“La izquierda y el nacionalismo no pueden devolver los golpes del PP; hay que llevar la iniciativa”
Antón Sánchez, número tres de Alternativa Galega de Esquerda (AGE) por A Coruña en las pasadas elecciones, entrará en el Parlamento en unas pocas semanas. Dejará un poco de lado su trabajo en el campo, en su negocio de horticultura en Bergondo, para atender a sus responsabilidades políticas en una Cámara a la que llega con la etiqueta de diputado campesino. Pero, advierte, será un diputado “como cualquier otro”. O no, ya que insiste en que tanto él como sus compañeros de coalición procurarán ser “el puente entre los movimientos sociales y la política”.
Parece que se le puso la etiqueta de diputado campesino...
No querría yo que esto se quedara en la simple anécdota, pero es sintomático que sorprenda el hecho de que yo sea campesino y es también un síntoma de lo que está ocurriendo: Que hay pocos campesinos jóvenes y que la política parecía estar vetada a cierto tipo de profesiones, sea la mía u otras muchas. Está muy lejos de mi intención que se me ponga esa etiqueta porque yo voy a ser tan diputado como cualquier otro. Lo sintomático es que esto sorprenda y, como ya dijimos en los mítines, a lo mejor era importante que dirigentes como Feijóo fueran a trabajar un poco a la agricultura para conocerla más.
¿Le cambia mucho la vida su llegada al Parlamento?
Me cambia mucho. Cuando tomas una decisión lo piensas a nivel familiar y decides. La vida me cambia porque tengo una actividad en la que no voy a tener dedicación en los próximos cuatro años y tengo que garantizar la continuidad de la empresa familiar. Por suerte, intentá organizar todo y lo logré después de hablar con mi familia y con la gente que trabaja conmigo.
Su entrada en el Parlamento parecía segura, ¿pero le sorprendió que AGE había conseguido nueve escaños?
Nunca estuve confiado de entrar en el Parlamento, ni tan siquiera yo. Siempre lo dudé. En el momento que se conformó la coalición, sabía que había una pequeña opción de que yo me convirtiera en diputado, pero no lo esperaba. Aun al final de la campaña, siendo optimista y viendo que el apoyo de la gente crecía, tampoco contaba con tan buen resultado para AGE. Me sorprendió y me sorprendió también el número de apoyos que sumamos en las ciudades.
¿La campaña centrada en las redes sociales y en Internet puede explicar en parte el éxito conseguido en las ciudades?
Hubo muchos factores de éxito, como la figura de Beiras, nuestro diagnóstico de la situación actual o la apuesta de la gente por otra forma de hacer política... Nuestra campaña se hizo con pocos medios y centrándose mucho en las redes sociales, cuyas mensajes son más fáciles de difundir en las ciudades. En el rural, la campaña es más de puerta a puerta y de boca a boca. De todas formas, casi todos los cambios de tendencia política en Galicia empezaron en las ciudades. El cambio hacia la izquierda en los 90 y 2000 comenzó en las urbes, al igual que la recuperación del PP se inició en las ciudades para llegar después también al rural.
Varios analistas políticos hablan de AGE como un boom electoral que irá desapareciendo con el tiempo...
Nosotros no entramos en esos debates sobre el futuro porque eso dependerá de nuestro trabajo, por lo que la responsabilidad que tenemos es grande. Pero sea con AGE o no, se está abriendo un cambio más profundizo en las sociedades europeas, que irán hacia un proceso constituyente democrático o hacia otro menos democrático y desigual. Esa es la batalla europea. Hay que ir más allá y hay que darse cuenta de los movimientos sociales que están surgiendo o asentándose, de las plataformas contra el expolio de los recursos energéticos, en Stop Desahucios... AGE sólo es un instrumento político, pero la batalla se está dando ahí. Si no somos nosotros, será cualquier grupo el que sepa interpretar bien esta necesidad de abrir un proceso constituyente basado en una nueva manera de hacer política, de mayor justicia social, de acabar con el expolio de las privatizaciones... Sólo queremos ser el puente entre esos gran movimientos sociales y la política.
