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Los orígenes de Amazon, contados por un padre a su hijo: del 'abracadabra' a un cargamento de Jigglypuffs

El primer libro vendido por Amazon (Foto: Quora)

José Manuel Blanco

Deja que te cuente, hijo mío, cómo creamos Amazon. Éramos jóvenes y estábamos ilusionados. Eran los primeros años 90, pocos conocían internet... Una locura. Pero ya ves, lo conseguimos.

Quien más ilusionado estaba era Jeff, claro, que para eso fue su idea. ¿Sabes? Jeff dejó su trabajo en Wall Street para hacer realidad su sueño: crear la librería más grande del mundo. La íbamos a llamar Cadabra, como el ‘abracadabra’, por la magia que había en todo el proyecto. Pero luego Jeff abrió un diccionario y se paró en la palabra ‘Amazon’, ‘Amazonas’ en inglés, y lo vio claro: el río más grande del mundo tenía que dar nombre a la librería más grande del planeta. Dicho y hecho.

Reuniones en casa del enemigo, colectas y 100.000 dólares

Si yo te contara cómo fueron los comienzos... Mira, peque: nos reuníamos justo en una Barnes & Noble. ¿Que qué es? Vaya, no las conoces... Bueno, pues eran las principales librerías de Estados Unidos cuando lanzamos Amazon. ¡Anda que no tuvimos luego piques! ¡Si hasta copiaron nuestra fórmula de compra con solo un clic! Pues sí, allí quedábamos para discutir el proyecto. Menuda paradoja.

Mackenzie, la esposa de Jeff, fue la primera contable, y nosotros mismos empaquetábamos los libros y los llevábamos a Correos y las empresas de mensajería. Nada, todavía no teníamos estos almacenes de ahora. Bueno, y hasta escribimos las primeras reseñas que aparecieron publicadas. De nuestro puño y letra.

Mira, teníamos un compañero, Paul Davis se llamaba... Bueno, el amigo Paul se salió del departamento de informática de la Universidad de Washington para unirse a nuestro proyecto y sus compañeros, atención, hicieron una colecta para darle dinero porque... ¡No confiaban en el proyecto! Luego él se marchó porque quería pasar más tiempo con su hija recién nacida, como yo contigo cuando naciste. Es que Jeff nos quería al cien por cien con la empresa y eso no siempre es posible, sobre todo si tratas de formar una familia.

Bueno, había tantas dudas con el proyecto... Hasta Jeff era consciente. Cuando fue a pedirle pasta a sus padres se lo dijo claramente: “Quiero que sepáis cuáles son los riesgos, porque todavía quiero regresar a casa por Acción de Gracias si esto no funciona.” Le dieron 100.000 dólares.

Entre campanillas y Jigglypuffs

Jeff registró el dominio Amazon.com, todavía me acuerdo, el 1 de noviembre de 1994. Bueno, me acuerdo porque me he leído un libro que me lo ha recordado. La primera compra la hicimos unos meses después, en abril. ‘Fluid Concepts and Creative Analogies’. Así se llamaba el primer ensayo que vendimos, un mamotreto sobre informática de 528 páginas.

Buah, un éxito ya desde el principio. Mira, teníamos en la oficina una campanilla que sonaba cada vez que alguien realizaba una compra. Nada, duró unos días: comenzó a sonar muy repetidamente y no había quien lo soportara. Al principio nos compraban cosas como guías sexuales o manuales para reparar instrumentos musicales antiguos.

Y luego, ya en el 96, aparecimos en ‘The Wall Street Journal’. Increíble. Las ventas se dispararon, claro. Jeff comenzó a pensar en salir a bolsa y en buscar inversores en Europa. Además, compramos algunas webs: IMDB, Kozmo.com... También éramos los vendedores exclusivos en AOL (¿cómo que qué es AOL, hijo mío?), Yahoo, MSN, Excite..., y empezamos a ofrecer DVD, discos y juguetes.

Mira, de eso de los juguetes tengo una anécdota muy buena. Era una campaña de vacaciones de 1999, teníamos un pedido de peluches de Jigglypuff, el pokémon que canta nanas. Pues bien, los perdimos. No sabíamos dónde estaban. Busca que te busca una sola caja en un almacén de más de 74.000 metros cuadrados. Nos daba algo. ¡Tres días buscándola! La encontramos a las dos de la mañana y bailamos la conga con ella.

Hicimos y todavía hacen muchas cosas arriesgadas. Mira, cuando salió ‘Harry Potter y el cáliz de fuego’, lo ofrecimos con un 40 por ciento de descuento y entrega exprés. Un chollo, vamos. Perdimos dinero, pero ganamos reputación. También quieren ir al espacio; a ver qué pasa.

a si quieres te hablo otro día sobre nuestro Kindle, los problemas en los centros de trabajo, o te cuento más cosas de Jeff. Ahora descansa... Pero, oye, ¿qué te ha parecido?

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