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The Guardian en español

Los censores chinos persiguen también a las aplicaciones de móviles que crean comunidad desde el humor

Concentración de seguidores de esta app en 2017 // Youtube

Lily Kuo

Hong Kong —

Existe un club no tan secreto en China. Los miembros se reconocen en medio del tráfico al hacer sonar el claxon: un bocinazo largo seguido por dos cortos. Otros se identifican los unos a los otros respondiendo a preguntas sin sentido: “El hijo del cielo cubre el tigre”, para la cual la respuesta correcta es “guiso de pollo con setas”.

Se llaman a sí mismos duanyou, por la aplicación Neihan Duanzi, o “bromas implícitas”, a través de la cual hasta hace poco unos 30 millones de usuarios podían mirar vídeos cortos, escenas de comedia y seguir chistes subidos de tono y memes. Los fanáticos también organizan reuniones. En una reunión reciente a principios de este mes en la provincia de Hunan, un grupo posó en un aparcamiento con pequeñas banderas rojas y un cartel que ponía “coalición duanyou”.

El 10 de abril, el ente regulador de medios de comunicación de China ordenó a la sociedad dueña de Neihan Duanzi -Bytedance, una de las empresas de internet con mayor crecimiento del país- que cerrara la aplicación por su contenido “vulgar”. Fue una de varias aplicaciones que fueron cerradas y eliminadas de las tiendas online este mes.

La canción no oficial del grupo, On Earth, una balada sobre las dificultades de la vida, ha sido censurada. Ciudades como Shanghái y Changde en la provincia de Hunan han restringido el uso del claxon. Las autoridades han aconsejado a los medios no mencionar las reuniones públicas de usuarios de la aplicación. El fundador y consejero delegado de Toutiao, la plataforma de noticias que fue el primer servidor de Neihan Duanzi, se disculpó públicamente por su fracaso en “promover la energía positiva y captar la correcta orientación de la opinión pública”.

El cierre de la aplicación y las posteriores restricciones dejan en evidencia hasta qué punto China está llevando la censura más allá de los temas políticamente sensibles, hacia contenido aparentemente más benigno, como el entretenimiento y el humor. Los analistas afirman que esta campaña probablemente provoque reacciones más negativas en el público.

En un país en el que se censuran cotidianamente desde temas de derechos humanos hasta Winnie the Pooh, un apodo que pusieron al presidente chino, Xi Jinping, el cierre de una aplicación humorística ha acabado por exasperar a los ciudadanos.

“La plataforma es una canal para las emociones de la gente que sirve para tener algún tipo de espacio privado y compartir nuestras emociones. Es como un sitio utópico. Aquí se puede compartir la felicidad y la tristeza”, explica Chen Qin, una investigadora que acabó su doctorado sobre medios de comunicación chinos en la Universidad Estatal de Ohio.

Para algunos fanáticos de Duanzi, la aplicación no sólo ofrece un escape del aburrimiento de la vida diaria, sino que también proporciona cierto sentido de pertenecer a un grupo. Los usuarios se hacen bromas con chistes internos que solo pueden comprender otros duanyou. La frase en clave “el hijo del cielo cubre el tigre” era utilizada por unos bandidos en una famosa novela china de los años 50.

“Así se fue construyendo un nuevo tipo de vínculo social o afinidad, al principio sólo en el ciberespacio y luego ya en la realidad”, señala Chen.

En la vida real, los grupos de duanyou se reúnen para cenar, hacer rafting, barbacoas, o simplemente para pasar el rato en sus coches. Algunos se involucran en causas locales para recaudar dinero. En una publicación de esta semana en un foro Duanzi, un usuario pidió a otros duanyou que fueran en sus coches a su boda para tocar el claxon y darle ánimos.

“Neihan Duanzi trae felicidad a la gente normal. Los duanyou se ríen los unos de los otros… pero si se encuentran en la realidad se invitan a un cigarrillo. Desconocidos pueden cenar juntos como si fueran viejos amigos”, escribió el año pasado un periodista en la web china de noticias tecnológicas PingWest.

Ahora, algunos duanyou se están moviendo en la clandestinidad. Han abierto grupos de chat en plataformas como Telegram, que en China sólo puede ser utilizado vía VPN. Allí se quejan de la censura a Duanzi y hablan abiertamente de política y de los controles cada vez más restrictivos sobre la sociedad china. Otros se reúnen en grupos privados de WeChat o QQ. Los vídeos de Duanzi todavía circulan por internet.

“Hace dos años que soy usuario de Neihan Duanzi y nunca había pensado en poner una pegatina en mi coche. A veces tocaba el claxon al coche de otro duanyou. Pero cuando censuraron a Duanzi, sentí dolor en mi corazón, como si alguien me hubiera quitado un hijo”, escribió un usuario el 12 de abril en un grupo Duanzi en Telegram que tiene más de 2.000 miembros.

Esta semana se inauguró la nueva cadena China Media Group, una combinación de las cadenas de radio y televisión estatales. Los usuarios de Duanzi comentaron en un informe estatal sobre el evento, “devolvernos a Neihan Duanzi”. Otro escribió: “Pueden bloquear a Duanzi pero los duanyou siempre estaremos unidos”.

Al cerrar Neihan Duanzi, las autoridades chinas atacaron a un sector de la sociedad para la cual esta aplicación es especialmente importante. Si bien la aplicación es atractiva para distintos grupos de personas, parece ser especialmente popular entre las personas de menor nivel educativo de las ciudades menos desarrolladas del país. Teng Wei, una académica de estudios culturales de Cantón, los llama los “nuevos pobres” chinos, un grupo definido no por su nivel de ingresos sino por lo que no pueden o no quieren comprar.

Según Teng, a menudo son jóvenes de zonas rurales que se han mudado a grandes ciudades y que, en ese cambio del pueblo a la ciudad, han perdido un sentido de su identidad fuera de espacios virtuales como Duanzi. Los vídeos de la aplicación, rodados y subidos desde todas partes del país, a menudo muestran situaciones y gags en las ciudades más pequeñas de China.

En un popular vídeo de Duanzi, un hombre con la camisa desabrochada y el pelo largo recogido en una cola de caballo mal hecha se encuentra a su novia caminando con otro hombre, mucho mejor vestido. La chica lo deja porque dice que su nuevo enamorado “presta más atención” y le ha comprado un BMW y un iPhone X.

“Ser muy pobre ya no significa que no tienes propiedades ni trabajo; simplemente significa que no consumes,” escribió Teng en un ensayo de 2016 sobre fanáticos de otra aplicación de vídeos, Kuaishou, cuyos seguidores según ella son similares a los de Duanzi. Esa aplicación también fue cerrada este mes por contenido inapropiado.

Al censurar a este grupo, Pekín corre el riesgo de perder apoyo en las bases: los jóvenes conocidos como “rosas” por su simpatía hacia el partido comunista, cuyo color oficial es el rojo. Tanto los vídeos como el contenido de la aplicación tienen a menudo un tono nacionalista.

“En general se consideraba que estaban alineados con el gobierno, pero ahora se enfrentan a esta situación”, afirma Zhou Fengsuo, un activista por los derechos humanos que fue líder de las protestas por la democracia de 1989 y que ahora vive en Estados Unidos. “Este es un patrón muy común en China, donde las personas siguen su vida normal hasta que un día son víctimas de reglas arbitrarias”.

Los analistas dicen que será difícil desarmar estas comunidades que siguen buscando una válvula de escape. “Pronto aparecerá otra aplicación”, remarca Teng. “Los consumidores siempre están buscando algo nuevo”.

Traducido por Lucía Balducci

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