y consolidarte como tercer espacio político en el país es positivo. Además, se comprobó que ninguna fórmula partidaria o de coalición tiene el copyright del proceso: la emergencia de Podemos. Eso acontece ahora, con informaciones que llegan de encuestas de los partidos de la alternancia, donde en ciudades en las que no están constituidas candidaturas populares aparecen como segunda fuerza. Eso es porque la gente está esperando por eso. Ahora, el problema no es percibirlo, sino participar activamente en cómo articular esa respuesta. Y ahí es donde entra la terrible complejidad, la generosidad y las posiciones de parte, las tentaciones de querer representar exclusivamente el proceso, como puede tener Podemos... O entender que, si no es entre todos, no somos capaces. No hay la posibilidad de conformar una Syriza en el Estado español que no contemple a las izquierdas nacionales, porque esto no es Grecia. Pero lo que está claro es que en estos momentos hay un vector que colisiona con el de la alternancia y con el del cierre en falso.

Después de un primero momento en el que se hablaba de la horizontalidad, de explorar alternativas, cada vez se habla más de que hay que gobernar. ¿Cómo se puede encuadrar esto en los procesos en marcha a pocos meses de las municipales? Hay que confeccionar candidaturas, elaborar programas electorales y decidir qué personas optan a las alcaldías...

Dibujando las líneas del campo para que todo el mundo tenga un espacio de referencia. ¿Eso cómo se hace? Consensuando un programa de mínimos que, peinso, no debe ser difícil de acordar. Hablando de lo local, del corsé de la reforma local, de democracia participativa, de transparencia, de ética, de remunicipalización de servicios, de una cultura con la centralidad asentada en nuestro país... Ahí hay un gran espacio. Y después, buscando un espacio para escoger a las personas en primarias a las que todo el mundo pueda concurrir. No va a haber la fórmula perfecta. Y respecto a la filosofía de fondo, ganar es una cuestión de supervivencia, no una opción. Tú puedes, políticamente, entender que no tienes por qué llegar a las instituciones y consolidar un proyecto a medio plazo. Pero en estos momentos el sistema no da esa opción y eso condiciona todo el debate. Y la izquierda social y el nacionalismo gallego no pueden vivir de espaldas a ello, sino asumir su responsabilidad. Por ganar en las elecciones no vamos a resolver el problema, pero sin ganar, el problema se va a amplificar. El discurso no puede ser resistencialista ni de parte, sino de victoria o derrota, que es lo que nos jugamos hoy por hoy. Y victoria es mayoría social, pluralidad identitaria e incluso la búsqueda de un nuevo modelo social e identitario.

¿El fenómeno de esas resistencias de las que habla a no perder el propio status convive con otro de resistencia al liderazgo? Hay muchas personas que dicen “yo solo lidero si no hay otra persona que lo haga”?

Sí, conviven, aunque son más importantes las otras resistencias. Yo no quiero formar parte de eso, porque hay una posición a priori, de ponerle lindes al campo. Yo ahí interpelo al espacio del BNG, y no como una cuestión estratégica, sino de convencimiento. Ahí hay una lectura de decir no por anticipado. En el fondo, fue la misma lectura que ya se hizo con el 15-M, de desconfianza hacia todo lo nuevo que está pasando. Y de no querer sentir ese vértigo que todos sentimos. Lo otro es subsanable, en la medida en que los procesos colectivos se encaminan y en la medida en que podamos crear algo real en la base social. Es cierto que al final hace falta gente que dé un paso adelante, pero lo importante es que el proceso está en marcha. Los liderazgos acabarán llegando a lo mejor no con liderazgos sociales ya conocidos, sino con liderazgos sociales de entre el propio movimiento.

Después de las municipales vienen las elecciones generales y después, las gallegas. Tras dos años de la segunda legislatura de Feijóo, ¿hay recorrido para que se visibilice una alternativa de gobierno en Galicia? ¿Se le dejan pasar muchas cosas al actual Gobierno?

