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MAPA

El cierre de centros educativos por el coronavirus afecta ya a 800 millones de estudiantes en 100 países

Icíar Gutiérrez / Ana Ordaz

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La lista no para de aumentar. Hasta el momento, los Gobiernos de un total de 100 países han anunciado o han aplicado cierres de centros educativos, ya sean totales o parciales, en un intento por frenar la propagación del coronavirus SARS-CoV-2, según los datos actualizados a 16 de marzo por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). 

De acuerdo con el monitoreo elaborado por la organización internacional especializada, un total de 85 países, entre ellos España, han cerrado centros educativos en todo el país. En total, estiman, esta medida está afectando a 776,7 millones de niños y jóvenes, comprendidos entre las edades de preescolar y de secundaria superior, así como la educación terciaria (superior). En España, la suspensión de clases está afectando a 7,7 millones de alumno del primer grupo y a aproximadamente 2 millones del segundo, indican.



Además, la UNESCO tiene constancia de que otros 15 Estados han decidido clausurar colegios en determinadas áreas para prevenir o contener la propagación de la enfermedad COVID-19, del que se han detectado aproximadamente 187.000 casos en todo el mundo. Si los gobernantes de estos países apuestan por ampliar la medida a nivel nacional, la organización internacional calcula que afectaría a otros 552,306 millones de estudiantes de educación preescolar a secundaria y otros 89,7 millones de alumnos de educación superior.

“Si bien los cierres temporales de escuelas por motivos de salud y otras crisis no son nuevos, desafortunadamente, la escala global y la velocidad de la interrupción educativa actual no tienen precedentes y, si se prolonga, podrían amenazar el derecho a la educación”, advirtió hace unos días Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, que explica que está trabajando con países para asegurar la “continuidad del aprendizaje para todos, especialmente los niños y jóvenes desfavorecidos que tienden a ser los más afectados por el cierre de escuelas”. En la misma línea se han pronunciado la Organización Mundial de la Salud (OMS), que junto a la Cruz Roja y Unicef.

Los problemas que plantea el cierre de colegios

La medida, incluso cuando es temporal, es problemática por varias razones, ha explicado la UNESCO. Una de las más importantes es que el tiempo dedicado al aprendizaje se interrumpe y se reduce, lo que termina afectando a los logros educativos de los estudiantes. “Cuando las escuelas cierran, el rendimiento educativo sufre”, señala el organismo, que indica que, especialmente en casos en los que la medida se prolonga, las tasas de abandono tienden a aumentar, por lo que se debe garantizar que lo alumnos regresen y permanezcan en la escuela una vez abiertas.

Para limitar las consecuencias de la interrupción de las clases en el aprendizaje que una medida de este calado supone para el aprendizaje de los estudiantes, la UNESCO ha recomendado a los países que cierren escuelas el uso de programas de educación a distancia, entre ellos aplicaciones y plataformas educativas que permitan conectar a maestros y estudiantes de forma remota, y el acceso directo a contenidos. China fue el primer país en intentar solventar la suspensión de la enseñanza con clases virtuales.  No obstante, el organismo señala un obstáculo que puede aumentar los riesgos para el aprendizaje, como la falta de acceso a la tecnología o la buena conexión a Internet, especialmente para los estudiantes de las familias más empobrecidas.

El impacto es especialmente preocupante para estos alumnos. El cierre de colegios acaba agravando las desigualdades, ya que las familias más ricas “tienden a tener niveles más altos de educación” y más recursos para llenar este vacío de aprendizaje y proporcionar actividades alternativas a los niños que no pueden asistir a la escuela, indica la UNESCO. Por otro lado, tiene impacto en la nutrición, ya que muchos menores dependen de la comida que le proporcionan en sus centros educativos.

Después están los problemas que plantea para la conciliación familiar. Si los niños no pueden ir al colegio y tienen que quedarse en casa, las familias tienen que repensar cómo organizarse y reformular su rutina. La carga de este tipo de medidas acaba pesando sobre las mujeres, sobre las que sigue recayendo el cuidado de los niños en todo el mundo.

Según la UNESCO, los progenitores que trabajan tienen más probabilidades de faltar a su trabajo para cuidar a sus hijos, por lo que puede aumentar el riesgo de perder parte del sueldo. Muchos optan por dejar a los niños solos, indica el organismo, y los que se quedan con sus hijos no siempre están preparados para apoyarles en la educación a distancia. 

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