El párroco que arrasó un atrio del siglo XVIII
La cultura del “ti, vai facendo” (“tú tira p'alante”) es uno de los grandes males de la ordenación territorial en Galicia. Esta práctica, consistente en ir desarrollando obras sin adaptarse a la legalidad vigente o a unas mínimas normas estéticas mientras no se tiene una prohibición explícita, adquiere tintes dramáticos cuando la agresión, además de contra el buen gusto, es también contra el entorno natural o contra el patrimonio histórico. Una de estas agresiones patrimoniales se produjo en Ponteareas entre 2003 y 2005, años en los que el párroco de San Miguel de Guillade, José Carlos Pérez, decidió arrasar un conjunto funerario del siglo XVIII situado en el atrio de su templo para colocar un enlosado nuevo. Diez años después, las obras están en el juzgado, el cura y el alcalde imputados y el caso ha llegado al Parlamento de la mano del BNG, que paralizó la obra mientras estuvo en el gobierno municipal.
Según los informes técnicos que evaluaron el destrozo, las obras supusieron la retirada de veintiuna fosas. “En los laterales se podían encontrar fémures” o “pequeños trozos de cráneo”, cita la diputada del Bloque Carme Adán, que aportó a la Comisión de Cultura de la Cámara el análisis de unos expertos que, gráficamente, describen cómo los restos óseos “se deshacían como harina” durante su desplazamiento para enlosar de nuevo el atrio. Tras la referida paralización de las obras, impulsada por el entonces teniente de alcalde del Ayuntamiento, Roberto Mera, una moción de censura le devolvió la Alcaldía al PP en la persona de Salvador González Solla y el cura volvió a la carga. Por el camino, la Xunta de Fraga exigía en 2005 “la reposición de las losetas originales y que se devuelva el entorno a su estado”, recuerda Adán.
La actuación de la Xunta no finalizó ahí. En el año 2006, ya con la coalición de PSdeG y BNG en San Caetano, la Consellería de Cultura le abrió un expediente sancionador al párroco que “concluyó en septiembre de 2011 con una sanción de más de 10.000 euros”. Pero, mientras las partes seguían pendientes de la resolución judicial, en abril de 2012 “la subcomisión de conservación del patrimonio de la iglesia católica en Galicia informó favorablemente la solicitud del promotor de las obras” para su “legalización”, como subraya, con estupor, la diputada nacionalista. Tras esa solicitud, en mayo del mismo año la actual Xunta “dictó una resolución favorable a la legalización de las obras de reparación del atrio de la iglesia”. La decisión, destaca, “se basó en un levantamiento topográfico de las obras” y pasó por alto, a su juicio, que “está abierto un procedimiento penal en el que están imputados el promotor y el alcalde de la localidad”.
Lo que a Adán le parece una situación “gravísima” fue respondido sin excesiva ansia por parte de la directora general de Patrimonio, Carmen Martínez Insua. Ante la comisión parlamentaria, la alto cargo consideró que no le “parece prudente decir que existió trato de favor en este caso ni cambio de posición ninguno”. Simplemente, asegura, “se procedió a informar favorablemente el acondicionamiento” por ser “compatible con los valores culturales del bien protegido, y sobre la base de que las obras realizadas corrigen los criterios contemplados en el proyecto inicial, que había sido informado desfavorablemente. La legalización, dice la directora general, no ”altera“ la posibilidad de que hubiera un delito contra el patrimonio, y ”dado que el proceso está judicializado, la postura de la Dirección General no es otra que la de prestar la máxima colaboración a la Justicia“.
Decida lo que decida la Justicia, el conjunto funerario ya ha desaparecido y las losetas ya sustituyen la piedra del siglo XVIII. Según recogió Faro de Vigo el pasado verano, el cura alega ante el juzgado que en el año 2002 decidió poner en marcha las obras basándose en el permiso verbal del concejal de Urbanismo, José Castro, y con el visto bueno de la que en aquel entonces era alcaldesa de Ponteareas, Nava Castro, actual responsable de la Agencia Turismo de Galicia. Con la llegada del Bloque al Ayuntamiento comenzaron los “problemas” pero, tras la moción de censura, el cura se aferró de nuevo al permiso verbal. En síntesis: “ti, vai facendo”.