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Paro, deudas, precios desbocados y un terremoto que desgasta a Erdogan: la crisis marca las elecciones en Turquía

Cartel electoral del candidato opositor, Kemal Kilicdaroglu en Esmirna

Lara Villalón

Estambul —

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La historia de Betül es la de muchas familias que están sufriendo la crisis económica en Turquía. Hace tres años regentaba una peluquería en Bayrampasa, un barrio residencial de la parte europea de Estambul, donde vive con su marido y dos hijos. La inflación alcanzó el 85% en octubre del año pasado, aunque varios estudios apuntan que continúa superando el 100% en ciudades metropolitanas como Estambul.

Este aumento súbito de los alquileres, las facturas del gas y electricidad obligaron a Betül a cerrar su negocio. Ahora, a través del boca oreja, corta el pelo a vecinas del barrio. Su marido trabaja en una gasolinera y la crisis le interrumpió un proyecto de negocio, que se quedó en la nada y con deudas. Desde entonces, sobreviven con las ayudas y descuentos que encuentran, como la “leche popular”, una iniciativa del ayuntamiento de Estambul para cubrir las necesidades básicas de las familias que pasan por dificultades económicas.

“Mis niños tienen dos y cinco años, por eso nos dan leche gratis. Con eso cocino también. Busco los productos más asequibles en los mercados. Soy toda una experta en encontrar ofertas”, bromea. Ella y su familia están pensando en mudarse a Alemania, donde podrían encontrar trabajos mejor pagados que el sueldo mínimo en Turquía (400 euros), pero para ello necesitan ahorrar porque la lira turca se ha devaluado un 73% en los últimos cinco años. 

La situación económica centra la campaña de las elecciones presidenciales y parlamentarias de este domingo en Turquía. La mayoría de economistas apuntan que el aumento de precios se debe a las medidas heterodoxas del actual presidente, Recep Tayyip Erdogan, que ha intervenido en las decisiones del Banco Central, creando desconfianza entre los inversores y haciendo tambalear la lira y los precios.

El mandatario asegura que estos problemas ya han quedado atrás e insiste en remarcar los avances de su Gobierno en las últimas dos décadas, especialmente el desarrollo en infraestructuras y defensa. La oposición ha formado por primera vez una coalición de seis partidos de diferente ideología –desde centroizquierda a liberales, nacionalistas e islamistas– con el objetivo de derrocar a Erdogan. La alianza ha propuesto un candidato común a la presidencia: Kemal Kiliçdaroglu, que encabeza la mayoría de encuestas.

Este jueves, el candidato Muharren Ince, al que las encuestas daban en torno al 5% de intención de voto, se ha retirado de la carrera, lo que puede beneficiar a Kiliçdaroglu. Si ninguno de los dos candidatos principales alcanza el 50% de los votos, se celebraría una segunda vuelta el 28 de mayo. En las parlamentarias, el baile de porcentajes es más incierto, aunque indica que Erdogan podría ganar de nuevo el Parlamento. En todo caso, las encuestas muestran unos comicios muy reñidos entre dos modelos de Turquía muy diferentes, fruto de años de polarización social.

“Yo votaré otra vez a Erdogan, creo que él nos puede sacar de esta crisis. Mis padres llegaron a Estambul hace treinta años desde Konya (Anatolia central) y vieron como Erdogan mejoró el país”, explica Betül. “Si alguien puede solucionar nuestra situación es él. La oposición no me convence, no conocen las necesidades de la gente”, añade.

Muharrem, un jubilado de 70 años residente en la costa Egea de Esmirna, opina lo mismo. “Erdogan es un líder fuerte. Turquía ayuda a otros países económicamente en África, ayuda a Ucrania, ayuda a los Balcanes. Si estuviéramos en crisis, no podría hacerlo. Todo es propaganda de la oposición”, espeta. Muharrem admite que los precios han subido mucho en los supermercados, pero “la inflación ha subido en toda Europa”, añade.

“Erdogan ha ido perdiendo apoyo en la sociedad de un 55% de intención de voto a un 45% en los últimos cinco años. Alcanzó el nivel más bajo, de un 38% en mayo de 2022, cuando empeoró mucho la situación económica”, explica Ulas Tol, jefe de investigación del centro de estudio de impacto social TEAM. “Los problemas siguen siendo enormes, pero las acciones populistas del presidente provocan la sensación de que él está al mando de nuevo y puede solucionar la crisis, pero hay una trampa. No puede pasar del 45% de votos”, alerta. 

Las zonas del terremoto

Tres meses después de los devastadores terremotos que sacudieron Turquía causando más de 50.000 muertos, Dogukan ha reanudado por completo su trabajo. Desde hace diez años es encargado de ventas de una empresa de producción de nueces en Dukadiroglu, en Kahramanmaras, una de las provincias más afectadas por el terremoto.

