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El acto de Vox en Vallecas, un patrón seguido por otras formaciones ultras de Europa

Reunión en Roma celebrada en cotubre de 2018 entre Marine Le Pen y Matteo Salvini

Laura Cruz / Javier Biosca Azcoiti

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“Vallecas también es nuestra”, gritó Santiago Abascal según empezó su acto en Vallecas de cara a las elecciones de la Comunidad de Madrid. No es la primera vez que uno de sus mítines organizado en zonas poco afines acaba en disturbios y enfrentamientos por la presencia de contramanifestantes, entre ellos algunos violentos. Pasó también en Vic en febrero (Barcelona) y en Sestao (Bizkaia) el año pasado antes de las elecciones autonómicas en ambas comunidades.

Los tres recibieron muchos minutos de tertulias, muchos artículos e imágenes llamativas –una foto de Abascal fumándose un puro frente a las protestas o mostrando en alto las piedras que le lanzan–. “Cuando hay disturbios es contraproducente para las izquierdas. Eso es lo que buscan: visibilidad y victimismo”, dice Steven Forti, historiador italiano y autor del libro 'Patriotas indignados'.

“Lograr visibilidad yendo a sitios en los que sabes que probablemente va a haber incidentes y a partir de ahí adoptar una actitud victimista es algo bastante común en las derechas radicales europeas”, señala Guillermo Fernández Vázquez, investigador experto en estos movimientos y autor del libro 'Qué hacer con la extrema derecha en Europa: el caso del Frente Nacional'“.

Le Pen en los suburbios

Le Pen, por ejemplo, ha organizado en múltiples ocasiones mítines en barrios del norte de París. “Ese tipo de actos generan contramanifestaciones y disturbios. Con ello obtienen visibilidad mediática y lanzan el mensaje de que los intolerantes son los izquierdistas”, dice. “Vox no innova y lo ha convertido en una práctica habitual”.

“Abascal no va a buscar a Vallecas el voto de los vallecanos, sino más bien va a generar visibilidad para el resto de España y a buscar la simpatía de la derecha cuando vea esas imágenes”, indica. “Del mismo modo, Marine Le Pen no busca los votos en las banlieues, en la población de origen inmigrante o en los franceses de tercera generación que están ahí, sino que busca el voto de los franceses que están más allá, en las regiones colindantes a los suburbios y donde sí tienen mucho voto”, añade.

Aunque el partido de Marine Le Pen tenga muchos apoyos entre las clases populares, el investigador aclara: “Normalmente ese apoyo se da en zonas que no son particularmente multiculturales, pero a provocar va al barrio multicultural, donde no le votan. De las clases populares le votan allí donde no hay tanta inmigración, pero donde sí hay un fuerte sentimiento de abandono del Estado”.

El caso alemán

En la capital alemana, uno de los gritos más comunes cuando hay algún acto del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) es “Berlín entero odia a AfD”. La respuesta ciudadana ante mítines o marchas ultraderechistas es habitual, como también lo es un despliegue policial extenso que evita que quienes participan en las protestas puedan acercarse demasiado al acto político, incluidas las vallas de seguridad.

“Una vez fui a una manifestación contra AfD y había bebés, madres, niños y todo tipo de familias con un ambiente festivo y tranquilo. Porque yo creo que en Alemania lo que importa es que vean que somos más que ellos, no tanto un enfrentamiento cara a cara”. Lo cuenta Noelia González, española que vive en Berlín desde hace 7 años. En la capital es habitual encontrarse con bares en los que ponen carteles con la frase “no es lugar para nazis”.

“En Berlín tienen poco potencial electoral y por eso hay más actos contra la ultraderecha. Pero la provocación de AfD se nutre más de la televisión que del enfrentamiento callejero, que no suelen practicar”, afirma Daphne Büllesbach, activista del movimiento ciudadano European Alternatives. “La provocación típica de AfD es a través de sus diputados, que a veces invitan a gente que hace vídeos y fotos a diputados contrarios para ponerlos en circulación en redes sociales y canales como YouTube o Telegram”.

Büllesbach cree que “AfD quiere hacer ver que son ciudadanos comunes y por eso practican una violencia más dialéctica que física, porque esa imagen está más asociada a los neonazis, con los que dicen no tener nada que ver”.

Sin embargo, el partido ha perdido visibilidad mediática en los últimos meses. “La investidura de Thomas Kemmerich con los votos de CDU y AfD en Turingia es llamativa porque sienta un precedente que rápidamente es cortado por Merkel, diciendo que nunca debería haber pasado. Creo que ahí, y también con la pandemia, empieza a descender la presencia mediática de AfD”, dice el politólogo Franco Delle Donne, director del podcast Epidemia Ultra.

“Es muy difícil echar la culpa a alguien de que exista un virus y, a pesar de que se pensaba que podrían capitalizar el descontento ciudadano por la gestión de la pandemia, no ha sido así”, añade.

Las 'sardinas' contra Salvini

El historiador italiano Forti dice que en Italia, durante la campaña electoral de las elecciones de enero de 2020 en la región de Emilia Romagna, considerada tradicionalmente una zona de izquierdas, el líder ultra organizó varios actos de “provocación”. “La estrategia era clara: buscar barullo, visibilidad mediática y clamar que la izquierda es antidemocrática”.

Durante esa campaña, Salvini se presentó en el barrio de El Pilastro (Bolonia), una zona humilde. Era de noche y, seguido por las cámaras, se fue a casa de un inmigrante a preguntarle si traficaba con drogas. “Eso sí que fue contraproducente para él porque cruzó varias líneas rojas”, dice Forti.

En muchas ocasiones, los actos de Salvini iban acompañados de contramanifestaciones organizadas por el colectivo conocido como Las Sardinas. Las concentraciones multitudinarias de este grupo consiguieron hacer sombra mediática a los actos convocados por Salvini.

Jorge Buxadé, eurodiputado de Vox ha enviado este jueves una carta a sus colegas en la cámara en el que pide a los parlamentarios que denuncien lo ocurrido en Vallecas “o este Parlamento será cómplice y tan responsable como los violentos”.

“En Vox hemos perdido la cuenta de las barbaridades, salvajadas y tropelías que se han dicho y hecho contra nosotros. También de las veces que hemos intentado, sin éxito, que este Parlamento se pronuncie contra la violencia de extrema izquierda y antifa que amenaza a nuestra democracia, que cada vez va a más y que está creando un peligrosísimo clima de odio en España sin precedentes desde la Guerra Civil”, ha denunciado.

Fernández Vázquez concluye preguntándose si en la izquierda existe una estrategia similar. “Así como la extrema derecha sabe que yendo a ciertos sitios es un botón seguro para generar visibilidad y victimismo, si existe algo análogo en la izquierda. Y en caso de que exista, si lo usa”.

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