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La huelga de hambre “silenciada” de las víctimas de la violencia machista

Pancarta en la sede de Ve-la luz

Miguel Pardo

Siete mujeres gallegas acumulan dieciséis días en huelga de hambre. Siete mujeres miembros de la asociación Ve-la Luz –de las diez que comenzaron la protesta– llevan más de dos semanas ingiriendo tan solo líquidos, en una acción con la que reclaman “protección real” para las víctimas de la violencia de género mediante una acción social tan contundente como silenciada. Los rostros de debilidad comparten espacio en la sede de esta agrupación coruñesa con un cartel donde escriben el número de horas (más de 360) que llevan sin comer y con los colchones y sillas donde aprovechan para descansar en el tiempo que sus trabajos y ocupaciones –porque siguen trabajando y atendiendo a sus hijos– les permiten acudir para continuar con su activismo reivindicativo.

“Estamos débiles, tenemos mareos y mucho cansancio, pero ya no hay hambre”, relata una de las mujeres que se mantiene en huelga de hambre desde la noche del día 14 al 15 de este mes de octubre. A un lado de la Audiencia Provincial de A Coruña –“es aquí donde tenemos que estar”, dicen– es donde estas víctimas del maltrato machista siguen reivindicando “un sistema de protección real para las mujeres y niños víctimas de la violencia de género” que “no fomente el empobrecimiento de la mujer, ni su sumisión, ni la continuación del maltrato”. Aclaran que la protesta es “indefinida” y que aguantarán “hasta el final”. “No hay respuesta porque saben que vamos a aguantar, que esta situación no es tan solo una acción, sino la respuesta a la situación a la que nos somete el Gobierno, a la que nos obligan; no tenemos recursos y la alternativa es ir a la Cocina Económica”, dice Gloria Vázquez, presidenta de Ve-la Luz.

Fue el pasado día 21, una semana después del inicio de la huelga de hambre, cuando Susana López Abeja, secretaria general de Igualdad de la Xunta, acudió a la sede de la agrupación para solicitarles que les enviaran sus demandas. Les confirmaron desde la Administración que las recibirían, pero siguen esperando respuesta.

“Queremos que se proteja a los niños, que se suspendan las visitas al padre maltratador cuando hay indicios de violencia y que, tras sentencia firme, se les retire la patria potestad”, recuerdan siempre. Más ahora, cuando hacen alusión al último asesinato machista que en Villarreal (Castellón) se llevó por delante la vida de una madre y la de su hijo de diez años a manos de un maltratador que se quitó la vida. “¿Cuántos menores han sido asesinados ya? ¿Cuántos minutos más de silencio se van a seguir haciendo sin dar soluciones?”, se pregunta Gloria Vázquez.

Las mujeres –apoyadas por toda la oposición gallega y por gran número de colectivos sociales– reclaman medidas para que, en caso de que haya indicios de violencia de género, se suspendan las visitas y se impida el acceso de estos supuestos maltratadores a la custodia de los hijos. También piden que en caso de falta, y no solo de delito, se retire el acceso de los condenados a la solicitud de custodia y que, de haber condena firme, se les retire la patria potestad y se suspenda el régimen de visitas al padre. La primera y principal de sus reivindicaciones es de la que no han recibido respuesta satisfactoria, ya que el PP asegura que ello requeriría una modificación legislativa, mientras que Ve-la Luz cree que la suspensión de visitas e impedir el acceso a la custodia es posible porque la norma ya capacita al juez para aplicar esta medida.

En el resto de reivindicaciones, como en la renovación del personal de los juzgados de violencia de género cada dos años y la posibilidad de formación en violencia de género para el personal judicial, así como la revisión de las sentencias de los últimos cinco años –ya que en Galicia ha sido sobreseído casi el 60% del total de los casos– hay avances. Sobre esta última cuestión, el PP se ha comprometido a crear una comisión de investigación en el Parlamento, con la promesa de presentar una proposición de ley en este próximo trimestre.

