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Erdogan pone en la diana a la comunidad LGTBI para rascar apoyos en unas elecciones de Turquía muy ajustadas

La candidata trans Zeynep Esmeray Ozadikti, del Partido de los Trabajadores de Turquía (TIP), posa junto a una seguidora en Estambul

Lara Villalón

Estambul —

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La comunidad LGTBI se ha convertido en la baza del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para atacar a la oposición en las elecciones presidenciales y parlamentarias de este domingo. Los sondeos indican que el mandatario podría perder la presidencia tras 20 años en el poder. En un discurso electoral cada vez más agresivo, Erdogan mezcla la homofobia, la identidad religiosa e incluso el terrorismo, para polarizar a la sociedad y atacar a la oposición.

Ante la pérdida de popularidad en las encuestas, Erdogan ha pedido a sus votantes que animen a conocidos y familiares a que voten a su partido para “no tener accidentes este domingo”. “La oposición promete sacar de la prisión a los terroristas, promete emplear a partidarios de organizaciones terroristas. Aún peor, promete dejar a nuestro hijos en las garras de pervertidos LGTBI”, declaró el pasado domingo en un mítin en Mardin, ciudad kurda del sudeste del país. “Enterraremos a los pro-LGTBI en las urnas”, dijo, añadiendo que no permitirá que “borrachos” tomen el poder, en alusión a una posible victoria de la oposición.

El ministro de Interior, Süleyman Soylu, señaló en un mitin de campaña que las personas LGTBI quieren casarse “con animales” y culpó a la oposición y a Occidente de querer dividir a la sociedad turca. “Es terrorismo cultural. Propaganda terrorista que trata de que las personas olviden sus valores, su religión, su amor a los padres, su lealtad familiar. Esta es la política de Europa, la de divide y vencerás, como en Estados Unidos”, describió Soylu.

El ministro se presenta como candidato a diputado en el mismo distrito de Estambul que su peor enemiga, Zeynep Esmeray, una candidata trans de la formación izquierdista Partido de los Trabajadores de Turquía (TIP). Ésta se presenta a la elecciones con una coalición de partidos de izquierda prokurda que defiende, entre otras cuestiones, los derechos de las personas LGTBI. “Nuestra situación siempre ha sido precaria, pero ahora recibimos mucha presión de las autoridades. Nos atacan porque saben que están perdiendo. Juegan con los sentimientos de la gente, con sus creencias religiosas y por el camino nos arrojan a los lobos”, explica a elDiario.es Esmeray. “En medio de una campaña difícil, de crisis económica, de un terremoto, el ministro de Interior dice que nos casamos con animales. Es patético”, añade.

La candidata critica que estas guerras culturales son muy peligrosas porque terminan afectando a las leyes y medidas políticas del país. Pone como ejemplo las declaraciones de Erdogan sobre que las mujeres que trabajan son “medias personas” y su presión para que tengan muchos hijos. Estas palabras han propiciado cambios institucionales como el Ministerio de la Mujer, que actualmente se llama Ministerio de la Familia o la retirada del Convenio de Estambul contra la violencia machista. “Es una estrategia de todos contra todos, de unas religiones contra otras, de unas ideas contra otras, pero esto se está acabando. La sociedad está con nosotros y por nuestros derechos, mucha gente nos apoya. Tengo ganas de llegar al Parlamento y mirar a Soylu con la cabeza bien alta”, dice la candidata.

Los ataques a la comunidad LGTBI por parte de Erdogan no son nada nuevo, pero es la primera vez que los utiliza para atizar a la oposición en medio de una campaña electoral. La deriva homófoba tomó un rápido descenso a principios de 2020, cuando las autoridades turcas intentaron frenar unas protestas universitarias contra la intervención del Gobierno en la elección de los rectores de estos centros. En aquel entonces, Erdogan llamó “pervertidos” a los miembros de la comunidad LGTBI y reprimió cualquier tipo de expresión en el espacio público, incluido el uso de banderas arcoiris en protestas.

También ha retirado a Turquía del Convenio de Estambul, un tratado paneuropeo que establece un marco legal contra la violencia machista, porque “promueve la homosexualidad”. Y en las celebraciones del Orgullo del año pasado más de 300 personas fueron detenidas en las calles de Estambul. Sin embargo, el país cuenta con fuertes organizaciones por los derechos LGTBI, con miles de miembros, que siguen intentando llevar a cabo acciones en las calles, en las redes y creando estructuras de protección ante el desamparo institucional.

Si bien Turquía es un país constitucionalmente secular donde la homosexualidad nunca ha estado criminalizada, las personas LGTBI sufren discriminación, violencia y una falta de protección institucional. Según datos de ILGA Europe (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex), Turquía se sitúa en el puesto 48 de 49 del ránking de derechos LGTBI, solo por delante de Azerbaiyán.

“El Gobierno intenta mantener por todos los medios el apoyo de grupos conservadores nacionalistas. Los mejores ejemplos de ello son la salida del Convenio de Estambul y la conversión de Santa Sofía en mezquita”, explican desde Hevi LGTBI, una asociación que protege los derechos de los kurdos y refugiados LGTBI en Turquía. “Para influir en la masa de votantes se crea la percepción de que estos temas son el único problema de la sociedad e intentan imponer esta agenda. Sin embargo, las encuestas muestran que el mayor problema de la sociedad es la economía”, añade. “Primero crean el problema y luego tratan de convertirlo en una victoria”.  

El año pasado grupos a favor del Gobierno e islamistas organizaron manifestaciones “profamilia” y contrarias al colectivo LGTBI en varias ciudades del país, con el beneplácito de las autoridades, que han prohibido protestas críticas en los últimos cinco años. “Con la esperanza de que estas acciones unirán a los votantes conservadores, usan la retórica anti-LGTBI en plena campaña electoral”, señala en un comunicado KaosGL, una de las mayores organizaciones por la defensa de los derechos LGTBI en Turquía. 

En la carrera por la mayoría parlamentaria, el partido de Erdogan, el islamista AKP, ha formado una coalición con el partido ultranacionalista MHP, cuarta fuerza en el hemiciclo. También cuenta con otras dos formaciones extremistas, YRP y Huda-Part, que apenas cosechan el 1% de los votos, pero que han exigido derogar leyes contra la violencia machista y clausurar organizaciones LGTBI a cambio de brindar su apoyo a Erdogan. 

Ante estos ataques, el principal candidato opositor, Kemal Kiliçdaroglu, ha rechazado las acusaciones del Gobierno y ha pedido respetar a todos los ciudadanos. “Hay que respetar el estilo de vida de todos. Yo no hago del estilo de vida de las personas un instrumento político. La política es una cosa aparte”, señaló en una entrevista con medios turcos. “La política es encontrar soluciones a los problemas actuales. Tenemos que respetar la fe y la identidad de todos”, enfatizó. 

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