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Compostela, Cíes, la playa de As Catedrais: la saturación turística pone sobre la mesa los cobros a viajeros en Galicia

Visitantes en la playa de As Catedrais, en Ribadeo, en Semana Santa.

Beatriz Muñoz

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Este año, 2023, no es santo, pero el turismo en Galicia está dejando pequeñas las cifras del anterior, que sí lo era. En los siete primeros meses, el número de visitantes creció un 8%, según destacó la Xunta, que celebra sin excepciones y con pocos matices cada incremento. Pero en el terreno concreto varios destinos dan muestras de saturación y las tensiones han activado el debate sobre el cobro de tasas turísticas o la necesidad de hacer de pago algunos servicios para financiar el coste extra que supone para las administraciones la gran afluencia de viajeros.

La propuesta de fijar una tasa turística, que se tendría que articular a través de una ley autonómica, está ya en manos del presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, que se ha mostrado esquivo durante meses con el argumento de que no había recibido ninguna documentación. El remitente es el gobierno local de Santiago de Compostela, ahora encabezado por Goretti Sanmartín (BNG). El debate quedó abierto y sin concreción en el mandato anterior, con el equipo del socialista Xosé Sánchez Bugallo, pero la idea venía heredada de antes, de la etapa en la que gobernaba Compostela Aberta (2015-2019).

Rueda y Sanmartín tienen previsto reunirse en septiembre y este punto estará, según la alcaldesa, en el centro de la conversación. Además de la idea de cobrar una tasa turística a quienes pernocten, la regidora ha planteado que también los excursionistas que pasan el día pero no se quedan a dormir abonen una cantidad por su visita. La afluencia de visitantes a la capital gallega en temporada alta cuestiona la compatibilidad entre el modelo turístico y la vida cotidiana de los vecinos, que protestan por la saturación a la que se llega y los comportamientos de algunos grupos de peregrinos que entran entonando cánticos a voz en grito o de quienes plantaron tiendas de campaña ante una de las puertas de la catedral. Al margen de las tensiones, el gravamen propuesto serviría para afrontar gastos de limpieza, seguridad y protección del patrimonio.

Un sondeo del Parque Nacional das Illas Atlánticas que pregunta a los visitantes por la posibilidad de cobrar entre cinco y 2,5 euros a quienes accedan a Cíes, Ons o el resto de islas llevó el debate al terreno de la financiación de programas en favor de la flora y la fauna que desarrollaría el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El parque, gestionado por la Xunta, tiene ya cupos máximos de viajeros al día. El Gobierno gallego señaló que las encuestas, adelantadas por Praza.gal, no querían decir que se estuviese estudiando efectivamente la implantación de un cobro y que el objetivo del estudio, a cargo del CSIC, es “conocer la valoración de la ciudadanía al respecto de la conservación del patrimonio natural”.

La idea fue rechazada de plano por el alcalde de Vigo -municipio al que pertenecen las Cíes-, el socialista Abel Caballero. Su oposición a una medida de este tipo, dijo, es “frontal”, tanto para la ciudad como para las islas.

Cobrar servicios en la Ribeira Sacra y en As Catedrais

La playa de As Catedrais, en Ribadeo (Lugo), aplica desde hace años un sistema de control de afluencia por la cantidad de visitantes que empezaba a amenazar un entorno delicado. Los pases son gratuitos y según el alcalde, Daniel Vega, seguirán siéndolo. Pero otros servicios, como el aparcamiento que está proyectado para tratar de descongestionar la zona, sí serán de pago. También plantea crear puntos específicos para caravanas en los que también se cobrará para financiar servicios como el acceso a agua corriente o la retirada de basura y limpieza. “Lo que no podemos es tener la costa con 50.000 caravanas o coches aparcados de cualquier manera”, justifica.

Vega dice que en Ribadeo no hay masificación, sino un incremento de viajeros en la segunda quincena de julio y el mes de agosto, pero lo considera “muy reglado”. La idea de una tasa turística no está en esta localidad de A Mariña sobre la mesa.

Alexandra Seara, gerente del Consorcio de Turismo da Ribeira Sacra, admite problemas de masificación en algunos momentos del año y tensiones con los vecinos, que se encuentran vehículos particulares aparcados en las entradas de sus fincas. La idea de una tasa turística no se ha abordando más que en conversaciones informales en este entorno, señala. El camino marcado en este caso es habilitar zonas de aparcamiento para los visitantes y buses lanzadera para desplazarse por las escarpadas orillas del Sil. Ahora mismo, el proyecto está en fase piloto y es gratuito, pero la intención es que “a corto o medio plazo tenga un coste para hacerlo viable”, explica.

Seara cree que es necesario intervenir en la movilidad para evitar que los vehículos privados lleguen a los puntos “más frágiles” y aliviar la presión sobre este territorio. También defiende la iniciativa por la necesidad de “mejorar la experiencia tanto de la población local, para que se sienta menos invadida por los coches, como de los visitantes, que pueden aparcar de forma correcta y despreocuparse”.

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