La entrega de Feijóo a Vox se le atraganta a Rueda en la sesión de control del Parlamento de Galicia
Ni siquiera sus 40 escaños de 75 y un dominio mediático aplastante garantizan la tranquilidad absoluta de Alfonso Rueda en las sesiones de control de Parlamento de Galicia. Este miércoles fue la entrega de su superior en el PP, Alberto Núñez Feijóo, a las tesis de Vox lo que se le atragantó. Le había pedido explicaciones el portavoz socialista: “Frente a la ola de negacionismo climático, de la memoria, del machismo, ¿el presidente de la Xunta está preocupado o no?”. Rueda tardó en reaccionar. No lo hizo en el primer turno, visiblemente descolocado. En el segundo acertó a prometer que trabajará “porque Vox no exista en Galicia”. Evitó, eso sí, concretar sus opiniones sobre materias sensibles como el desmantelamiento de las políticas de memoria, declaraciones sexistas de miembros de su partido o las razones del voto del PP español en contra del objetivo comunitario de emisiones.
El líder del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, había denunciado la complacencia de la derecha con la extrema derecha. Los ejemplos en los últimos meses se multiplican. El discurso de Feijóo ha asumido posiciones que hasta no hace mucho solo defendía Vox en materias como migraciones o el calentamiento global. Y desde 2023, el expresidente gallego y ahora jefe del PP estatal aceptó y aceleró la entrada de la ultraderecha en gobiernos locales y autonómicos encabezados por su formación. Ahora insiste en Valencia. “¿Usted comparte o no esa deriva hacia la ultraderecha?”, repitió Besteiro. Los de Abascal carecen de representación en Galicia: ni diputados ni concejales.
Alfonso Rueda no había previsto ese desarrollo del debate. Tampoco su equipo. En su primera réplica, protestó porque, a su juicio, el socialista se había desviado de la preguntada registrada (en la Cámara gallega hay que hacerlo con diez días de antelación). Esta se interesaba por si “las decisiones” del presidente de la Xunta “están dirigidas a las personas y colectivos que necesitan soluciones a sus problemas”. “Usted pregunta al tuntún”, le afeó. Casi a la misma hora, pero en el Congreso de los Diputados en Madrid, Feijóo usaba su intervención ante Pedro Sánchez, teóricamente sobre la falta de Presupuestos generales, para atacar al Gobierno por la corrupción de Santos Cerdán. Y solo 15 minutos más tarde, el propio Rueda recibía la pregunta de Ana Pontón, líder del BNG, sobre los problemas de la atención primaria con una demorada disertación crítica contra el viaje político de la nacionalista a Uruguay y Argentina la pasada semana.
El caso es que el presidente gallego se limitó de entrada a su retórica de las últimas semanas sobre las bondades de presentar los Orzamentos para 2026 en tiempo y forma -el PP tiene mayoría absoluta- y compararlo con la situación estatal. “Hacemos presupuestos porque resuelven los problemas de las familias”, resumió. Ya para cerrar, en su segundo turno, consiguió hilvanar alguna idea sobre los “principios políticos” que le había solicitado Besteiro. “Estoy orgulloso de la Transición y de la reconciliación”, dijo, antes de acusar al PSOE de “la situación actual de polarización” y comprometerse a trabajar “para que Vox no exista en Galicia”. Y avisó a los socialistas de que se asoman a su final “con una triste historia de corrupción”.
“BNG, cero condenados por corrupción”
Lo de la corrupción le sirvió también para cargar contra Ana Pontón por, dijo como suele decirlo, no romper con el Partido Socialista, con el que firmaron un acuerdo de investidura en Madrid y cogobiernan en ayuntamientos y diputaciones. El argumento le fue de vuelta. “Tiene usted valor. Ser del Partido Popular, el único partido de Europa condenado por corrupción, y venir aquí a dar lecciones”, afirmó, “y sabe una cosa, el BNG, cero condenados por corrupción. De ustedes perdimos la cuenta”. Pero la nacionalista se había ceñido en su pregunta a lo registrado en la Cámara diez días antes: el estado de la sanidad pública cuando en el horizonte inmediato -26, 27 y 28 de noviembre- sindicatos, colegios médicos o sociedades científicas apoyan una huelga en la atención primaria.
“Lo felicito. Ha conseguido poner a todo el mundo de acuerdo en contra de su política sanitaria”, comenzó Pontón, “colegios profesionales, trabajadores, sociedades científicas. ¿También los va a acusar de alborotadores, agitadores y de estar a sueldo del BNG?”. El PP gallego se ha deslizado por esa pendiente argumental en los últimos meses y ha llegado, incluso, a equiparar el derecho a huelga con la kale borroka. Rueda insistió. “La pancarta, la algarada, alargar la tensión, eso es lo que a usted le importa”, dijo. Sobre las cifras que la portavoz del Bloque había puesto sobre la mesa y que extrajo de fuentes oficiales -360.000 persona en lista de espera, 11.000 niños y niñas sin pediatra asignado-, lo de siempre sin detalle: “Siempre maneja mal los datos”.
Tampoco entró a las propuestas concretas desgranadas por Pontón: dedicar a la primaria el 25% del presupuesto sanitario, convocar todas las plazas vacantes de medicina de familia, dotar a los centros médicos de psicólogos clínicos o logopedas. “Usted nunca ha manejado un euro público”, la despreció Rueda, que aprovechó para anunciar “la llegada de un acelerador de protones” destinado al centro de protonterapia aún en construcción.
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