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¿Rondas millonarias? Sufre el día a día de una 'startup' con este cruel juego de mesa

StartUp Burnout, el juego de mesa que saca a la luz el drama más frecuente de los emprendedores

Álvaro Hernández

Dar el pelotazo con una app de fama mundial, fundar el próximo Cabify y conseguir una valoración multimillonaria, que Google llame a su puerta con un cheque en blanco para comprar el proyecto... Estas y otras similares son las aspiraciones del tópico emprendedor tecnológico, ese que sueña con llegar a la cima de Silicon Valley desde un garaje. Poco o nada tiene que ver, por desgracia, con la realidad del fundador de una startup. Hay una cara mucho más oscura de la que no se habla tan a menudo.

“Ya ni los vídeos de gatitos consiguen aliviar los temblores de mi párpado izquierdo. Pero no tengo tiempo para descansar, ya casi lo tenemos. Si no conseguimos inversión, será el fin. Lleno otra taza de café esperando que su amargo sabor me dé las fuerzas necesarias para alcanzar nuestro objetivo. ¡Por la empresa!”. Aunque bien podría ser el relato de cualquier emprendedor dominado por el estrés y la ansiedad, lo cierto es que es la carta de presentación de StartUp Burnout, un juego de mesa creado por dos jóvenes españoles para retratar, desde el humor más ácido, el drama que se esconde tras la mayoría de proyectos incipientes.

“Siempre nos venden la imagen del emprendedor que inicia una startup como la de gente guapa, de traje… Steve Jobs jóvenes”, se lamenta Bernardo Marcos, padre del juego e ilustrador que ha dado vida a los personajes. Tal y como cuenta a HojaDeRouter.com, tanto él como su socio en este proyecto, Jordi Cabrerizo, han fundado a lo largo de sus carreras varias empresas, pasando por todas las fases posibles, “desde alegría a desesperación”.

“Quisimos canalizar toda esa frustración en un juego que transmitiera esas sensaciones”, explica Marcos. “Queríamos echarle a la cara a la gente todo lo que hemos estado tragando nosotros”, agrega su compañero.

El juego, para hasta 4 jugadores y con una duración aproximada de la partida de unos 40 minutos, empieza en un momento trascendental en la vida de toda startup: si bien sus fundadores han dilapidado los recursos en fiestas, aún pueden dar un golpe de timón que salve sus vidas profesionales. Para evitar el cierre, todos los jugadores tendrán que trabajar de forma colaborativa para convencer a los posibles inversores de que el proyecto merece la pena. Eso, por supuesto, sin desatender las tareas propias de la empresa y en un tiempo limitado.

“La mayor parte de las veces tendremos que elegir entre trabajar, trabajar más o trabajar tanto que no podamos dormir”, advierte Marcos. Si los jugadores optan por no pisar la cama, su nivel de estrés (burnout en el juego) aumentará hasta provocarles depresiones o incluso enfermedades. El clima laboral se volverá cada vez más asfixiante e insufrible y, en los casos más extremos, los que lleven la presión laboral al límite de sus posibilidades, morirán.

“Y si muere, los demás pueden seguir intentando levantar la empresa, pero solo durante 3 días: hasta que empiece a oler el cadáver en la oficina y los inversores ya no quieran dar dinero”, comenta el ilustrador. Obviamente, el planteamiento del juego es irónico (para afrontar algunos gastos del día a día, los jugadores pueden llegar a vender sus órganos), pero tras él hay más de una verdad que los padres de StartUp Burnout han querido sacar a la luz. “Seguimos emprendiendo y animamos a la gente a que lo haga”, aclara Marcos, “pero siempre se habla en los medios de lo bonito de las startups y a nosotros nos hacía gracia tratarlo desde un punto de vista cínico”.

Un buen ejemplo es el personaje del “chanchullos”, que viene a representar esa figura poco mediática pero tristemente habitual del mundo de las startups: la del vendehumos profesional, que se dedica a vivir de ronda en ronda dilapidando el dinero de los inversores.

El juego, editado por Black Box Work y que está siendo adaptado al braille como parte de un proyecto piloto de la ONCE, verá la luz en los próximos meses gracias a una exitosa campaña de crowdfunding. Lejos de ir a por inversores que apostaran por el juego, Marcos y Cabrerizo optaron por la financiación colectiva. Gracias a los mecenas de Verkami han recaudado más de 5.000 euros y, además, “sirve como herramienta de publicidad, te ayuda a visibilizar tu proyecto de manera sencilla”, afirma el ilustrador.

¿Ficción o realidad?

Tras la parodia creada por Marcos y Cabrerizo está la propia experiencia de los riesgos a los que se enfrentan los fundadores de un proyecto emprendedor. Cuando dieron sus primeros pasos en el sector de los videojuegos, ellos mismos cometieron errores que les llevaron a vivir situaciones límite. “Fue por meternos a emprender sin tener ni idea del mundo empresarial, por querer desarrollar un proyecto sin tener la formación necesaria”, explica Marcos.

No obstante, a pesar de la acidez y el triste parecido con la realidad, tanto Marcos como Cabrerizo confían en que StartUp Burnout no levante polémica a su paso por el sector emprendedor. De hecho, esperan que la comunidad se identifique con el juego e incluso pueda extraer algún aprendizaje. “Con el juego se descubren muchas capacidades de liderazgo, de empatía y puede ser muy bueno para crear buenas dinámicas de trabajo en equipo”, comentan sus creadores.

Son varias las enseñanzas que encierra el juego entre tanta crítica (o autocrítica): colabora con otros emprendedores, no desfallezcas, trabaja duro… Pero, sobre todo, no olvides generar ingresos. Y trabaja en equipo: al ser un juego colaborativo, en StartUp Burnout o ganan o pierden todos. No hay término medio. Como en la vida real, pero sin morir por sobredosis de estrés.

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