Residentes estallan contra la promoción de Balears por redes sociales: “Por cuatro likes estáis jodiendo toda la isla”
“Dejad de hacer vídeos de calas de Mallorca porque por cuatro ‘likes’ estáis jodiendo toda la isla”. Así de contundente fue la reacción de una usuaria de TikTok que se viralizó unos días atrás y que criticaba el excesivo márketing que tienen las Illes Balears por redes. “Lo único que conseguís con estos vídeos de ‘Estas son las 4 calas de Mallorca que no te puedes perder’ es joder el ecosistema (…). El problema es que estas playas tan bonitas que teníamos, primero, se las están cargando y, segundo, están tan hipermasificadas que no cabe una puta alma. Y así no se puede estar. La isla no soporta más gente”. Como ella, cada vez más personas se suman a este movimiento contra la promoción de las islas por redes sociales y para evitar la masificación.
De hecho, en agosto del verano pasado llegó a haber dos millones de personas encima de las islas en un mismo día. O lo que es lo mismo: el doble de la población residente, según datos del portal de estadística de les Illes Balears. Para este año, las previsiones parecen las mismas: ir alcanzando récords. En marzo hubo 1,4 millones de personas en un mismo día, cien mil más que en marzo del año pasado. Pero si retrocedemos en el tiempo, se observa como en 2010 el número de turistas totales que visitó Balears es de 8,6 millones, casi la mitad que los que las visitaron el 2022: 16,5 millones.
Por eso parece normal que, igual que esta usuaria de TikTok, que añade que los visitantes no cuidan el medio natural en el que se encuentran, dejando basura y residuos por las playas, y que “no se necesita más publicidad, para esto están las agencias”, otras personas piensen lo mismo. “Hay que parar de hacer promoción. Está lleno de guiris por todo y los mallorquines no nos podemos mover”, dice Victòria, que, como Maria, no quiere “más guiris” en las islas.
“Se están masificando espacios. Ya casi ha perdido la magia el momento de descubrir el lugar”, sostiene Patricia, mientras que Joana Maria dice que la promoción por Instagram se convierte “en un reclamo para que vaya más gente y, la mayoría, solo para hacerse la foto guapa”. En definitiva, algunos usuarios consideran que publicitar más las calas (ya no tan) ‘secretas’ que tienen los residentes “no se tendría que haber hecho nunca”.
Se están masificando espacios. Ya casi ha perdido la magia el momento de descubrir el lugar
El fondo del problema
La masificación es un problema que se ha denunciado de manera reiterada por parte de grupos ecologistas y de la sociedad civil de las Baleares. El peligro de “morir de éxito” por apostarlo todo a esta industria es un mantra constante que desde la política o se ignora o se ha escuchado a medias. Por un lado, el Govern de Francina Armengol (PSIB-MÉS-Podemos) ha apostado los últimos años por desestacionalizar: es decir, alargar la temporada y repartir la cantidad de turistas que llega durante todo el año. También ha apostado por el decrecimiento de las plazas turísticas como medida para controlar la llegada de turistas. Igualmente, los datos reflejan que estas medidas no son suficientes, ya que años tras año -dejando de lado el parón de la pandemia- los números de visitantes no han dejado de crecer.
Pero las intenciones del Partido Popular, que ha pactado con la extrema derecha la investidura de Marga Prohens como nueva presidenta de Balears, van por otro camino: si bien la izquierda ha querido decrecer, en el acuerdo entre PP y Vox se propone la derogación de los apartados más prohibicionistas de la ley turística. Es decir, parar el decrecimiento y también plantear facilidades para remodelación de hoteles.
Diversos residentes, por tanto, tienen claro que el hecho de que en las redes se promocionen más las islas por parte de usuarios e influencers no es la causa del problema. “No sirve para nada lo que hace o no la gente, es la industria turística”, dice Álex, mientras que otros sostienen que “da igual lo que hagamos, porque ya existe el Google Lens”. En la misma dirección se expresa Antònia, quien considera que “poner la atención sobre el etiquetado o no de ciertos lugares es mirar al dedo y no a la luna”.
“Las redes sociales y el etiquetado de lugares es una pieza más en la evolución del acceso a la información. Lo que antes estaba semienterrado en una guía de viaje, ahora lo tienes en miles de blogs, fotos, cuentas, influencers, etc.”, apunta Antònia, pero cree que el problema radica en el modelo de turismo que existe en Balears. “Tenemos una tendencia alcista en la llegada de turistas, habrá más gente sí o sí en cualquier lado y, por eso, también tenemos la sensación que antes no había tanta gente”, subraya y concluye: “En Formentera hay un límite de coches que pueden circular por la isla. En Mallorca, ¿qué tenemos?”.
Promoción, promoción y promoción
Y lo que tiene Mallorca, como el resto de islas, es cada vez más promoción. Así se ha expresado abiertamente el PP para los próximos cuatro años, pues el acuerdo con la extrema derecha incluye la promoción de las islas como destinación cultural, gastronómica, de negocios, rural y náutica, sin dejar de lado el turismo de sol y playa. Es decir, seguir alimentando el monocultivo turístico.
Pero la realidad es que estos últimos años el pacto de izquierdas también ha insistido en promocionar las islas. Sonada fue la polémica por la cual el Consell de Mallorca decidió subvencionar al RCD Mallorca con 1,8 millones de euros para bautizar Son Moix como el “Visit Mallorca Estadi”, aunque luego hubo marcha atrás por las amenazas de Més de romper el pacto.
De igual modo, las principales instituciones de las Illes Balears gastaron, sólo el año pasado, 28 millones de euros en promoción turística, según una investigación publicada en el medio Ara Balears. Es decir, una subida del 25% en cinco años. Hay que recordar que también enfureció a usuarios la promoción que se hacía de las islas a través de las cuentas de Turisme por redes.
“Kilómetros de arena blanca y fina y aguas cristalinas. Bienvenidos a Es Trenc”, tuiteaban el pasado dos de septiembre, adjuntando una imagen que queda lejos de la realidad de la playa en los meses de verano: sin decenas de barcas en el mar y sin miles de personas -y sombrillas- en la arena.
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