“Hemos interrumpido el trabajo en varias ocasiones por problemas logísticos y porque muchos de los trabajadores se han quedado sin casa. Sus hogares quedaron completamente inhabitables”, señala. Antes del sismo la empresa, ya pasaba por un mal momento debido a la crisis inflacionaria que azota el país desde hace casi dos años.

“Importamos fertilizantes y pesticidas y cada día es más caro producir. No solo por la inflación, también porque la lira turca se debilita ante el euro y sale más caro comprar fuera”, describe. Dogukan, de 42 años, asegura que hasta ahora había votado a Erdogan, pero que la crisis económica le ha hecho dudar de la gestión del mandatario. Esta vez votará a la coalición de Kiliçdaroglu. “Los precios han subido en todos los países, pero aquí mucho más. Cada día comprar sale más caro”, explica.

“Creo que necesitamos un cambio. Mi mujer seguirá votando a Erdogan porque el Estado nos ha ayudado mucho después del terremoto. Yo creo que solo un cambio nos sacará de esta crisis. Veremos qué pasa”, añade.

Alrededor de tres millones de personas abandonaron la región del terremoto para instalarse en otras provincias del país, pero solo 133.000 han registrado su voto en otras provincias. Las autoridades turcas dieron un escueto margen de tiempo para registrar una nueva dirección para poder votar y la mayoría tendrá que desplazarse de nuevo a la zona afectada para participar en los comicios.

Otros, que viven en tiendas de campaña desde hace tres meses, también tendrán que desplazarse al colegio electoral más cercano, en ocasiones a varios kilómetros de donde residen. Este panorama comporta múltiples problemas logísticos para poder votar, porque muchas familias lo han perdido todo en el sismo y no tienen medios económicos para poder costearse el viaje. 

Una organización de la sociedad civil que trabaja para monitorear la transparencia de los procesos de voto, Oy ve Ötesi, ha lanzado una campaña solidaria para que la población compre billetes de bus para que los afectados por el terremoto puedan ir a votar. La organización cuenta en estos comicios con 100.000 voluntarios repartidos por todas las provincias del país para asegurar que el proceso de votación sea limpio y seguro.

“Tenemos voluntarios al pie de la mesa electoral, observarán el proceso de voto y denunciarán posibles irregularidades”, asegura Ertim Orkun, director de la organización. “En Turquía hay cerca de 200.000 urnas y somos 100.000 voluntarios. No somos suficientes como para estar en todas las mesas electorales, pero con esta cifra podemos tener un panorama estadístico de las anomalías que se puedan producir”, señala.  

Polarizar la campaña

En este baile de votos, ambos candidatos hacen campaña para contar con el apoyo de sectores de la sociedad que pueden ser un voto clave. Uno de ellos son los cinco millones de jóvenes que votarán por primera vez. “Es cerca del 8% del electorado, una proporción a tener muy en cuenta”, sostiene Tol. “Este grupo de población tiene dos particularidades: primero son más disidentes, se sienten más incómodos con el Gobierno actual. Segundo, su oposición al Gobierno no significa que apoyen directamente a la oposición”, describe. 

Por otro lado, la tercera fuerza en el actual Parlamento, el partido prokurdo izquierdista HDP, cuenta con un apoyo estable del 10% de los votos y puede ser determinante. La formación se presenta a las Parlamentarias con una coalición de partidos de izquierda, pero en las presidenciales no ha presentado candidato y ha anunciado que apoyará a Kiliçdaroglu. 

En las últimas semanas, Erdogan ha relacionado al HDP con el terrorismo de la guerrilla PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) para atacar a la principal coalición opositora. Además del terrorismo, el presidente recrimina su apoyo a la comunidad LGTBI, una acusación que usa con frecuencia para confrontar a la población.

El ministro del Interior, Süleyman Soylu, ha afirmado que la oposición son LGTBI que “se quieren casar con animales” y ha declarado que estas elecciones son un “golpe de Estado” de Occidente para que gane la oposición. Esta escalada de tensión en los discursos ha provocado un ataque con piedras de grupos nacionalistas en un acto electoral de la oposición en Erzurum, en la Anatolia oriental, en el que resultaron heridos siete civiles.

En otro acto del HDP/YSP en Mersin, en la costa Mediterránea, un grupo nacionalista también atacó el vehículo del partido, causando cinco heridos. La oposición ha llamado a la calma, ha pedido que sus seguidores no salgan a la calle a celebrar la victoria en caso de que ganen, en un intento de evitar enfrentamientos contra los votantes de Erdogan.

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