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Claves de la crisis política en Irak: 11 meses de bloqueo y un líder llamando a la revolución

Uno de los seguidores de Muqtada al Sadr, con su rostro tatuado en el brazo, participa en el asalto al palacio presidencial.

Javier Biosca Azcoiti

30 de agosto de 2022 22:06 h

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El asalto al palacio presidencial de Irak por parte de los seguidores de Muqtada al Sadr, uno de los clérigos chiíes y políticos más influyentes del país, ha acabado con decenas de muertos. Se trata del clímax –aunque probablemente no el final– de una larga crisis política que estalló hace casi un año, que ha enfrentado y dividido en dos al bloque chií y que ha provocado otros momentos de gran tensión, con dos asaltos al Parlamento y una sentada de varias semanas en la cámara.

El asalto al palacio presidencial se desencadenó tras el anuncio de la retirada de Sadr de la vida política al no poder formar gobierno.

Sadr, la fuerza más votada en las elecciones de 2021, ha pasado meses intentando, sin éxito, formar Gobierno. Como respuesta, llamó a la revolución y pidió la disolución del Parlamento para, finalmente, anunciar su retirada de la vida política, lo que desencadenó el asalto al palacio presidencial por parte de sus seguidores. Sin embargo, varios expertos recuerdan que Sadr ha anunciado su retirada en numerosas ocasiones en el pasado y nunca ha sido la definitiva.

Las elecciones anticipadas

En octubre de 2021, Irak celebró elecciones anticipadas tras casi un año de protestas que dejaron centenares de muertos –669, según la ONG Centro de Documentación de Crímenes de Guerra de Irak–.

El Movimiento Sadrista, liderado por Muqtada al Sadr sobre una base nacionalista contraria a la injerencia extranjera –especialmente contra Irán y EEUU–, fue la fuerza más votada y obtuvo 73 de los 329 escaños del Parlamento, una cifra insuficiente. Para formar gobierno, primero la cámara debe votar al presidente, que debe ser elegido por dos tercios en primera votación o mayoría simple en segunda votación.

El Movimiento Sadrista intentó formar una coalición con el apoyo del Partido Democrático Kurdo y el Partido del Progreso (suní) para alcanzar la mayoría simple, pero “la sentencia del Tribunal Supremo sobre el artículo 70 de la Constitución hizo difícil lograr el quórum para la elección del presidente”, dice a elDiario.es Farhad Alaaldin, presidente del Iraq Advisory Council. Dicha sentencia requiere una presencia de dos tercios de todos los diputados en la votación del presidente y muchos opositores a Sadr han boicoteado las sesiones parlamentarias para bloquear el nombramiento de un primer ministro.

El bloqueo y dimisión en bloque

Su principal bloque opositor es el Marco de Coordinación, que no es una coalición ni un partido, sino una plataforma de múltiples y diversas formaciones políticas chiíes que controlan 130 escaños y, por tanto, tienen la capacidad de bloquear la formación de gobierno. Dentro del Marco de Coordinación están las fuerzas chiíes más cercanas a Irán, entre las que destaca la figura del exprimer ministro Nouri al Maliki, que durante su gobierno llevó una política sectaria.

“Sadr se vio incapaz de continuar”, dice Alaaldin. En un movimiento sorprendente y tras más de ocho meses de bloqueo político, Sadr ordenó a todos sus diputados presentar su dimisión, lo que anunció como “un sacrificio para liberar al país y al pueblo de un destino desconocido”. En un primer momento, el Marco de Coordinación no tenía una idea definida de lo que estaba pasando: “No está claro lo que está intentado lograr Sadr esta vez. No tenemos una idea clara de cuál será su próximo movimiento”.

“Fue un error estratégico que cometió, su mayoría parlamentaria con la alianza tripartita era fuerte y podría haber disuelto el Parlamento con facilidad si se hubiera quedado”, sostiene Alaaldin.

Asalto al Parlamento y ultimátum a la justicia

Tras la renuncia en bloque de los ‘sadristas’, el Marco de Coordinación tomó el relevo e intentó formar gobierno con Mohammed al Sudani como primer ministro, lo que indignó a los seguidores del clérigo chií, que acabaron asaltando el Parlamento el 27 de julio y bloqueando así la votación de Sudani. Dos horas después, volvieron a sus casas bajo la orden del propio Sadr: “Vuestro mensaje se ha escuchado, habéis aterrorizado a los corruptos. Volved de forma segura a vuestras casas”.

Tres días después, los manifestantes volvieron a asaltar la cámara. Esta vez hubo más de un centenar de heridos y no hubo orden de retirada. La sentada en el Parlamento duró semanas. Sadr había pasado de querer formar gobierno a llamar a la revolución: “Esta revolución espontánea y pacífica que ha liberado la Zona Verde es una oportunidad de oro para toda la gente estigmatizada por la injusticia, el terrorismo y la corrupción”. Sadr defendía ahora un “cambio fundamental” del “sistema político y la Constitución”.

Además, Sadr dio al poder judicial un ultimátum de una semana para disolver el Parlamento. “Si no, los revolucionarios tomarán una nueva posición”, tuiteó el líder iraquí. Sin embargo, el Consejo Supremo Judicial respondió el pasado 14 de agosto afirmando que no tiene autoridad para disolver la cámara“. Como respuesta, los manifestantes ‘sadristas’, que llevaban ya tres semanas ocupando el Parlamento, organizaron otra sentada a las puertas del Tribunal Supremo.

Asalto al palacio, decenas de muertos y disculpas

En este contexto, Sadr anunció su retirada de la política esta semana, lo que desencadenó el lunes el asalto al palacio presidencial y provocó fuertes enfrentamientos que han dejado al menos 35 fallecidos. Finalmente, Sadr ha ordenado este martes a sus seguidores que se retiren.

“Si en 60 minutos no se retiran de la sentada frente al Parlamento, dejaré de ser parte de la corriente sadrista”, ha afirmado. “Pido disculpas al pueblo iraquí, ya que es el único perjudicado con lo que está ocurriendo”. 

Aunque la crisis no se ha resuelto, Alaaldin señala que “el proceso político debería volver a su camino, formando un Gobierno y convocando otras elecciones anticipadas”. No todos los expertos coinciden. Hamzeh Hadad, analista del think tank European Council on Foreign Relations, decía en un artículo el pasado 26 de agosto que “otras elecciones anticipadas serían una respuestas a las maquinaciones de Sadr en lugar de a las protestas orgánicas que llevaron a las elecciones de 2021”. “Ceder a la presión de Sadr y sus seguidores solo dañaría la democracia iraquí”. 

Hadad señala también que el clérigo chií ya ha amenazado otras veces con retirarse de la política “y siempre termina dando marcha atrás”. Sajad Jiyad, analista de Irak en el think tank The Century Foundation, coincide: “Esta es la octava vez que se retira de la política, así que no creo que sea una retirada, sino una pequeña maniobra táctica”.

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