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Campaña de bombardeos en Somalia: “No están matando a Al Shabab, están matando a civiles”

Imagen de archivo de un ataque aéreo en Somalia.

Jason Burke

Decenas de civiles han muerto y han resultado heridos en Somalia como resultado de los bombardeos liderados por Estados Unidos contra grupos yihadistas. Estos ataques han alcanzado niveles sin precedentes, según ha revelado una investigación de The Guardian, lo que suscita el temor de que las acciones de Washington puedan reforzar el apoyo a los extremistas.

El aumento de los ataques es parte de la estrategia más amplia de política exterior de la Administración de Trump en África y Oriente Medio. Ha habido 34 bombardeos estadounidenses en Somalia en los últimos seis meses, al menos el doble del total de ataques durante 2016.


Evolución de los ataques aéreos de Estados Unidos sobre Somalia

Fuente: The Bureau of Investigative Journalism

Los aliados regionales activos en la campaña contra extremistas islamistas en el país africano también han llevado a cabo muchas misiones. Estas parecen ser las más letales para la población civil.

Prácticamente todos los ataques tienen como objetivo a Al Shabab, la organización extremista vinculada a Al Qaeda que lucha por establecer un Estado islámico en Somalia desde hace más de una década.

The Guardian ha recopilado e investigado muchos informes de bombardeos lanzados en los últimos 12 años, comprobando las informaciones en medios locales, con autoridades locales y occidentales, personal médico, testigos y familiares de las víctimas.

En cinco ataques desde julio, más de 50 civiles murieron o resultaron heridos. En al menos dos de ellos han participado aeronaves estadounidenses. Es probable que otros ataques de los que no se ha informado hayan causado más bajas.

Cinco civiles murieron y dos fueron heridos en un bombardeo en un pueblo el 6 de diciembre, según relataron testigos y personal hospitalario. En otro incidente, en octubre, residentes y personal médico informaron de hasta ocho civiles heridos en un bombardeo lanzado durante duros enfrentamientos en la provincia de Lowe Shabelle. El mes anterior, cuatro pastores resultaron heridos como resultado del bombardeo de un abrevadero cercano a la frontera con Kenia.

En agosto, siete miembros de una familia, incluido un niño pequeño, murieron y otros ocho fueron heridos en un bombardeo en una población cerca de la ciudad portuaria de Kismayo, al sur del país, según informaron familiares y testigos.

Los bombardeos también han matado muchas cabezas de ganado y provocado grandes daños en infraestructuras agrícolas.

Kenia, más mortífera que Estados Unidos

Aunque la intensidad de los últimos ataques no tiene precedentes, el uso de la fuerza aérea en Somalia ha ido aumentando continuamente desde que Donald Trump se convirtió en presidente de EEUU.

Un reciente análisis de la ONU identifica 74 ataques entre enero de 2016 y octubre de 2017 que han causado 57 bajas civiles. Solo 14 de estos bombardeos estuvieron “apoyados por EEUU” y el informe culpa a las fuerzas keniatas en Somalia de 42 de las muertes.

Kenia aporta a Amisom –la misión militar y policial de la Unión Africana en Somalia compuesta por una fuerza de 22.000 personas– tropas y tres helicópteros de ataque. Se cree que las fuerzas keniatas han llevado a cabo sus propios ataques en las zonas fronterizas, aunque Nairobi lo niega.

La mayoría de los bombardeos golpea el territorio de los yihadistas y es difícil confirmar la información de víctimas civiles, incluso cuando viene de familiares de los heridos o fallecidos.

Puede que algunos de los muertos o heridos sean combatientes de milicias tribales armadas que técnicamente son civiles, aunque a veces colaboren con los extremistas.

Al Shabab también suele exagerar el número de bajas civiles y a menudo las comunidades se ven tentadas a apoyar tales reclamaciones ante la perspectiva de una indemnización.

El repentino aumento de Estados Unidos en el uso de la fuerza aérea en Somalia se produce tras la flexibilización de las directrices para intentar prevenir bajas civiles y la decisión de la Administración de Trump de dar a los mandos militares sobre el terreno más autoridad a la hora de ordenar ataques.

Una gran atentado que mató a 500 personas en Mogadiscio en octubre de 2017 –el último en una serie de ataques contra la capital somalí– ha dado un impulso extra a los nuevos esfuerzos estadounidenses. Destacadas figuras humanitarias han expresado una creciente preocupación sobre el potencial coste humanitario de esta ofensiva.

“Todos aquellos que están utilizando la vía militar de una forma u otra [en Somalia] afirman que tienen normas que protegen a los civiles”, dice Michael Keating, representante especial de la ONU en Somalia, “pero no están trasladando sus principios a la práctica. Todos los protagonistas podrían hacer más para proteger a los civiles”.

El ataque a una tetería

En una entrevista telefónica, Ibrahum Mohamed Abdullahi, residente en el pueblo de Illimey, a unos 130 kilómetros al suroeste de Mogadiscio, afirma que un proyectil mató a cinco personas e hirió a otras dos el pasado 6 de diciembre.

“Los granjeros se habían reunido en una tetería cuando el drone se situó encima. Algunas de las víctimas estaban cruzando la calle mientras otras estaban dentro bebiendo el té de la tarde. Cinco personas murieron en el acto. No están matando a Al Shabab, están matando a civiles”, denuncia.

Trabajadores del hospital en Mogadiscio confirmaron que dos víctimas –un bebé de 18 meses y un hombre de 23– llegaron al hospital con heridas de metralla porque una clínica cerca de Illmey no tenía electricidad. Murieron una niña de cinco años, una joven de 17 y tres hombres. Un portavoz estadounidense señaló que no hubo bombardeos de EEUU en Somalia el 6 de diciembre.

