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El órdago fallido del presidente portugués

Marcelo Rebelo Sousa, presidente de Portugal

Víctor Honorato

Lisboa —
31 de octubre de 2021 21:03 h

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Con el país aún tocado por la pandemia, el sistema sanitario público en crisis y las leyes laborales todavía arrastrando mucho de los recortes de los años de intervención de la troika, casi universalmente odiada en Portugal, el Gobierno socialista del primer ministro Antonio Costa llevó a la Asamblea de la República un proyecto de presupuestos que pretendía aunar sensibilidad social y cautela financiera.

El escepticismo en los partidos a su izquierda fue máximo esta vez, y conforme la fecha de votación se acercaba, el presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, cargó las tintas, amenazando con usar sus competencias. “O presupuesto o disolución”, avisó. El ultimátum no surtió efecto y ha situado a Portugal en una crisis política que coge con el pie cambiado tanto a la izquierda como a la derecha.

“Todo indica que el presidente estaba convencido de que los presupuestos no iban a caer; no es mi opinión, es el sentir general”, asegura Ricardo Paes Mamede, economista, subdirector del departamento de Economía Política del ISCTE –Instituto Universitario de Lisboa– y “socialdemócrata radical”. La coletilla es importante para diferenciarse del principal partido de derechas, que se llama precisamente Partido Social Demócrata (PSD). Paes viene de la izquierda, pero su falta de vínculos partidarios lo sitúan como una de las voces más respetadas en el análisis político-económico portugués. Cree que el órdago de Rebelo, más que asustar al Bloco de Esquerda (BE) y al Partido Comunista de Portugal (PCP), lo que hizo fue reforzar la sensación de “chantaje” para apoyar a los socialistas antes que franquear el camino a la derecha.

Esas reticencias se volvieron a poner de manifiesto en el propio debate de los presupuestos. En el Bloco cunde la sensación de que el PS gobierna como si tuviese mayoría. La ‘geringonça', que viene a significar algo a medias entre cachivache y galimatías, fue el inédito gobierno del PS con apoyos presupuestarios de comunistas y bloquistas que funcionó razonablemente bien en su primera legislatura (2015-2019). El término, con una connotación un tanto despectiva originalmente, fue reivindicado con orgullo hasta la siguiente convocatoria electoral, en la que el PS aumentó sensiblemente su apoyo. A partir de ahí, se acabaron las reuniones periódicas para revisar el cumplimiento de los pactos, como afeaba el miércoles desde su escaño Catarina Martins, líder del BE: “La obsesión por la mayoría absoluta mató la ‘geringonça'. ”Si no hay presupuestos es porque el PS no ha querido“, convino el secretario general del PCP, Jerónimo de Sousa.

Sanidad y leyes laborales

No se trata solo de maniobras efectistas; entre los partidos de izquierdas hay desacuerdos patentes de programa que ya supusieron que el BE votase en contra de los presupuestos de 2020, en plena pandemia. Una de las cuestiones más acuciantes es, explica Paes Mamede, la crisis del Sistema Nacional de Salud, con una sangría de personal médico hacia el sector privado, donde los salarios son muy superiores, y la acuciante falta de medios, que ha llevado a dimitir en bloque a directores médicos hospitales de Setúbal y Oporto. Portugal eliminó hace una década el complemento de exclusividad del 50% a los médicos con fidelidad al sistema público, similar al vigente en España. Los socialistas anunciaron mejoras, pero parciales, en una cuestión que a su izquierda resulta irrenunciable.

El mayor conflicto radica, no obstante, en una cuestión que en España también es de actualidad: la reforma laboral. Y ello porque el desacuerdo no se reduce aquí a una cuestión de viabilidad financiera. “La troika obligó a reducir a la mitad las indemnizaciones por despido, el coste de las horas extra y eliminó la ultraactividad de los convenios colectivos, lo que es crucial por el poder que da a la patronal”, opina el profesor.

“El PS basa su principio de gobernanza en una idea de paz política transversal a la sociedad, es decir, nunca entran en conflicto con la patronal y no quieren hacerlo”, indica, y señala las presiones que socialistas ya sufren por haber aceptado subir el salario mínimo en 2022 a 705 euros (el PCP reclamaba 755). Además, la prudencia fiscal del PS, cuyo presupuesto truncado preveía un déficit fiscal del 3,2%, (el menor de la UE, solo por detrás de Austria), así como “la mayor caída porcentual de la deuda”, era “difícil de aceptar para la izquierda”.

La derecha descentrada

La probable convocatoria electoral ha sorprendido a la derecha, inmersa en conflictos internos. El actual líder del PSD, Rui Rio, fue muy celebrado en España, por el agravio comparativo, cuando cerró filas con el Gobierno en 2020 y declaró “antipatriota” no arrimar el hombro ante el coronavirus.

Ahora se enfrenta a un congreso interno en el que el otro contendiente, Paulo Rangel, más beligerante con el Gobierno, tiene posibilidades serias de batirlo. Rangel quiere que la convocatoria electoral sea a finales de febrero, de forma que haya tiempo de celebrar el cónclave. Rebelo de Sousa se reunió con él la misma mañana del voto presupuestario, para irritación de Rio. “Me parece muy extraño”, dijo. Y si era para hablar de plazos electorales, “ni mínimamente aceptable”. Su vicepresidente, David Justino, subió el volumen el viernes en una entrevista con la cadena SIC. “Es una completa tontería”, reprochó.

Resulta, además, que el CDS, partido también conservador con el que se especula que el PSD puede presentarse coaligado, también está en una importante crisis. El líder actual, Francisco Rodrigues dos Santos, logró retrasar las elecciones internas, entre acusaciones a los rivales internos de terrorismo informativo y “falta de vergüenza”. Su rival, Nuno Melo, lo acusó de haber llevado a cabo un “golpe institucional”.

La extrema derecha, en auge.

El partido Chega, de extrema derecha, solo tiene hoy un diputado, el vociferante André Ventura. Pero su presencia mediática es constante. “Consiguen marcar la agenda siempre que quieren. No hay restricciones en su discurso, pueden cambiar de opinión de un día para otro. Salvo que lo pillen en actividades sexuales con animales en un baño público, que pase algo insoportable, crecerán. Según algunas encuestas, pueden llegar hasta el 10%”, advierte con ironía Paes Mamede.

El profesor opina, no obstante, que este auge anunciado puede tener como efecto que parte del electorado más moderado del PSD se pase al PS, si considera que el partido conservador está dispuesto a apoyarse en la extrema derecha.

No es previsible que este revolucionado panorama político provoque que Rebelo de Sousa se desdiga, por mucho que los comunistas insistan en que nada impide que el PS presente un nuevo presupuesto y la negociación se reanude. “Sería perder la cara”, considera Paes Mamede. La siguiente fecha clave es el miércoles, cuando Rebelo de Sousa tiene previsto reunirse con el Consejo de Estado. En las sedes de los partidos no sueltan las calculadoras.

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