Las mujeres protestan por la situación de muchas como ellas que, además de sufrir el maltrato, tienen que soportar a continuación la dejadez de la policía o de la Justicia, sentencias que consideran injustas, el alejamiento de sus hijos o el acoso de los mismos que los maltrataron. Los relatos de un vídeo elaborado por estas mismas víctimas ponen los pelos de punta. Hay casos de todo tipo, incluso el de la madre de un maltratador que pide que se le retire la custodia de su nieto a su propio hijo, que también la maltrató a ella y a quien le ha sido impuestan una orden de alejamiento de su propia madre.

“El sistema y los problemas se perpetúan. Hay casos de mujeres que tienen hasta 32 juicios pendientes por incumplimiento de las medidas adoptadas”, recordó varias veces Gloria Vázquez, que asegura que la huelga de hambre también denuncia los recortes sufridos en las ayudas públicas a las maltratadas y la grave situación en la que muchas quedan. “Una víctima suele cobrar 426 euros, pero tienen que dejar sus casas y asumir un alquiler”, insiste, tras reclamar que se reactive el salario de la libertad, “que lleva desde junio sin pagarse”, así como que se recupere el sistema de atención psicológica a las víctimas, que ahora abarca solo a las mujeres que tienen una orden de alejamiento. “Se cobramos estos poco más de 400 euros y nos metemos en un proceso judicial, con el pago de abogados y demás, de promedio podemos gastar entre 800 y 900 euros, lo que queda agravado con la subida de tasas judiciales que implanta el ministro Gallardón”, recuerda la presidenta de Ve-la Luz, que se queja de lo “silenciada” que está su protesta “en Galicia”.

El aumento del riesgo de la huelga de hambre

“Hemos recibido llamadas de medios de Australia, Portugal o Venezuela; hemos salido en emisoras de radio a nivel estatal, pero parece que aquí no nos quieren hacer caso, nos censuran”, lamenta Vázquez, que sabe que, a pesar de la dejadez que critican de la Xunta, el Gobierno conoce perfectamente su problemática y lo arriesgado de su acción. “Tenemos un trato VIP por parte de ellos, porque de una vez que llamamos al 112 se nos puso la propia conselleira de Sanidad al teléfono”, dice con ironía. Sorprende la entereza con la que tratan el problema y la naturalidad con la que estas mujeres asumen que la huelga de hambre puede tener consecuencias gravísimas. “Sabemos que a partir de los quince días los problemas son muy importantes”, afirman. De hecho, de las diez mujeres que comenzaron la acción, tres han tenido que abandonar por problemas de salud y varias han sido ya ingresadas durante un tiempo.

A pesar de todo, la protesta, tan contundente, arriesgada y meritoria, no consigue la relevancia social que otras a lo mejor menos peligrosas sí tienen. “Nos censuran por decir la verdad”. Incluso en algunos comentarios a las escasas informaciones que se les dedican aparecen críticas a su acción e improperios. “La sociedad es machista y sigue habiendo gente que ve la violencia como algo normal; hay mucho que cambiar”, dice Gloria Vázquez, que cree que los políticos son los primeros que no dan ejemplo. “No puede ser que en el Parlamento se dediquen insultos unos a los otros, porque eso también perpetúa una actitud; el problema es de educación, de base”, añade.

Ahora, en su sede alquilada pero con evidente necesidad de reformas, las mujeres de Ve-la Luz acaban de presentar un calendario solidario en el que las imágenes de mujeres que simulan sufrir maltrato contrasta con fotografías de compañeras plenas. “Depende de ti, depende de mí, depende de tod@s”, reza el lema del almanaque. Con su venta –cada ejemplar cuesta diez euros– pretenden conseguir fondos para seguir pagando el alquiler de la sede de la asociación y poder seguir haciendo sus actividades, que incluyen terapias y apoyo a las víctimas. No tienen subvención ninguna y la única que han recibido, de la Diputación y por importe de 720 euros, la cobrarán el año que viene una vez que justifiquen los gastos. “Es la única ayuda que nos han dado en la vida”, dice quien preside un colectivo cuya sinceridad e impacto verbal y activista parece no gustar entre las autoridades. Pero la huelga de hambre continúa y siete mujeres afrontan un nuevo día sin comer. Y ya irán 17.

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