¿Y como se va a articular esa relación con los movimientos sociales para llevar sus reivindicaciones al Parlamento?
Muchos de los que estamos en AGE ya formamos parte de esos movimientos sociales. Queremos tener una relación fluida y que ellos mismos hagan propuestas, pero no instrumentalizalos. Debemos juntarnos alrededor de las ideas y no alrededor de la afiliación. Queremos ser útiles para los movimientos sociales, pero que ellos sean los verdaderos protagonistas. Quien sabe de sanidad pública es la plataforma en defensa de ella y quien sabe sobre la problemática de los desahucios es Stop Desahucios porque lleva años trabajando en el tema. Tenemos que ser humildes, escuchar y hacer lo que podamos en las instituciones políticas. Afortunadamente, ya nos están llegando muchas propuestas para llevar a la Cámara gallega.
Va a ser difícil convencer a un PP con una mayoría absoluta tan amplia, ¿no le parece?
Eso ya lo sabemos. Por temas de aritmética no esperamos convencer el PP, pero sí ser una fuerza política a la ofensiva. No vamos a devolver los golpes del Gobierno, sino impulsar iniciativas para que la sociedad vea el que proponen unos y otros. Queremos que el Parlamento vuelva a ser un sitio donde se debatan los temas importantes de Galicia. La izquierda y el nacionalismo no pueden devolver golpes, sino llevar la iniciativa. A la gente hay que darle esperanzas y alternativas.
¿Será complicado el funcionamiento de una formación con dos partidos diferentes en ella?
El funcionamiento requiere de madurez y buen hacer. El tiempo dirá, pero tenemos mínimos comunes con los que podemos funcionar y eso se deberá ir articulando cuando avancemos juntos. Tenemos que mejorar la cultura del consenso, de debatir lo que haya que debatir, y tener altura de miras. Tenemos que saber cuál es la finalidad de esta coalición y tener en cuenta que la gente valoró el esfuerzo de las cuatro fuerzas por acudir juntas a los comicios, porque eso también fue importante. La gente también se desencanta cuando las organizaciones buscan el bien de su propia organización y no el bien común. No podemos defraudarlo porque sería un fracaso actuar de manera irresponsable. Pero somos muy optimistas porque las dificultades lógicas que puede haber al juntarse varias fuerzas no están creando problemas. Todo está yendo bien.
Usted estuvo en el BNG, ¿cree que será posible en un futuro la unión del Bloque y AGE en un proyecto común?
Quiero ser muy respetuoso con el BNG porque desde siempre dijimos que ni era nuestro enemigo ni nada parecido. Ahora el Bloque tendrá que reflexionar y tomar decisiones y con el tiempo las cosas se irán aclarando. Nuestra apuesta es unir las fuerzas de la izquierda transformadora en base a proyecto, ideas y alternativas. Pueden pasar muchas cosas y yo sólo espero que el BNG tome las mejores decisiones posibles.
Con el debate soberanista que se está dando en Euskadi y Catalunya, ¿qué papel le toca ahora a Galicia? ¿Cuál es su postura sobre el derecho a decidir de Galicia?
Partamos de la base de que nosotros creemos que el hecho de que Galicia tenga más poder de decisión es básico, incluso para salir de la crisis. Creemos que Galicia tendría más futuro se tuviera más poder de decisión sobre sus políticas fiscales o sobre sus recursos energéticos, por poner dos ejemplos. Cuanto más autogobierno tenga Galicia, mejor le irá, pero es cierto que no podemos compararnos a esta altura con Catalunya y Euskadi. Haremos una política para hacer frente al PP, al que aún le sobra el poco autogobierno que tenemos. Desde AGE trabajaremos para reclamar el derecho de Galicia a decidir su futuro y trabajaremos también para conseguir mayor autogobierno y esto lo digo en nombre de AGE porque está bien claro en los acuerdos programáticos.