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Teatro contra el cuestionamiento de las mujeres que triunfan en el deporte: “Ellos son superhombres, de ellas se desconfía”

El equipo de la obra de teatro 'Run, baby, run'.

Beatriz Muñoz

Santiago de Compostela —
30 de septiembre de 2023 21:58 h

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Hace ya años que Fátima Delgado, dramaturga y actriz, se vio atraída por la forma en la que se define lo que es ser mujer en el deporte. Y la discriminación que conlleva. La ha plasmado en Alba, que es la atleta que protagoniza Run, baby, run, la obra de teatro escrita por Delgado y dirigida por Jana Pacheco que se va a estrenar el 6 de octubre en Santiago de Compostela. En su historia, que arranca con el trasfondo del Entroido -el carnaval- ourensano, cuenta cómo la deportista es apartada de forma inesperada de la competición oficial cuando se está preparando para unos Juegos Olímpicos y tiene que afrontar la decisión de si mantenerse dentro de la actividad deportiva profesional es compatible con defender su verdadero ser.

La autora aclara que la obra no es teatro documental ni se pega a las biografías de las deportistas que le han servido de inspiración, entre las que están la sudafricana Caster Semenya, la india Dutee Chand y la gallega María José Martínez Patiño. Delgado cuenta que empezó a tirar del hilo en 2017, sobre todo por el caso de Semenya, a la que recientemente el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo le dio la razón al fallar que la Federación Internacional de Atletismo la discriminó al negarle la participación en la categoría femenina de algunas pruebas por producir un nivel de testosterona superior al que se considera habitual.

“Empecé a investigar y a acercarme al mundo del deporte, al que yo no pertenecía. Y empecé a ver que muchas mujeres sufren esa discriminación”, explica la autora en conversación con este periódico. Su objetivo con la obra es poner sobre la mesa esta realidad y que en el deporte, como en el resto de los ámbitos sociales, “existe el machismo y, cuando una mujer triunfa, muchas veces se sospecha de ella”. Los logros femeninos, prosigue, se encuentran con “acusaciones y problemas que a sus compañeros hombres no les pasan”: “Si tú tienes unas condiciones físicas como las de Usain Bolt o Michael Phelps, se habla de superhombres y de lo que se disfruta de personas que son fuera de lo común, pero en el caso de Semenya, ella es sospechosa; de ellas se desconfía”.

La historia de Alba (interpretada por Alba Loureiro) difiere de esta y de la de otras mujeres con hiperandrogenismo o intersexuales en el deporte, pero son comunes “los problemas y la discriminación”. Delgado, que es gallega, ha creado una protagonista que es de Laza (Ourense), una de las localidades más conocidas por el Entroido tradicional, protagonizado por los peliqueiros, unos personajes enmascarados que agitan látigos durante sus carreras. Esa parte “mágica y ritual” está presente en la obra, que empieza y termina en medio de las celebraciones y que echa mano de los peliqueiros para representar a la prensa deportiva, “muy responsable del tratamiento de estas polémicas, de cómo se presenta a una deportista o de cómo se presenta a una víctima”, señala la autora.

La obra, coproducida por el Teatro Español, Meninas Teatro, Proversus y el Centro Dramático Galego, se va a estrenar en Santiago de Compostela, en donde va a estar los días 6, 7 y 8 de octubre. Después se representará en otras ciudades, como Logroño, y del 22 de febrero al 24 de marzo se podrá ver en la Sala Margarita Xirgú del Teatro Español en Madrid. Delgado reflexiona sobre la coincidencia del estreno con el debate planteado por el beso no consentido que Luis Rubiales dio a la futbolista Jenni Hermoso. No fue premeditada, indica. Cree que lo que ha ocurrido es que el movimiento para denunciar el machismo en el deporte se venía gestando y ahora “se están recogiendo los frutos”. Defiende que el mundo del arte debe ser “un espejo de la realidad y la sociedad” y contar que el mundo del deporte es un entorno “bastante cerrado y estricto” en el que pervive “la desigualdad”. “Es hora de que las cosas cambien y de que los organismos deportivos se mojen”, reclama.

En su acercamiento a un ámbito, el del deporte, que le resultaba ajeno y para entender la discriminación específica que opera en él, la autora explica que ha buscado la visión de activistas LGTBIQ+, una realidad “importante” en la obra, y de deportistas profesionales. El equipo, dice, se ha preparado yendo a ver entrenamientos: “Cuando los ves entrenar, te das cuenta de que no tenemos ni idea de lo que luchan y trabajan y de lo que hay detrás. Había varias atletas que estaban entrenando y a la vez preparando el MIR”.

Delgado cree que los espectadores desconocen cómo funciona por dentro ese mundo: Permanecen ocultas, o al menos opacadas, la exigencia emocional de la actividad deportiva profesional y “las relaciones de poder que se dan”. A ello se suma, recalca, que es “un ámbito que sigue masculinizado”. “No es por las deportistas y la gente que lo practica, que creo que en casi todos los deportes las mujeres cada vez son más, sino porque quienes toman las decisiones y están en esa deriva de poder son hombres”, reflexiona.

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