Los bombardeos en octubre en Lower Shabelle tuvieron lugar durante duros enfrentamientos entre fuerzas gubernamentales y Al Shabab. Varios extremistas murieron, pero ocho civiles en el pueblo Awdhegle también resultaron heridos, informaron los locales.

Muse Xirey, uno de los más mayores de la comunidad, señala que tres mujeres, un niño y cuatro hombres fueron trasladados al hospital Daru al Shifa en Mogadiscio cuando su casa fue alcanzada por el ataque. “Eran pastores y granjeros, no Al Shabab”, recuerda el hombre de 56 años.

Un doctor del hospital confirmó que dos hombres y una mujer heridos “en un bombardeo entre Awdhegle y Barire” fueron tratados en el centro. Por su parte, las autoridades estadounidenses informaron de que solo se llevó a cabo un ataque a 60 kilómetros al suroeste de Mogadiscio.

Un tercer incidente tuvo lugar en el pueblo de Talaka, cerca de la frontera con Kenia, una vez se retiraron las tropas keniatas. Combatientes de Al Shabab aparecieron poco después y fueron bombardeados, según la versión de los testigos. Un abrevadero a cierta distancia también fue atacado. Murieron 20 camellos y cuatro pastores resultaron heridos. Se ha culpado del ataque a las fuerzas keniatas, pero estas han negado cualquier responsabilidad.

Entre el 16 y el 17 de agosto, Estados Unidos llevó a cabo tres “bombardeos de precisión contra los miembros de Al Shabab, matando a siete combatientes” en la región de Jubbada Dhexe, donde se han producido fuertes enfrentamientos entre los cuerpos de seguridad y combatientes, de acuerdo con las autoridades.

Residentes, medios locales y medios vinculados a Al Shabab informaron de la muerte de siete civiles a causa de explosiones en la población de Ahmed Yare, a unos 25 kilómetros a las afueras de Jilib, bastión de Al Shabab.

En una entrevista telefónica desde Kismayo, Halima Skeikh Yare cuenta que su primo Sheikh Mohamed, un “destacado clérigo”, murió junto a su mujer y otros cinco familiares. La mujer, de 47 años, afirma que su primo era granjero, profesor de religión e imán, pero no un líder local de Al Shabab como afirman las autoridades somalíes. “Los miembros de Al Shabab están armados, pero esta era una familia que estaba en su casa y que no estaba armada”, asegura.

Hasan Muhumed, un residente de Jilib de 31 años que visitó el pueblo de Ahmed Yare para comprobar el estado de sus familiares poco después del bombardeo, explica que los combatientes de Al Shabab habían visitado la zona para dirigirse a la población local un día antes del ataque, pero señala que se fueron poco después. “Todos los muertos eran civiles”, asegura Muhumed.

Un portavoz del Ejército de EEUU señaló que una investigación interna había concluido que las acusaciones de víctimas civiles cerca de Jilib en este momento no eran creíbles.

“Una gran bomba alcanzó varias casas”

El último incidente investigado por The Guardian ocurrió la noche del 18 de julio en el pueblo de Qabri Sharif, al oeste de Kismayo. Los residentes describen cómo “una gran bomba alcanzó varias casas”, matando a tres menores y a un hombre. Ocho adultos heridos fueron trasladados al hospital de Kismayo, afirman.

Muhumed Kuusow, un anciano local, afirma que los menores estaban jugando en su casa cuando fueron alcanzados por la metralla. “Todos murieron en el acto. La bomba era inmensa y todo quedó como si hubiese una profunda cueva en el suelo”, explica.

El doctor Hassan Sheikh Ali, que en ese momento era director del hospital de Kismayo, afirma que cuatro víctimas, todos pastores, llegaron al centro. “Nos dijeron que hubo un bombardeo en el pueblo el 18 de julio que mató a varias personas y a muchos animales”, recuerda.

Abdinur Mohamed, ministro de Información Provincial, afirma que las autoridades en Kismayo estaban al tanto de las víctimas civiles en el ataque, que afirma que fue cometido por aviones keniatas. Autoridades estadounidenses sostienen que no hubo bombardeos aéreos de EEUU en Somalia el 18 de julio.

El reciente informe de la ONU concluye que Al Shabab ha matado a 1.223 civiles y herido a otros 1.500 entre enero de 2016 y octubre de 2017. Esto representa el 60% de las 2.078 muertes de civiles documentadas en el mismo periodo.

Zeid Ra'ad al Hussein, alto comisario de Naciones Unidas para los derechos humanos, afirma que las muertes de civiles causadas por fuerzas regionales o internacionales, aunque solo representan una pequeña proporción de las muertes de civiles, son de gran preocupación porque debilitan la confianza de la población de Somalia en el Gobierno y en la comunidad internacional, y esto ayuda a los extremistas.

Un problema de Estados Unidos es que se responsabiliza a menudo a sus fuerzas de ataques aéreos incluso cuando no son ellos los responsables.

Tricia Bacon, antigua experta en antiterrorismo del Departamento de Estado y profesora en la American University en Washington, afirma que los bombardeos tienen un poderoso “efecto disruptivo” en organizaciones radicales, pero también corren el riesgo de enfurecer a la población civil a la que “necesitabas poner en contra de los terroristas”.

Un portavoz militar de Kenia remitió a The Guardian a la misión Amisom cuando se le preguntó sobre las operaciones de Kenia en Somalia. Francisco Madeira, director de Amisom, sostiene que la fuerza “no es responsable de ningún bombardeo aéreo” en Somalia en 2017.

Por su parte, un portavoz militar de EEUU sostiene que sus fuerzas cumplen “las leyes del conflicto armado” y toman “todas las precauciones posibles para minimizar las víctimas civiles y otros daños colaterales”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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