Puedo aceptar esa valoración, pero también soy de los que dice que en ese horizonte de locales, generales y autonómicas cerramos un ciclo. Es el límite que veo para revertir la situación; si no somos capaces de hacerlo en esos tres eventos, estaremos condenados a buscar otro tipo de horizontes de trabajo o a asumir que, en caso de llegar, llegaremos tarde.

¿Sería una nueva derrota histórica?

Sería una derrota histórica. De ahí que muchos de nosotros estemos absolutamente volcados, poniendo en tela de juicio incluso nuestros roles personales. También desdramatizo eso, pero tenemos que ser conscientes; si no somos capaces de provocar puntos de inflexión y espacios de esperanza, y no hablo de un buen resultado electoral sino de victoria y cambio de gobierno, claramente tendremos que anotar en el debe otra derrota histórica.

Se refiere a lo personal cuando quedan pocos meses de mandato municipal y, por lo tanto, de alcaldía en Teo. ¿Ya se ha hecho la pregunta de qué va a pasar después o depende, en buena medida, de estos procesos?

La pregunta me la hago constantemente y sigo sin encontrar respuestas, pero tampoco me estresa. La respuesta está en mí y en las dinámicas colectivas, no hay una libertad absoluta. Mis posiciones personales las tengo fijadas y después habrá que conciliarlas. Pero los momentos son cambiantes, cada dos meses ocurren cosas nuevas. Además de no seguir operando bajo el concepto clásico de salir de un lado para ir hacia otro, fantaseo con retomar muchas cosas que he ido abandonando en estos años, pero también entendiendo que soy parte de un proceso. Como decía aquel ciclista, “vamos yendo, vamos viendo”.

Quinielas en las que salga su nombre no faltan...

Y apuestas perdidas, tampoco. Llevan muchos años saliendo [ríe].

Se habla de nombres y personas y hablar socialmente de Anova es hablar de Xosé Manuel Beiras. ¿Cómo está de asociado el futuro de Anova al futuro político y vital de Beiras?

Siempre ha habido una lectura del nacionalismo gallego que apostaba por colocar la posición de país en esa marea ciudadana y tener el aval de Xosé Manuel Beiras facilita todo eso, porque igual que hablamos de procesos colectivos, hablamos de referencias personales. Podemos hablar de Quim Arrufat o David Fernández en las CUP, a nivel de Estado de Pablo Iglesias y Julio Anguita, de Ada Colau en Catalunya... Y si hablamos de Galicia, ocho de cada diez personas que estén participando en este proceso hablarían de Xosé Manuel Beiras. Xosé Manuel puso su capital personal y avala la presencia del nacionalismo histórico de izquierdas en este proceso, y eso es fundamental. Él ha explicitado muchas veces que está en el epílogo de su vida personal y ahí opera con absoluta libertad. Los tiempos de Xosé Manuel está marcándolos él, con un coste personal elevado y no tengo dudas de que por él no va a quedar que seamos capaces de poder voltear la situación social.

¿El lugar donde esté él en la asamblea de este fin de semana puede ser también determinante? Hay personas que han estado políticamente muy próximas a él y ahora no lo están...

Su posición se ha ido decantando con los acontecimientos. No es algo que tenga que determinar este fin de semana; él, en todo este proceso y a disgusto, se ha tenido que ir decantando. Lo importante, por así decirlo, es preservar su figura por encima de las cuestiones de debate, porque no es patrimonio solo de un partido, es patrimonio de la ciudadanía gallega. Más allá de ello, él a día de hoy opera con la libertad personal suficiente como para ser consciente y marcar sus tiempos. Es un debate que está cerrado porque él mismo lo va cerrando. Su posición está marcada en estos últimos meses, en la apuesta que hace en un momento muy complicado por reeditar AGE, por su propio discurso... Y está marcada desde hace años, la cuestión es saber interpretarlo y leerlo a pesar de los intentos de instrumentalizar su persona. Pero él está por encima de esos intentos.

