La combinación de incendios y tormentas deja a Verín sin agua potable
En los primeros días de agosto Verín sufrió el que por el momento es el mayor incendio del verano en Galicia. El fuego que había comenzado en el entorno de la parroquia de Vilamaior se llevó por delante unas 1.400 hectáreas y tuvo como icono el corte de la autovía A-52, además del desalojo preventivo de viviendas. Pero sus consecuencias no terminaron cuando fue apagado.
La llegada de las lluvias, positiva para áreas quemadas cuando las precipitaciones son débiles, ha sido este fin de semana la peor de las noticias posibles. El agua cayó en forma de fuertes tormentas, arrastrando cenizas que acaban de dejar a este municipio ourensano sin agua potable.
El alcalde verinense, el socialista Gerardo Seoane, ha hecho público este lunes un bando en el que, “en cumplimiento de prevención de la salud pública” del vecindario, advierte de que “como consecuencia de las fuertes lluvias, la sequía y el actual estado del terreno derivado de los últimos incendios”, el agua de la red pública de abastecimiento “no es apta para el consumo humano”.
La explicación es que el agua de las violentas tormentas ha arrastrado cenizas del área quemada hasta el lecho del río Támega, alcanzando de lleno a la zona en la que se capta el agua que pasa a la red de Verín.
“El personal técnico -indica el bando de la Alcaldía- se encuentra buscando una alternativa para recuperar el correcto funcionamiento del sistema de abastecimiento” y “una vez resuelto el problema puntual de potabilidad se comunicará a todos los usuarios” en una nueva comunicación del Ayuntamiento. Mientras, el agua seguirá saliendo de los grifos mezclada con restos del incendio, lo que puede ser perjudicial para la salud de quien la consuma.