Nueve cruces por la memoria de los asesinados
Felicísimo, 44 años y marinero de Panxón. O Ghonda, 36 años y labrego de A Ramallosa. O Lijó de Corrubedo, marinero en Bahíña. O Rei Quiquito, 47 años y marinero también de Panxón. Fidel, 51 años, y marinero de Baiona, como O Pelonio, que contaba 45. O Ferreiro do Burgo, 30 años y mecánico de Bahiña. Generoso, de 37, marinero. Y Manuel Aballe, otro marinero. Estos son los nombres de las nueve personas asesinadas por los fascistas en Baiona el 15 de octubre de 1936. Fue en el lugar conocido como la Volta dos Nove, en la curva de A Bombardeira (Baredo - Baiona).
Sus restos fueron exhumados por fin en 2009 y este domingo, como todos los años en estas fechas, serán homenajeados en ese lugar, a la altura del kilómetro 58 de la carretera Baiona - Camposancos. El sencillo homenaje consiste en un momento de recogimiento frente al monumento, obra del escultor Fernando Casás, unas breves palabras del historiador Carlos Méixome, director del Instituto de Estudios Miñoranos (IEM), y una ofrenda floral. Como parte de la conmemoración de este 76 aniversario, días atrás, familiares y miembros del IEM replantaron 45 laureles en la zona del monumento, en substitución de los originales afectados por las inclemencias del tiempo.
No habían cometido más delito que ser miembros de sindicatos agrarios o marineros. Los nueve asesinados fueron sacados de los calabozos de Vigo en venganza por la muerte de un guardia civil. Días antes de la matanza, dos hermanos, uno anarquista de la CNT y otro sindicalista de la UGT, vivían escondidos de los falangistas. El Cabo Pena de la Guardia Civil de Baiona junto a dos guardias, Refojo y Paniagua, después de un chivatazo, decidieron entrar en la casa para detenerlos. En la disputa los hermanos mataron al guardia Refojo antes de ser asesinados.
Pero el Cabo Pena y los falangistas decidieron llevar a cabo una matanza para atemorizar al resto de la población. Los falangistas elaboraron una lista con los nombres de nueve afiliados a sindicatos agrarios y marineros que estaban presos en los calabozos.
Sin embargo, desde entonces cada 15 de octubre aparecían en la Volta de los Nove otras tantas cruces, una por cada ejecutado. Los franquistas intentaron saber quien las pintaba pero cada año volvían a aparecer las nueve cruces pintadas para recordar lo sucedido.
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