Si el proyecto de Anova que usted defiende sigue adelante a partir del lunes, ¿qué tareas internas y sociales tiene por delante? ¿Y AGE?

Hacia afuera Anova tiene que seguir siendo ese facilitador en la configuración de un frente amplio en Galicia y en el Estado, y eso pasa por seguir nutriendo el espacio de AGE y no conformarnos con él. Y ahí, estar siempre con las manos abiertas y en una posición en la que seamos capaces de conciliar los intereses de país y de la ciudadanía agredida. Internamente Anova tiene que seguir caminando hacia lo que se dijo que era, algo nuevo, que es muy fácil de decir pero difícil de hacer, porque todos arrastramos nuestros pasados y acabamos reproduciendo dinámicas aprendidas.

¿También ampliar la militancia?

También. A lo mejor, no ampliarla en un sentido clásico, pero sí ampliar la base social. ¿Cómo? Abriendo espacios de participación, tanto presenciales como a través de la tecnología, de la corresponsabilidad en la toma de posiciones, incentivando a la gente a participar... Ya em estos meses hemos empezado a poner en marcha las Xeiras (Jornadas), espacios de participación en los que no había por qué ser militante de Anova, que en el fondo venían de las Trobadas de las CUP. Hay que seguir agitando, llamando a la rebeldía. El rol de Anova es ese, entendiendo que no se puede ceñir a la cuestión partidaria y a las miserias de los partidos políticos, que las hay.

El colectivo Cerna llama a “recuperar el proyecto originario” de Anova

El colectivo Cerna llama a “recuperar el proyecto originario” de AnovaLa posición de la actual dirección de Anova, materializada en los documentos políticos que se debatirán en la asamblea, se contrapondrá a los postulados de Cerna, la corriente interna creada a finales del pasado junio y en la que, entre otros, destacan los nombres de Luis Eyré o Mario López Rico. El colectivo, constituido con los “objetivos políticos de promover la soberanía nacional de Galicia” y la consecución de un Estado propio, y que entiende la “organización como instrumento que contribuya a la defensa del bienestar de las mayorías sociales” o la “democracia directa”, presentó una enmienda a la totalidad de las tesis de la cita asamblearia en la que, dicen, defenderán “recuperar el proyecto originario” de Anova.

Con esta alternativa política y organizativa a las “tesis oficiales”, dicen desde Cerna, “se trata de mantener los estatutos actuales” de Anova “frente a la tendencia de la actual Permanente de recentralizar” la organización “en detrimento de las asambleas de base”. Así, señalan, lo que están propugnando“ es el ”mantenimiento de los principios organizativos y de los estatutos, porque responden a un consenso constituyente que se debe recuperar para que Anova sea ese instrumento que pretende ser para actuar a favor de los intereses de la mayoría social agredida“. El ”único fallo“, advierten, ”ha sido el incumplimiento de los mismos o la falta de puesta en práctica de lo referido en ellos“.

En este escenario, las personas que forman parte de Cerna hacen “hincapié” en la “necesidad de caminar hacia una única militancia interna dentro de Anova y no por siglas, lobbies o camarillas”. Además, en lo que respecta a la tesis política, apuestan por “impulsar y apoyar AGE en el Parlamento gallego para que esta coalición cumpla con el compromiso ante la ciudadanía gallega que le prestó su apoyo en las pasadas autonómicas”. De cara a las municipales, Cerna defenderá, en la línea de una enmienda formulada en la Coordinadora Nacional del pasado mayo y que “fue asumida”, que Anova “haga pública la renuncia expresa a presentar candidaturas partidarias en solitario o en coalición, para mostrar plenamente su apuesta” por las “Candidaturas de Unidad Ciudadana”.

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