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El Supremo mantiene en prisión a Lula y sus rivales de la derecha ya organizan la estrategia electoral

Lula mantiene su candidatura presidencial en el PT.

Víctor David López

Río de Janeiro —

La Sala Segunda del Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia que se hizo oficial hace un mes, y Lula permanecerá en prisión. El expresidente y líder del Partido de los Trabajadores fue condenado a doce años por corrupción y lavado de dinero, por las reformas, a modo de gratificación, en un apartamento en Guarujá supuestamente realizadas por la constructora OAS.

Lula siempre ha negado que la propiedad sea suya, y continúa solicitando que se presenten pruebas que lo demuestren.

El quinteto de magistrados que ha estudiado el recurso de la defensa del expresidente por prisión ilegal y no fundamentada está formado por Dias Toffoli, Edson Fachin, Ricardo Lewandowski, Gilmar Mendes y Celso de Mello. Los dos primeros fueron los que iniciaron los votos contra el recurso de Lula. Las decisiones fueron notificadas a distancia, de manera virtual, sin necesidad de que se tribunal se reuniera. Lewandoswski y Mendes remataron la mayoría absoluta de la Sala Segunda, que cierra una nueva puerta de la candidatura del presidente más popular de las últimas décadas en Brasil.

No es un ningún secreto que la imagen de Lula da Silva levanta división de opiniones en el pueblo brasileño. El apoyo de una mitad de la población es lo que le hace resistir con esperanza en prisión. Las últimas informaciones, comunicadas al exterior a través de su amigo el teólogo Leonardo Boff, son que el líder del PT mantiene su intención de presentarse, a pesar de la sentencia condenatoria. Sigue considerándose el candidato del Partido de los Trabajadores a las elecciones presidenciales de octubre, y ningún miembro de su partido, de momento, se atreve en público a declarar lo contrario.

El aguante del PT es titánico para unos y suicida para otros, debido a que, al margen de esta condena, se ciernen sobre Lula da Silva otros casos judiciales. Los dos más importantes hacen referencia a una finca en el municipio de Atibaia (São Paulo) supuestamente otorgada al expresidente a modo de regalo por un grupo de constructoras (OAS, Schahin y Odebrecht), y a la compra de los terrenos del Instituto Lula, también realizada supuestamente por Oderbrecht a modo de gratificación o devolución de favores.

Por el otro ala de este juego de ajedrez, se intensifican las maniobras de los rivales de Lula. En lo más alto de la pirámide de poder, Michel Temer y Geraldo Alckmin se posicionan. En las últimas semanas se han llevado a cabo ciertos movimientos de Temer, el actual presidente –era el vicepresidente de Dilma Rousseff y la sustituyó tras la destitución–, para apoyar la candidatura presidencial de Alckmin, que con esta idea acaba de abandonar el puesto de gobernador del Estado de São Paulo, tras doce años de gobierno en dos etapas diferentes.

A Temer, acorralado también por denuncias de corrupción contra las cuales está teniendo que salir a defenderse casi a diario, le presiona su propio partido (Partido del Movimiento Democrático Brasileño, PMDB) e incluso el expresidente Fernando Henrique Cardoso para que apoye a Alckmin.

Los planes, eso sí, van tomando forma en la sobra, porque a Alckmin no le interesa que el apoyo de Temer sea público y evidente. El rechazo de la población al actual presidente –del que tampoco se descarta que apoye a Henrique Meirelles, expresidente del Banco Central y exministro de Economía y Hacienda– le puede suponer un peso inaguantable. Lo interesante para él es el soporte interno que esta unión pueda provocar y el efecto propagado entre el resto de precandidatos.

Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de ideología liberal, entraría así en el grupo de los favoritos para los comicios. No en vano, Alckmin sabe lo que significa dirigir durante lustros el Estado motor del país.

En este grupo de candidatos con opciones en el que destacan –tras Lula, favorito en todas las encuestas, incluso estando preso– Jair Bolsonaro y Marina Silva, acaba de anunciar su renuncia a la carrera presidencial el exjuez Joaquim Barbosa, que llegaba bien posicionado. Alguien tendrá que ir rellenando todos los huecos que pueden ir apareciendo en la lista definitiva.

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