Un estudio confirma el efecto del amianto en la salud de los trabajadores del naval
“Existe una elevada prevalencia de patología por asbesto entre los trabajadores de los astilleros de Ferrol (...) Permite concluir que los trabajadores de los astilleros de Ferrol estuvieron expuestos a altas concentraciones de fibras de asbesto”. Las conclusiones de la tesis doctoral de Carmen Diego Roza, responsable de la consulta monográfica de asbestosis del hospital Arquitecto Marcide de Ferrol, le ponen cifras y una contrastada base científica a una realidad bien conocida en esta y en otras comarcas industriales: los efectos que el trabajo durante décadas con amianto (un eficaz pero muy dañino material aislante) tuvo en las personas que lo manipulaban o que realizaban su labor en los espacios en los que se empleaba.
La investigación realizada por la doctora Diego Roza en la Universidad de A Coruña analizó 681 casos de trabajadores que pasaron por su consulta entre 2002 y 2009. De ellos, el 70% presentaba alguna patología en cuya origen se podía identificar el efecto del amianto, sobre todo cáncer de pleura. El tiempo medio de exposición fue superior a los 20 años y el tiempo medio de latencia (los efectos suelen tardar muchos años en manifestarse) se situó alrededor de los 43,5 años desde la primera exposición. El estudio analiza igualmente la relación con el tabaquismo (más de 7 de cada diez eran fumadores o habían fumado en algún momento), señalando el tabaco como un factor de riesgo, al igual que el tiempo de exposición al amianto. Hablamos siempre en masculino, toda vez que de las personas que acudieron a la consulta con la sospecha de estar afectadas y que, en consecuencia, forman parte del estudio, sólo una es mujer, una paciente que trabajó en los astilleros, concretamente en los comedores, desde 1964 a 1985.
“En la literatura científica el tema está muy estudiado y es de sobra sabido que los trabajadores que manipularon amianto sufren una serie de patologías” -explica- “Lo importante de la tesis, además de la conclusión de la elevada prevalencia en los astilleros de Ferrol, es que se trata de la primera serie publicada en España, comparable con las que existen en otros países”, analizando con detenimiento y con cientos de casos la afectación en una industria muy concreta y en un lugar determinado.
La doctora Diego Roza explica en su tesis que la aparición de asbestosis es improbable con exposiciones acumuladas por debajo de 25 fibras/ml/año, y que el incremento en la incidencia de cáncer de pulmón también se produce tras exposiciones intensas y con una duración superior a 20 años. Añade que las enfermedades pleurales benignas, en cambio, pueden aparecer a partir de los 10 años del inicio de la exposición y que esta pudo haber sido de poca intensidad.
Todavía es mucho lo que se desconoce sobre el nivel de exposición de los trabajadores en los astilleros y en otras empresas, sobre todo en los años y las décadas previas a 1984, momento en que las instalaciones que manipulaban asbesto empezaron a estar obligadas a hacer mediciones de la concentración de fibras de este material en el ambiente laboral. Los efectos negativos no terminaron ahí, en todo caso. En 1987 dejó de emplearse en la fabricación de barcos, pero fueron muchos los trabajadores que tuvieron que seguir en contacto con él en reparaciones y desguaces y, por supuesto, en el sector de la construcción. “A pesar de que en ese momento ya se conocían sus efectos negativos, aun se tardó tiempo en tomar las oportunas medidas preventivas”, señala Carmen Diego Roza. El uso del amianto fue prohibido definitivamente en España en 2002, antes que en el conjunto de la UE (2005), pero mucho más tarde que en otros países.
No es un tema del pasado. La enfermedad tiene un período de latencia de 30 o 40 años, por lo que aún se manifestarán nuevos casos hasta el año 2030. Y más muertes. Las estimaciones hablan de más de 80 mil afectados en España, de los que alrededor de 50 mil murieron o morirán en esta década o en la siguiente. Es imposible saber con exactitud cuántas personas han perdido la vida en las últimas décadas en Ferrolterra a causa de enfermedades relacionadas con el amianto, sobre todo cuántas lo hicieron en los años ochenta y noventa.
De igual manera, no se puede dar una cifra para el número total de afectados en la comarca, aunque entidades como Agavida sitúan en 3.500. Sin embargo, viendo el nivel de afectación entre la plantilla de los astilleros, y toda vez que el sector naval de Ferrolterra llegó a dar trabajo a más de 16 mil personas a la vez -en el momento de mayor auge de esta industria- el número de personas perjudicadas puede ser muy superior. CC.OO. señala la importancia de inscribirse en el registro oficial de trabajadoras y trabajadores con exposición al amianto, alertando de que sólo lo ha hecho hasta el momento el 2% de las personas potencialmente afectadas por su exposición a este material. Y la propia doctora Carmen Diego Roza recomienda que cualquier persona que piense que pudo estar expuesta al amianto acuda a su médico de cabecera.
La tesis aporta cifras a la experiencia cotidiana del personal médico de la comarca. Una realidad que comenzó siendo poco más que un conjunto de historias personales, de compañeros o familiares que morían por afecciones pulmonares que, de forma cada vez más sospechosa, tenían una incidencia especialmente alta en los astilleros. Hasta el año 2000 apenas se hablaba del tema. En Ferrol había un número inusitadamente alto de muertes por enfermedades del pulmón, por cáncer de pleura, sobre todo entre hombres que trabajaban o habían trabajado en los astilleros. Pero ni se le daba un nombre ni se encontraba el nexo y origen. En ocasiones se le echaba la culpa al tabaco. La mayoría fumaba, pero muchos no lo hacían. En ese momento, gracias a la acción individual de algunos afectados y de algunos médicos, se consiguió romper el tabú y opacidad que parecían rodear a esta enfermedad.
A partir del año 2001 las principales fuerzas sindicales (CCOO, UGT y CIG) llevaron a cabo movilizaciones para crear una unidad de referencia en Ferrol para el diagnóstico y seguimiento de la patología provocada por el amianto. Tras diferentes medidas de presión, el SERGAS creó un protocolo de detección y seguimiento para trabajadores expuestos. También se constituyó en el Hospital Arquitecto Marcide de Ferrol una unidad específica, con una docena de médicos, entre ellos tres neumólogos. La doctora Diego Roza reconoce la pequeña dimensión de la unidad, que hace difícil ir más allá en investigación, en un hospital centrado además en la actividad asistencial y no en la investigadora. Sin embargo, destaca que están en contacto permanente con otros centros en toda España que trabajan en este mismo campo, desde el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona al Instituto Nacional de Silicosis de Oviedo.
Roberto Amado, autor del libro Peregrinos del Amianto, destacaba hace meses en entrevista con El Diario que los afectados, más que dinero, piden justicia y reconocimiento, señalando los obstáculos que las empresas y el Estado suelen situar ante las reclamaciones de las víctimas de esta enfermedad profesional: “Si el trabajador va a reclamar una indemnización, la compañía defiende que ese empleado no estaba en contacto con el amianto. Y ahí comienza el peregrinaje de los juicios, durante años”. En ese sentido, Carmen Diego Roza dedica su trabajo “a los trabajadores de Ferrolterra que trabajaron expuestos al amianto” destacando que “sin ellos, esta tesis no existiría” y que “es una deuda que tenía con ellos y que espero saldar”. Y concuerda con Amado en que “es gente que enfermó por hacer un trabajo, es gente a la que se le tiene que reconocer esto”. Concluye que “no deberían estar siempre reclamando y dependiendo del juez o del lugar en el que se juzgue su caso” para ver reconocido el carácter de enfermedad profesional para su situación.