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Bill Clinton, el figurante más famoso de la campaña de 2016

Bill Clinton en un acto de campaña en California.

Maria L La Ganga

La sonrisa de la mujer se borró de su cara cuando recibió la noticia. A pesar de la gran bandera de Estados Unidos, la multitud presente y los cárteles de color azul brillante y con la palabra “Hillary”, lo cierto es que la candidata no iba a hacer acto de presencia en el centro de Oakland el lunes pasado. No; simplemente, esperaban al exlíder del mundo libre. Es decir, Bill Clinton.

“Oh –dijo antes de alejarse–. Su marido”.

Sí, el marido. El figurante más famoso de la campaña de 2016. El 42 presidente de los Estados Unidos es un poco más mayor y está un poco más delgado y un poco más afónico que cuando subió al escenario para hacer campaña a favor de su ambiciosa esposa hace ocho años. Sin embargo, ahora es un poco más disciplinado; y eso es una buena noticia para Hillary Clinton. 

Bill Clinton no se ha apartado del guión: dando apoyo, mostrando optimismo, siendo prudente e insistente. Sus críticas a Donald Trump, el multimillonario que ha dividido al Partido Republicano, han sido mordaces pero discretas. “Mirad, podríamos hablar de las declaraciones más horribles de Trump durante toda la campaña”, reconoció desde la parte trasera de un camión de color blanco. Sin embargo, en esa soleada tarde californiana se contuvo.

“¿Podemos construir un futuro, una economía con un mayor reparto de riqueza y menos desigualdad, y en la que sea posible prosperar? ¿O nos tenemos que conformar con la promesa de que volveremos a hacer de Estados Unidos un gran país (en alusión a la promesa de Trump)?”, preguntó a un centenar de personas congregadas en Telegraph Avenue. 

“Son palabras en clave, amigos”, indicó. “Yo ya he pasado por esto. He vivido en una zona del país donde la gente utiliza estas expresiones. Dejadme que os cuente algo. Medio siglo atrás, Estados Unidos no era un gran país para muchos de sus ciudadanos. ¿Qué tipo de gente se beneficiaba de ese tipo de país? No queremos que vuelvan”.

“A mí también me gustaría volver a tener 25 años”, indicó Clinton, que tiene 69: “Pero es imposible. Así que lo mejor que puedo hacer es pensar cómo disfrutar de los años que me quedan. ¿No creéis?”.

Bill Clinton fue mucho menos prudente en la campaña de 2008 y creó polémica antes de las primarias de Carolina del Sur en las que se enfrentaban su esposa y el entonces senador Barack Obama. En un determinado momento, Hillary Clinton tuvo que pedir disculpas después de que su marido hiciera un comentario con connotaciones racistas, que la persiguió durante meses. Los Clinton tienen una relación estrecha y de muchos años con la comunidad afroamericana, así que cuando el ex presidente se saltó el guión, las consecuencias fueron desastrosas.

En enero de 2008, un día después de que Obama ganara a Clinton en las primarias de Carolina del Sur, con el 55% de los votos frente al 27% de la ex primera dama, un periodista le hizo una pregunta aparentemente inocente a Bill Clinton: ¿Qué debemos pensar de Barack Obama si tenéis que enfrentaros los dos contra él para plantarle cara?

El marido de la candidata se rio e indicó que la pregunta era “un cebo” y dijo: “Jesse Jackson ganó en Carolina del Sur en dos ocasiones, en el 84 y en el 88. Hizo una buena campaña y Obama también ha hecho una buena campaña”.

Con este comentario, intentó esquivar las previsiones de las encuestas, que avanzaban los buenos resultados de Obama, porque lo cierto es que las campañas de Jesse Jackson no tuvieron éxito. Al hombre que más tarde se convertiría en el 44 presidente de Estados Unidos le preguntaron un día más tarde, en el programa This Week de la cadena ABC, si Bill Clinton se estaba enzarzando en políticas racistas. 

Obama eludió la pregunta con una respuesta muy larga, indicando que “durante la campaña hemos tenido la seguridad de que si hablamos de las cosas que preocupan a los ciudadanos en su día a día…si nos centramos en estos temas, nos situamos por encima del tipo de enfrentamientos raciales que hemos visto en el pasado”.

Cuando había pasado más de un mes, en un encuentro de periódicos dirigidos a la comunidad afroamericana, Hillary Clinton entonó un mea culpa, señalando que “lamentaba si alguien podía haberse sentido ofendido. No era esta la intención”. Elogió a Jackson y a Obama y recordó a “todos los que han seguido la carrera política” de su marido o la suya propia saben “lo que han defendido y a quien han defendido”. 

En esta ocasión, Clinton ha derrotado a su rival en Carolina del Sur. El senador por Vermont Bernie Sanders ha perdido con el 26% de los votos, frente al 74% de Clinton. Los líderes y los votantes afroamericanos, también los latinos, han apoyado a la candidata.

Además, en la recta final de la campaña de las primarias, Bill Clinton se ha convertido en el embajador de la comunidad afroamericana. El domingo pasado hizo una parada en la Primera Iglesia Metodista Episcopal Africana, una de las iglesias afroamericanas más antiguas de Los Angeles. Es un sitio que conoce muy bien ya que lo visitó cuando era candidato presidencial poco después de los disturbios de 1992. 

No mencionó el nombre de Sanders pero criticó los ataques “populistas” y que se afirme que su familia forma parte de la “casta política”. “Amigos, soy el último presidente que ha crecido en una granja sin agua corriente”. Señaló, y los asistentes se rieron: “Esta no es una campaña de la casta. Esta es una campaña para todos”.

Más tarde, fue a buscar el voto de dos de los famosos afroamericanos más populares en Los Angeles, los jugadores de baloncesto Earvin “Magic” Johnson y Kareem Abdul Jabbar. El lunes Bill Clinton visitó algunos de los feudos afroamericanos del norte de California, como Richmond, Oakland y el barrio Bayview de San Francisco. 

Kenneth Phelps, un jubilado de 69 años que había trabajado como recogedor de basura, fue a escucharlo en Telegraph Avenue y quitó importancia a las declaraciones de Bill Clinton en 2008. También afirmó que Hillary Clinton puede defenderse sola. 

“Creo que Bill Clinton es mero espectáculo”, dijo Phelps: “Es solo la nata del donut, para que nos entendamos”.

Traducción de Emma Reverter 

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