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Los partidos gallegos cierran una campaña electoral a la sombra del coronavirus

El presidente de la Xunta y candidato a la reelección por el PP, Alberto Núñez Feijóo.

Daniel Salgado

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La extraña campaña electoral gallega llegó este viernes a su fin. Lo hizo al mismo tiempo que acabó el confinamiento, también extraño, en siete ayuntamientos de A Mariña. Extraño porque solo duró cinco días, algo que ningún protocolo médico conocido ha recomendado hasta ahora en caso de coronavirus. Y en A Mariña hay uno de los rebrotes más importantes de la península, con 182 casos activos y en ascenso. Su sombra ha planeado sobre las intervenciones de los candidatos a lo largo de la última semana.

Feijóo cerró su caravana con un peculiar sprint final, repetido cada cuatro años desde que es candidato a la presidencia de la Xunta, y pasó por las siete ciudades gallegas en apenas 12 horas. Acabo en Ferrol, y emitió discursos breves con una idea fuerza. “Les transmito confianza y tranquilidad para acudir a los colegios electorales”, dijo en Vigo -donde pasará la jornada de reflexión junto a su madre-, antes de desear “participación mayoritaria para tener un gobierno mayoritario” a partir del domingo. Las alertas están encendidas en el cuartel general de los populares. A pesar de que la demoscopia les auguraba casi de manera unánime mayoría absoluta, el repunte de A Mariña ha enturbiado sus perspectivas.

“Les pedimos el voto para intentar dar seguridad a los ciudadanos en Galicia”, afirmó unas horas más tarde en Ourense, “participen, vayan a votar, no tengan miedo. De la misma manera que están abiertos los comercios, los centros comerciales, los bares, en 15 minutos pueden votar”. A ese tipo de comparaciones ha dedicado Feijóo buena parte de sus últimos mítines. Lo que no aclara, ni él ni su Gobierno, es si garantizará el derecho a voto de las personas infectadas de COVID-19 en Galicia, 259 a 10 de julio. Hace dos meses que reconvocó unilateralmente las elecciones, pero la Xunta no tiene un protocolo sobre el particular.

A la fecha en la que finalmente la ciudadanía gallega irá a las urnas se opusieron las fuerzas de izquierda. En su opinión, no se daban condiciones democráticas ni sanitarias. Feijóo argumentó, para romper el consenso con la oposición sobre laa suspensión electoral en marzo, en base a cuatro informes médicos. Uno de ellos decía que la primera mitad de julio sería la menos afectada por los repuntes y a él se aferró. Pero el brote de A Mariña echó por tierra su estrategia discursiva. Partido Socialista y BNG han pedido la cancelación de los comicios en la comarca de la costa norte. Galicia en Común lo ha llevado hasta el Tribunal Supremo, al que ha solicitado este viernes “medidas cautelarísimas”, después de que sus recursos ante las juntas electorales fueran denegados.

Pero, pese a estos reparos de la oposición, la jornada final de la inusual campaña continuó. A Gonzalo Caballero, candidato del PSdeG, iba a acompañarlo en Vigo Pedro Sánchez, pero su avión se averió. A cambio, mitineó con él el ministro de Transportes, José Luis Ábalos. Caballero, a quien también teloneó su tío Abel, alcalde de la ciudad más poblada de las que gobiernan en Galicia los socialistas, clamó contra la austeridad y presumió de “reformismo, galleguismo y socialdemocracia”. “No le tenemos miedo al Partido Popular porque queremos cambiar Galicia”, dijo quien se presenta como cabeza del bloque progresista. El PSOE tiene ahora 14 escaños y los prognósticos le aventuran un moderado margen de crecimiento. Recordó su ruta electoral por el país y mencionó Verín, “símbolo de la primera victoria progresista”. En esa localidad del sur de Ourense, en la frontera con Portugal, las movilizaciones populares hicieron recular a la Xunta, que pretendía cerrar el paritorio del hospital.

Los nacionalistas han protagonizado la campaña más enérgica del 12J. Parte de seis diputados y la cuarta posición en el Parlamento gallego y algunos sondeos los colocan en disputa por la segunda plaza con el PSdeG. Ayer la clausuraron en la Praza de María Pita de A Coruña y a esta mujer, líder de las revueltas en la ciudad contra el ataque de la Armada Británica en el siglo XVI, remitió Ana Pontón: “Quien quiera cambio gallego, que me siga! Debemos confiar en nuestras propias fuerzas para construir una nueva Galicia”. “Hagamos historia con una mujer liderando un gobierno con las manos liberes para defender nuestro futuro”, insistió la candidata del BNG en uno de los ejes centrales de su propuesta, el de que haya una presidenta en Galicia.

Y si el Bloque va de subida, a Galicia en Común todas las encuestas le vaticinan lo contrario. Última versión de las tentativas de confluencia de izquierdas, esta vez nucleada por Podemos y con Esquerda Unida, Anova y algunas mareas municipales de aliados, como En Marea encabezó la oposición hace cuatro años. Las luchas internas partieron su grupo parlamentario. En esta campaña, su aspirante a presidir la Xunta, el aún diputado en el Congreso Antón Gómez-Reino, quiso trasladar la idea de que votar por Galicia en Común era contribuir a que se mantenga el ejecutivo de coalición en Madrid. Y fue, de los tres candidatos de la izquierda, el que con más claridad se pronunció sobre la necesidad de un entendimiento entre socialistas, nacionalistas y comunes. En su acto de cierre, en la Praza de Praterías de Santiago de Compostela, participaron entre otros la alcadesa de Barcelona, Ada Colau, y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

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