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¿Solo un puñado de firmas? Lo que hay detrás de las “victorias” de Change.org

Una petición en Change.org de la Asociación Animalista Libera

Pilar Chacón

En una calurosa noche de verano, una mujer enojada teclea en su ordenador. Sus palabras destilan cierta rabia, incapaz de entender por qué la mayoría de centros escolares obligan a comprar libros nuevos para cada alumno y no aprovechan los de años anteriores. Acompaña su indignación con propuestas como la creación de un banco de libros en cada colegio o la selección de ejemplares por concurso editorial. Su único objetivo es que a ningún niño o niña del país le falte material educativo.

Concluida su breve exhortación, Elena Alfaro pulsa el botón de enviar. Su petición acaba de publicarse en Change.org. Tendrá que esperar dieciséis meses para que sus peticiones se hagan realidad, para que la nueva ley de educación - la famosa LOMCE - obligue al Gobierno y las autonomías a legislar para que se establezcan sistemas de préstamo gratuito de libros de texto.

La de Elena es una de las campañas que la plataforma Change.org recoge en su apartado de "victorias". Figura en la misma página que una iniciativa de la Asociación Animalista Libera, que logró que el Parlamento Gallego endureciera las multas para proteger a las mascotas; o que la petición de Ester Garcia, una madre que consiguió que la Generalitat Valenciana concediera a su hijo el tratamiento capaz de contener la enfermedad degenerativa que padece.

“Casi cada hora, una petición en Change.org logra la victoria”, afirman desde la web, pero cuesta creer que el objetivo se alcance solo con pedir firmas a través de internet. ¿Qué otros factores intervienen? ¿Cuánto tiene de casualidad?

Ronda de contactos

En mayo de 2014, la Asociación Animalista Libera llevaba al Parlamento gallego una iniciativa legislativa para endurecer las multas por maltrato que figuran en la Ley de Protección Animal, aprobada en 1993. La asociación consideraba las cuantías insuficientes - de hecho, dejar morir a un perro, mantenerlo atado todo el día o no llevarle al veterinario se castigaba con multas de 30 euros-, así que decidió iniciar una petición en Change para recoger firmas que apoyaran su iniciativa.

No obstante, según explica a HojaDeRouter.com Rubén Pérez, portavoz del colectivo, antes de pedir el apoyo de los usuarios de Change, la asociación decidió ponerse en contacto con algunos diputados para estimar qué grupo político podría llevar a la cámara tal iniciativa. “Les presentamos el texto a varios diputados, les pareció bien y les dijimos que íbamos a recoger firmas para darle fuerza ciudadana a esa idea', nos explica.

Ester García también había movido cielo y tierra para que su hijo recibiera la medicación capaz de detener el avance de la enfermedad neurodegenerativa que padece, la Distrofia Muscular de Duchenne. Como nos cuenta, el niño cumplía con los requisitos para que la Consejería de Sanidad de la Generalitat Valenciana le financiara el tratamiento con Ataluren por la vía del uso compasivo - esto es, hacer disponible un medicamento a un grupo de pacientes con una enfermedad crónica o incapacidad grave y que no resuelve un fármaco autorizado.

De acuerdo con García, enviaron varias cartas de reclamación a la Consejería de Sanidad. La falta de respuesta le animó a iniciar una petición. “Fue en la Nochevieja del año pasado cuando escribimos una carta, la mandamos a Change y enseguida obtuvimos muchas respuestas”, explica. “Pronto, el equipo de Change se puso en contacto con nosotros y nos preguntaron sobre si eso era verdad”.

Precisamente, contactar con el creador o creadores de una petición es el primer paso que realiza el equipo de campañas de Change. Compuesto por cuatro personas, se encarga de revisar las iniciativas que emprenden los usuarios. “Cuando observamos que hay una petición que está registrando un gran crecimiento, el equipo de campaña contacta con algunas de estas peticiones más que nada para darles consejo”, asegura Albert Medrán, director de comunicación de Change.org.

