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Centro Gallego: la gran 'casa' de la emigración en Argentina deja de ser gallega cien años después

Emigrantes frente a la entrada principal del Centro Gallego, en los años 50

Miguel Pardo

Medio centenar de esculturas y estatuas, más de cien pinturas de Castelao, Seoane, Colmeiro o Maside, una biblioteca de 20.000 volúmenes centrados en Galicia, un teatro histórico de casi 400 butacas, un enorme archivo fotográfico, una fonoteca con discursos de Otero Pedrayo, Cunqueiro o Blanco Amor... Todo ese patrimonio artístico y cultural de la emigración -y mucho más- guarda el Centro Gallego de Buenos Aires (CGBA), cuya asamblea aprobó este pasado lunes iniciar las negociaciones para la venta de su histórico edificio al grupo español Ribera Salud. Nada volverá a ser lo mismo en el mayor símbolo, junto al de La Habana, de la diáspora gallega en el mundo. Esa que, representada en sus socios y delegados más veteranos, lucha por salvar su legado histórico de una operación que dejaría en manos de la empresa sanitaria y de la Fundación Favaloro un hospital de 60 salas de consulta, seis quirófanos y más de 500 camas. Para concretarla, ponen como condición que sea la asociación mutual del CGBA quien se quede “gratuitamente y a perpetuidad” con esas otras dependencias que acogen toda la historia de un país y de su quinta provincia.

En ella, justo cuando ahora se cumplen 110 años de la primera interpretación del himno gallego en La Habana, se celebró a finales de 1906 un homenaje a su autor fallecido, Pascual Veiga, por aquel entonces conocido por su Alborada Gallega. Un artículo periodístico sobre el acto movilizó a la colectividad gallega, que reunió a representantes de varias asociaciones para firmar el acta de fundación del Centro Gallego, en mayo de 1907.

Durante aquel verano, el CGBA se sitúa en un local de la calle Estados Unidos, aprueba sus estatutos, elige su primer presidente (Roque Ferreiro), imparte las primeras clases de alfabetización, crea una oficina de trabajo, comienza con la asistencia sanitaria y publica el primer número de una revista mensual, Región Galaica, que con el nombre de Galicia llega aún hasta nuestros días. Después de varias mudanzas en diez años, en 1917 se adquiere el inmueble en el que se emplaza hoy, en la avenida Belgrano, en pleno centro bonaerense. Fueron necesarios más de 100.000 pesos, conseguidos gracias a una suscripción popular entre la diáspora. Un año después comenzó la obra que remató en mayo de 1920.

La sede fue aumentando su espacio con la adquisición de inmuebles contiguos. El Centro contaba en sus inicios con 5.000 socios, pero la cifra se incrementaba al tiempo que lo hacían las donaciones en las colectas y festivales para completar un edificio de 34.000 metros cuadrados. La obra finalizó y fue inaugurada en 1941, después de que años antes, para la colocación de la primera piedra del Edificio Social, emigrantes trajesen tierra de las cuatro provincias gallegas. El número de asociados era ya de 70.000.

Centrado hasta entonces, fundamentalmente, en la atención sanitaria, laboral y social de los emigrantes, a partir de mediados de la década de los 40 el CGBA apuesta con fuerza por la difusión de la cultura y de la historia de Galicia, convirtiéndose también en refugio de figuras exiliadas o huidas del franquismo y antes de la guerra civil. Rafael Dieste, Otero Pedrayo o Castelao suelen escribir en la revista Galicia, que tuvo de directores figuras como Seoane o Blanco Amor. También allí nació la idea de las Mocedades Galeguistas que varios jóvenes emigrados fundarían en 1953.

En aquellos años 50 el CGBA llegó a alcanzar los 120.000 socios, que disfrutaban de una asistencia sanitaria envidiada en toda Argentina. También la disfrutaba Castelao, hasta que falleció en la habitación 202 de un sanatorio que mantiene ese cuarto casi en las mismas condiciones en homenaje a la figura histórica del nacionalismo. Miles de hijos de gallegos nacieron allí, donde trabajaban más de 500 médicos y técnicos de salud. Había más de una docena de ambulancias con todos los medios para la atención a domicilio y un millonario presupuesto del que llegaba el 2% dedicado a la cultura para convertirse en un referente también en ese ámbito. Era “la Casa” de todos los gallegos, de los como mínimo 600.000 que se asentaron en Argentina en el siglo que va desde 1857 hasta 1960.

El inicio del declive

Al cumplirse el 50º aniversario del Centro, la diáspora homenajea en él a María Casares. Son múltiples y variados los actos culturales durante años que, por poner un ejemplo, logran reunir en un certamen a Jorge Luis Borges y Álvaro Cunqueiro en 1967. Cada mes de julio figuras gallegas acudían a la avenida Belgrano para hablar de Galicia: Otero Pedrayo, García-Sabell, Fernández del Riego, Paz Andrade o Sebastián Martínez Risco, entre otros.

