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The Guardian en español

Los brasileños culpan a las políticas de austeridad por el incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro

Manifestantes se enfrentan a la guardia municipal de Río de Janeiro durante una concentración frente al Museo Nacional de Río de Janeiro este lunes.

Dom Phillips

Los brasileños culpan a los recortes de presupuesto y al mantenimiento inadecuado por el devastador incendio que ha destruido el museo histórico y científico más antiguo y más importante de Brasil. Se teme que la mayoría de su patrimonio, de 20 millones de piezas, haya quedado reducido a cenizas.

Las llamas se iniciaron alrededor de las 19:30 horas (hora local) e hicieron arder al Museo Nacional de Río de Janeiro, de 200 años de antigüedad, durante toda la noche. No hubo heridos pero el personal ha descrito como incalculable la pérdida de material científico, histórico y cultural de Brasil.

El lunes por la mañana, las llamas se apagaron y los directores del museo pudieron entrar a observar las ardientes ruinas del patrimonio brasileño. Aunque al principio fueron precavidos a la hora de calcular las pérdidas, el estado del edificio sugiere que los estragos han sido inmensos.

A lo largo del día, cada vez más gente intentó entrar al parque en el que está ubicado el museo para ver los restos del edificio. Y finalmente la policía abrió las puertas. En un momento determinado, agentes antidisturbios lanzaron gas lacrimógeno a una pequeña multitud de gente enfurecida que estaba a la entrada del parque.

El museo contaba con piezas egipcias y grecorromanas, fósiles, dinosaurios y 'Luzia', el esqueleto humano más antiguo del continente americano, de 12.000 años de antigüedad.

Pero quizá el peor golpe sea la destrucción de piezas indígenas, que mostraban cómo vivían millones de personas en tiempos precolombinos. José Urutau Guajajara, que estudió la historia de su comunidad en el museo, afirma: “Ésta es la mayor pérdida de historia indígena en América Latina. Se ha borrado nuestra historia”.

Mércio Gomes, antropólogo y expresidente de la agencia indígena de Brasil, la Fundación Nacional del Indio (Funai), compara las pérdidas con el incendio de la Biblioteca de Alejandría en el año 48 A.C.

“Los brasileños sólo tenemos 500 años de historia. Nuestro museo tenía 200 años. Nuestra memoria es pequeña, pero esto es lo que teníamos y ahora lo hemos perdido para siempre”, escribió Gomes en Facebook. “Debemos reconstruir nuestro Museo Nacional”.

El ministro de Cultura de Brasil, Sérgio Leitão, declaró al periódico Estado de Sao Paulo que probablemente el incendio se inició por un cortocircuito o por un globo casero de aire caliente que podría haber aterrizado en el tejado.

Si bien se sigue investigando la causa del incendio, muchos echan la culpa a los recortes presupuestarios del Gobierno y a los inadecuados sistemas de protección contra incendios. El jefe de bomberos de Río de Janeiro, Roberto Robaday, dijo que dos bocas de incendios cercanas al museo estaban secas, lo cual retrasó los esfuerzos por apagar las llamas.

En los últimos años, el Gobierno ha gastado miles de millones en los Juegos Olímpicos y en enormes proyectos de obras públicas que generaron sobornos para políticos, pero a la vez ha recortado el gasto en cultura y educación en nombre de la austeridad.

Luiz Duarte, uno de los vicedirectores del museo, declaró que el incendio es culpa de los políticos que no apoyaron al museo y que dejaron que se deteriorarse. En junio, cuando el museo celebró su 200 aniversario, ningún ministro del Gobierno asistió a los festejos.

“Durante muchos años hemos luchado para que diferentes gobiernos nos provean los recursos adecuados para preservar lo que ahora ha quedado completamente destruido”, afirmó. “Me siento totalmente consternado y muy enfurecido”, añadió.

Duarte aseguró que el museo justo había cerrado un acuerdo con el Banco de Desarrollo del Gobierno de Brasil, el BNDES, para obtener fondos que irían destinados, entre otras cosas, a un proyecto de prevención de incendios. “Es una ironía horrorosa”, señaló.

El presidente de Brasil, Michel Temer, que ha ordenado los recortes en ciencia y educación, dijo que la pérdida del museo es “incalculable”. “Hoy es un día de mucha tristeza para todos los brasileños”, tuiteó. “Hemos perdido 200 años de trabajo, investigación y conocimiento”.

Leitão ha reconocido que el incendio fue una “tragedia que se podría haber evitado”, pero afirmó que los problemas del museo, que forma parte de la Universidad Federal (UFRJ), se “fueron acumulando a lo largo de los años”.

“Esto no comenzó este año. Por ejemplo, en 2015 tuvimos que cerrar el museo por falta de recursos de mantenimiento. Ahora tenían que comenzar las tareas de reformas, con el financiamiento del BNDES. El proyecto incluía prevención de incendios”, tuiteó.

Marina Silva, exministra de Medio Ambiente y candidata a las elecciones presidenciales que tendrán lugar en octubre, declaró que el incendio ha sido como “una lobotomía a la memoria de Brasil”. “Desgraciadamente, teniendo en cuenta los recortes presupuestarios a la UFRJ y otras universidades públicas, esta era una tragedia anunciada”, tuiteó.

El domingo por la noche, mientras las llamas devoraban el antiguo palacio llenando el cielo de humo y brasas, comisarios del museo y bomberos lograron salvar algunas cajas, frascos de especímenes biológicos y un microscopio. Además, algunas piezas estaban archivadas en otro edificio.

La mañana siguiente, cuando los bomberos entraron al edifico carbonizado a ver qué quedaba de la inmensa colección, la única pieza que encontraron intacta fue un trozo de meteorito que formaba parte de la mayor colección brasileña de objetos caídos del espacio exterior.

Algunas personas se aferran a la esperanza de que la colección estuviera digitalizada, pero esta posibilidad es poco consuelo para aquellos cuya identidad estaba formada y respaldada por la presencia tangible de piezas sagradas o históricamente significativas.

Muchas personas de origen indígena se reunieron en el lugar y criticaron que se haya incendiado el museo que conservaba sus piezas más importantes, aparentemente porque no había dinero para el mantenimiento de bocas de incendio, cuando la ciudad sí invirtió un presupuesto millonario en construir el nuevo “museo del mañana”.

Varias decenas de personas se reunieron a las puertas del museo, algunas de ellas claramente afectadas. Otros culpaban a las políticas de austeridad del Gobierno y a la corrupción.

Algunos brasileños vieron en el incendio una metáfora de los traumas del país, que lucha con unos niveles de violencia en aumento y los efectos de una recesión que ya ha dejado a 12 millones de personas en el paro.

“La tragedia de este domingo es una especie de suicidio nacional. Un crimen contra nuestro pasado y contra nuestras generaciones futuras”, escribió Bernardo Mello Franco, uno de los columnistas más reconocidos de Brasil, en el periódico O Globo.

Traducido por Lucía Balducci

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