Colocar una foto, redactar mejor la petición o contar el problema con mayor profundidad son algunos de esos consejos que los autores pueden seguir o no. “Quien lleva la pauta es el creador de la petición y hace lo que realmente quiere hacer”, afirma Medrán.

Elena Alfaro nos lo confirma. “Yo hice millones, millones y millones de cosas. Algunas me las propusieron ellos, la mayoría me las inventé yo, y luego algunas de las que ellos me propusieron yo no las quería hacer y no las hice”.

Después de publicar la petición, la madrileña elaboró un borrador de Proposición No de Ley (PNL) - a pesar de que no era abogada, sino arquitecta - y lo envió a todos los miembros de la Comisión de Educación del Congreso. Según nos cuenta, quería alcanzar a todo el espectro ideológico porque entendía que, para lograr su objetivo, era necesario un consenso entre todas las fuerzas políticas. Al final, fue UpyD quien decidió registrar la propuesta de Elena en las Cortes, junto con las 270.000 firmas que hasta ese momento había recogido en Change.org.

“Tuvimos que esperar a que la PNL tuviera fecha de debate”, explica Elena. Un parón que aprovechó para escribir a la defensora del pueblo protestando por la falta de respuesta por parte del Ministerio de Educación, al Consejo de Estado e incluso al politólogo Benigno Pendás. “A todo el que te puedas imaginar que tuviera algo que ver con padres, educación o profesores”, asegura.

Importante aparecer en medios

Entre las filas de Change.org, además de un equipo de campaña, hay uno de comunicación que, de acuerdo con su director, funciona como el de cualquier otra compañía. El departamento pone en contacto a los periodistas interesados en una petición exitosa con su autor, y viceversa.

“Cuando Elena, por ejemplo, deja las firmas en el Ministerio, o cualquiera de esas peticiones, también se lo contamos a los medios a los que les pueda interesar, siempre con la idea de poner en contacto finalmente al creador de la petición con los medios”, explica Medrán.

Para el portavoz de la Asociación Animalista Libera, la aparición de la campaña en prensa fue muy útil para presionar a los diputados del Parlamento gallego, aunque tampoco olvida la importancia de las firmas. “No es lo mismo presentar la iniciativa que presentarla con 167.000 firmas, y de eso también se dieron cuenta”.

No todas las peticiones logran captar la atención de los medios y, por ende, de los usuarios. El activista considera que para que una campaña triunfe debe contener un mensaje claro, dirigirse a la persona que tenga la capacidad de resolver el problema o satisfacer la petición, involucrar a los medios de comunicación yaprovechar que existen grupos de la oposición que a veces son proclives a tu iniciativa y te pueden dar más fuerza”.

Por su parte, Ester García cree que la clave del éxito de su campaña está en el simple hecho de que su petición era apolítica. “Ahí yo no me vi ni de derechas ni de izquierdas, sino como una persona exigiendo unos derechos que no estaban, que nos hacían falta y que nos exigían luchar por ello”.

¿Victorias de Change.org o de los creadores?

“Casi cada hora, una petición en Change.org logra la victoria”. Preguntado por el lema, Medrán afirma que son las cifras reales que a nivel mundial está registrando la plataforma, aunque admite que lo que mide el éxito de una campaña no son las firmas, sino el mecanismo que se desarrolla para conseguir el objetivo.

“Hay peticiones que se han conseguido con apenas un centenar de firmas y peticiones que tienen un millón y no han conseguido su objetivo”, recnoce. “La clave del éxito es realmente lo que se está pidiendo, el poder articular una buena teoría del cambio y poder convencer a quien lo puede cambiar”.

De acuerdo con Medrán, la plataforma se ha convertido en la herramienta que emplean personas alejadas del activismo pero dispuestas a solucionar injusticias gracias a su determinación. “Detrás de una petición hay personas muy comprometidas y dispuestas a trabajar y luchar por ello”, asegura. Ellos y ellas son los verdaderos artífices de esas victorias que, orgullosamente, se muestran en la web de Change.

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de la Asociación Animalista Libera (y 2) y Carlos Capote

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