El CGBA llega al culmen en 1970 y celebra sus elecciones más importantes, en las que participaron 20.000 socios y de donde salió elegido como presidente Eduardo Sánchez Miralles. Tan sólo cuatro años después, la Dirección de Mutualidades argentinas considera el Centro como la entidad mutual más completa del país ante la magnitud de los servicios sociales y médicos que aporta y tras la incorporación del servicio de ahorro y préstamo. 

Pero ahí comienza su declive. La aprobación de la Ley de Obra Social en Argentina universaliza la cobertura social y médica para todos los asalariados, lo que provoca que accedan a las medicinas y a atención sanitaria sin necesidad de asociarse a mutualidades como la del CGBA. Al tiempo, la emigración gallega a Latinoamérica es ya anecdótica y los socios antiguos, aquellos que llegaron mucho antes, son mayores y tienen más problemas de salud. Con menos afiliados, un promedio de edad más alto y el lógico encarecimiento de los tratamientos, el futuro comienza a oscurecerse.

En 1989, el CGBA se incorpora al sistema de residencias médicas, mediante un convenio con la Facultad de Ciencias Médicas; y en 1990, la Xunta le concede la Medalla de Oro por su labor en la emigración. Años después, el Ayuntamiento de Buenos Aires descubre una placa en la fachada que destaca el lugar como la Esquina Porteña de la Galleguidad Universal. Fue también el momento en el que las agrupaciones políticas en las que se divide la representación en el Centro alcanzan un pacto para, durante 20 años, repartirse la presidencia de la institución: cuatro años para cada asociación. E

Es ahí donde muchos ven uno de los golpes definitivos. Mientras otras entidades mutualistas semejantes modernizan sus instalaciones y materiales médicos, la institución se va estancando. “No fue dirigida por los más capaces, sino por los que colocaba cada grupo”, dice una voz que participó en la gestión durante años.

Con la llegada del nuevo siglo, y de la grave crisis argentina, los problemas se agravan. La Xunta crea la Fundación Galicia Salud, integrada por miembros del Gobierno gallego y del CGBA. Será quien gestione el área asistencial sanitaria de la entidad desde 2003. Cuatro años después, echa a andar Ospaña, la obra social destinada a solucionar los problemas de fondos con la aportación del propio Centro, el Gobierno de España, la Xunta a través de la Fundación Galicia Salud y la colaboración de las autoridades argentinas. Las deudas crecen, a pesar del aporte de millones de euros de la Administración gallega, y el número de socios cae. Sólo se consiguen pagar algunas deudas. 

Feijóo llega a la Xunta y la polémica estalla cuando en otoño de 2009 el Gobierno gallego presenta una propuesta de nueva gestión para hacer frente al importante déficit. Fue un intento por privatizar el CGBA y una actitud por parte de los cargos públicos, en especial del entonces secretario general de Emigración, Santiago Camba, que los emigrantes calificaron de “mafiosa y chantajista”.

La propuesta suponía que el grupo privado 3A Recoletas gestionase durante al menos 13 años el histórico centro de la emigración con la ayuda de una importante subvención de la Xunta de 3,1 millones de euros anuales para colaborar en paliar la difícil situación económica. La empresa se limitaría a aportar 8 millones de euros a razón de 615.000 euros al año, mientras la emigración dejaba de gestionar su histórico hospital y la Administración gallega de dirigir el proceso. Por tanto, el Gobierno gallego pondría unos 28 millones de euros frente a los 8 de la firma privada. La oposición de los socios paralizó aquella operación.

Después de veinte años sin elecciones, el Centro Gallego celebra la finales de 2010 unos nuevos comicios en los que vence Carlos Vello frente a José Luis Seoane, candidato apoyado desde Galicia por Núñez Feijóo y presidente de Ospaña. Meses después, se disuelve la Fundación Galicia Salud y Ospaña abandona el CGBA para convertirse en una obra social más de las muchas que hay en Argentina y que funciona aún con notable éxito y con muchos socios que trasladaron sus pagos. En 2012, y ante las dificultáis económicas, la Administración argentina interviene la entidad a través del INAES, Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, que todavía se mantiene en la gestión.

La intervención no ha solucionado los problemas, las deudas crecieron y la falta de asistencia médica y los impagos a los trabajadores son comunes. Las diferencias llegaron también a las asociaciones políticas y algunas de ellas impugnaron las últimas elecciones, lo que no impidió que en esta última asamblea consensuaran una propuesta común para poner condiciones a la venta prevista. Entre ellas, mantener en la propiedad de la diáspora todo el legado histórico, artístico y cultural, mantener la plantilla en idénticas condiciones y “asumir la atención a perpetuidad de los socios actuales del GGBA” y con el pago de la misma cuota. Quedan todavía 5.000 asociados (muchos pendientes de atención) y otros, emigrantes que aún pagan desde hace décadas por puro sentimentalismo de un hospital que ya no será de los gallegos un siglo después. Queda por preservar el rico patrimonio, todo el material pero también el imaginario colectivo de una quinta provincia. De la otra gran ciudad de Galicia.

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