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El día en que Erdogan marcó el paso a la OTAN

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, junto al presidente Recep Tayyip Erdogan y el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu.

Javier Biosca Azcoiti

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Rápido y sencillo. En apenas medio día la OTAN ha aprobado la estrategia que guiará la organización en la próxima década. Pero antes incluso de que comenzase oficialmente la cumbre, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ya se había llevado un premio gordo para vender en casa. Desde hace un mes concentraba todas las miradas de los Estados miembros por su veto a la entrada de Suecia y Finlandia en la Alianza Atlántica. Después de una reunión de más de cuatro horas y varias jornadas previas de negociación, Ankara levantaba su veto, conseguía sobre el papel gran parte de sus demandas y la OTAN vendía el primer gran éxito de la cumbre.

Turquía, que ha sido acusado por ONG, otros países y por la ONU de abusar de la legislación antiterrorista, ha forzado a Suecia y a Finlandia a declarar que “no apoyarán al YPG/PYD ni a la organización descrita como FETÖ en Turquía”; a “abordar” y colaborar en la extradición de supuestos terroristas; a levantar el embargo a la venta de armas; y a anunciar cambios en su legislación antiterrorista, entre otras cosas. 

Suecia y Finlandia han afirmado públicamente que el acuerdo alcanzado no cambia su posición y que no esperan que surjan más problemas con Ankara en el proceso de adhesión. “Hemos trabajado tanto en esto que no creo que haya problemas futuros, pero sería imprudente por mi parte decir que no surgirá absolutamente nada”, ha afirmado la ministra de Exteriores sueca, Ann Linde. Sin embargo, el embajador turco en España, Burak Akçapar, ha recordado lo siguiente en declaraciones a elDiario.es: “Los parlamentos de 30 Estados miembros deberán ratificar la adhesión de Finlandia y Suecia. Si los ciudadanos de Turquía no están satisfechos con el modo en que Suecia y Finlandia cumplen su parte del acuerdo, el Parlamento turco puede vetarla”.

“Es una victoria significativa para Ankara”, dice Soner Cagaptay, director del programa de Turquía en el Washington Institute for Near East Policy y autor del libro sobre Erdogan 'A Sultan in Autumn'. “Erdogan ha creado una crisis y Biden ha tenido que llamarle para resolverla. El presidente turco ha demostrado que si Biden le llama, se puede llegar a acuerdos, aunque cuando llegó al poder era escéptico a la hora de acercarse a Erdogan”, añade.

El periodista Abdullah Bozkurt, exiliado en Suecia, es una de las voces más reconocidas del Movimiento Gülen, denominado Organización Terrorista Fethullah Gulen (FETÖ) por Ankara y a quien Erdogan acusa de orquestar el golpe de Estado de 2016. “Será difícil dar cuerpo a las provisiones del memorándum porque hay un mundo de diferencia en las interpretaciones que hacen del terrorismo estos países. El periodismo crítico es considerado una ofensa criminal en Turquía y las autoridades rápidamente acusan de terrorismo a periodistas”, dice. “Por el contrario, estas libertades están muy protegidas en Suecia. Creo que habrá mucho ruido, peleas y diferencias irreconciliables en la fase de implementación”.

Cagaptay explica que la referencia explícita al YPG kurdo es muy relevante. Turquía considera a esta organización la rama siria del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán, declarado organización terrorista por EEUU y la UE), pero a su vez el YPG ha sido uno de los grandes aliados de Occidente en la lucha contra ISIS en Siria. “Es la primera vez que un futuro Estado miembro, como son ahora Suecia y Finlandia, se compromete a no ayudar al YPG. Es la primera vez que esto se expresa en la Alianza y Ankara está creando laboriosamente su política anti-YPG en la OTAN”, dice. “Turquía busca que otros aliados hagan compromisos similares para cercar y desconectarse de la política de Washington respecto a esta organización”. Esa política de EEUU en Oriente Medio ha sido uno de los grandes puntos de fricción entre Washington y Ankara.

La diputada sueca de origen kurdo Amineh Kakabaveh ha amenazado con una moción de censura a la ministra de Exteriores sueca si no da explicaciones en el Parlamento por el acuerdo alcanzado con Ankara. “Es un día negro para la historia política sueca”, ha afirmado. “Se está sacrificando a los kurdos para esta estrategia cínica ¿Por qué se rinde Suecia ante Erdogan?”, ha añadido. Sin embargo, la primera ministra sueca, Magdalena Andersson, ha señalado a la agencia Reuters que el acuerdo no cambia la posición del país nórdico. “Lo que está en la declaración es algo que Suecia ya está haciendo: que no apoyaremos [a estos grupos] de forma que pueda ser una amenaza  para la seguridad interna de Turquía, como entrega de armas o apoyo financiero, y eso es algo que Suecia no está haciendo hoy en día”.

En cuanto a las extradiciones, Turquía apenas ha tardado unas horas desde la firma del memorándum para solicitar la extradición de 33 personas acusadas de terrorismo: 17 por supuestos vínculos con el PKK y 16 por gulenistas. “Ahora, tras el acuerdo, solicitaremos de nuevo la extradición y se lo recordaremos”, ha afirmado el ministro de Justicia, Bekir Bozdag.

Sin embargo, la ministra de Exteriores sueca, Ann Linde, ha señalado que los procesos de extradición no se verán afectados. “Esto se hace de acuerdo con la legislación sueca y el acuerdo con Turquía no lo cambia”, ha dicho. Bozkurt es uno de quienes están amenazados, pero cree que este texto no cambia su situación: “La preocupación de seguridad no cambia, pero sigue siendo bastante relevante para mí porque he sido objetivo suyo durante años y uno se acostumbra a eso en su vida normal”.

“El Gobierno no puede decidir sobre este tema, que está bajo la jurisdicción de tribunales independientes”, ha afirmado  Ragip Zarakolu, escritor turco exiliado en Suecia, a Middle East Eye. “La solicitud de extradición en mi contra también fue rechazada por el Tribunal Supremo de Suecia”.

Poco antes de la larga reunión de la que salió el memorándum, Erodgan tuvo una llamada con Joe Biden y al día siguiente, el Pentágono mostró su disposición a vender a Ankara nuevos aviones F-16, los mismos que Turquía llevaba pidiendo desde hace tiempo. EEUU niega que se trate de una contrapartida por levantar su veto. Sin embargo, cuando Erdogan anunció su negativa a la entrada de los países nórdicos en la OTAN, los analistas afirmaron que era una forma de presión a EEUU para lograr los F-16 o volver a entrar en el programa de los F-35, del que fue expulsado por comprar los misiles antiaéreos rusos S-400.

“Suecia y Finlandia han mantenido su posición exactamente como era sin perder su cara, pero a su vez este tipo de texto se puede presentar en casa como una victoria de Erdogan”, sostiene Kerim Has, analista turco radicado en Moscú. “Es una victoria de la diplomacia, no de Erdogan”. Bozkurt coincide: “Erdogan ha obtenido sus concesiones de forma que le sirvan para el público turco. Ya ha sido declarado ganador en los medios turcos que controla, pero no veo mucha sustancia por el momento. Queda por ver cómo se aplicará para poder juzgarlo”.

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