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The Guardian en español

Por qué es tan importante que haya por primera vez una mujer de origen palestino en el Congreso de EEUU

Rashida Tlaib (con gafas, a la derecha), con miembros de su familia y la presidenta de la Cámara Nancy Pelosi

Arwa Mahdawi

Hace unos años, en la ciudad de Nueva York, fui con un amigo a un restaurante judío que es conocido por su buena comida y buen vodka. Al principio de la cena, un animador nos preguntó a todos de dónde éramos y el padre de mi amigo le dijo que yo era palestina. La intención era buena: él estaba entusiasmado pensando “¿No es genial que nos llevemos todos bien?”. Pero el animador no demostró el mismo entusiasmo y proclamó ante todo el público. “Ser palestino es una cosa que no existe”. Me fui llorando. Me arruinó la cena.

Si bien el incidente del restaurante fue especialmente desagradable, no fue ni la primera ni la última vez que me dijeron que los palestinos no existimos. Me sucede todo el tiempo. Yo estoy orgullosa de ser palestina, pero es agotador tener que estar constantemente probando que existes y rogar legitimidad.

Es agotador repetir que no odias a nadie, que solamente quieres que te traten con dignidad. Así que al final, para facilitar las cosas, comienzas a borrar tu identidad. A menudo digo que soy mitad árabe, mitad inglesa, cuando la gente me pregunta de dónde soy. Con el tiempo, comienzas a dejar de disfrutar de tu ascendencia y le das vueltas alrededor en puntillas de pie.

Por eso, este 3 de enero, cuando Rashida Tlaib se convirtió en la primera mujer estadounidense de origen palestino en jurar ante el Congreso, fue un momento crucial para mí y para muchos otros palestinos.

Tlaib no titubeó ante su ascendencia: llevaba un vestido tradicional palestino, haciendo que cientos de otros palestinos compartieran orgullosamente fotografías de sus propios vestidos tradicionales, con el hashtag #TweetYourThobe (“#TuiteaTuVestido). En un artículo para Elle en el que explicaba por qué había elegido vestirse así, Tlaib señaló: ”Deberíamos estar orgullosos de quiénes somos, no avergonzarnos“. Es una pena que haya necesidad de hacer esa declaración, y una pena que yo necesitara escucharla.

Traducido por Lucía Balducci

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