Japón, a la cola mundial en paridad de género en política: “Es acoso puro y duro”
Mari Yasuda ha llegado a sentir pánico al revisar sus cuentas de redes sociales. Mientras un programa televisivo la ha apuntado como la candidata “a observar” en las elecciones generales de este domingo en Japón, sus remitentes anónimos no ocultan su convicción de que ella, como mujer, no debería ni siquiera postularse al Parlamento.
“Me acusan de acostarme con hombres poderosos para ascender o hacen comentarios abusivos en llamadas a nuestra oficina”, dice Yasuda, que compite por un escaño en la jurisdicción de Hyogo por el partido Democrático Constitucional de Japón, de la oposición. “Recibo correos electrónicos de hombres con comentarios sobre mi apariencia o pidiéndome una cita”.
El acoso sexual se está convirtiendo en una realidad en la vida de las mujeres que se postulan a elecciones en Japón, donde la participación femenina en la política está entre las más bajas del mundo. A pesar de la reciente aparición en el debate público de temas como la diversidad y el género –y de las indicaciones de que los votantes son más progresistas que muchos de sus representantes– la política del país ha sido inmune al cambio, según Yasuda.
“Hay muchas áreas en la vida japonesa donde las mujeres están infrarrepresentadas y se sienten incapaces de expresarse, pero es particularmente dominante en la política”, dice.
Menos candidatas que en 2017
A pesar de la insistencia del exprimer ministro Shinzo Abe sobre su compromiso con la creación de una sociedad “donde las mujeres brillen” durante sus nueve años de mandato, las elecciones a la Cámara Baja del 31 de octubre alimentan el temor de que, en la esfera política, el techo de cristal para las mujeres solo se ha reforzado.
Aunque se espera que gane el gobernante Partido Liberal Democrático (LDP) –aunque con una mayoría reducida–, la Cámara estará dominada nuevamente por hombres.
De los 1.051 candidatos, solo 186 –menos del 18%– son mujeres, a pesar de la aprobación en 2018 de leyes de igualdad de género que alientan a los partidos a lograr la paridad en la selección de sus candidatos. Esta cifra es ligeramente inferior a la de las anteriores elecciones en 2017.
“Es como si los hombres se convirtieran en miembros parlamentarios por derecho de nacimiento”, dice Yasuda, que antes había hecho campaña por su cuenta, pero ahora está acompañada por dos colegas. “Si las personas comunes sintieran que la política es más relevante para sus vidas cotidianas, sería natural que más mujeres resultaran elegidas. Pero la mayoría se siente distanciada de la política, como si fuera algo para personas 'especiales'… en el caso de Japón, hombres de edad media y mayores”.
Acoso
Yoshiko Maeda, concejala del oeste de Tokio desde 2015, dice que el machismo no se limita a las redes sociales. Como miembro de la Alianza de Representantes Feministas de Japón, Maeda dice que ha recibido denuncias de políticas de todo el país que son acosadas por sus colegas hombres, con conductas que van desde interrumpirlas en debates hasta ejercer presiones constantes para que dimitan. “Es acoso puro y duro”, dice.
Los ayuntamientos locales que tienen solo una o muy pocas representantes pueden resultar especialmente intimidantes, dice Maeda, que recibió un ola de abuso por internet cuando la Alianza pidió la retirada de una mascota virtual “sexualizada”. La mascota se utilizó en la campaña de seguridad para el tránsito en bicicletas para niños en edad escolar en un pueblo cercano a Tokio.
La atmósfera en los plenos locales y los testimonios bien documentados de abuso sexual dirigido a políticas y candidatas seguramente disuadan a muchas mujeres de postularse a algún cargo, dice, aunque rápidamente señala que ella no ha recibido insultos machistas en el municipio al que representa.
“Incluso quienes quieren meterse en política suelen abandonar la idea por la resistencia de sus familiares. Todavía hay muchos obstáculos para que las mujeres puedan convertirse en políticas”, añade.
A comienzos de este año, la oficina del gabinete japonés reveló que las políticas y candidatas se enfrentaban a un acoso sexual “descontrolado”, incluyendo tocamientos inapropiados y agresiones verbales de los votantes masculinos. De las 1.247 representantes de las asambleas locales encuestadas, el 57,6% dijo haber sido acosada sexualmente por votantes, seguidores u otros representantes. Muchas dijeron que habían recibido insultos sexualmente explícitos o machistas.
Sin lugar para las mujeres
Dejando a un lado los abusos, el escaso número de candidatas que se presentan a la elecciones de este domingo evidencia que Japón no ha podido resolver los impedimentos estructurales para que más mujeres lleguen al Parlamento, señala Mari Miura, profesora de ciencia política en la Universidad Sophia de Tokio.
“Los miembros del Parlamento actual tienen una gran ventaja en las elecciones japonesas. Mientras el LDP siga siendo el partido mayoritario con gran ventaja, la composición de los parlamentarios cambiará muy poco”, dice Miura. “Eso solo sucede cuando gana un partido opositor”.
El LDP, que presenta 33 mujeres entre sus 336 candidatos a la elección del 31 de octubre, no ha perdido las elecciones a la Cámara Baja desde 2009 y ha gobernado casi sin interrupción desde finales de la década de 1950. El resultado es una cámara llena de hombres, entre los cuales, incluyendo al primer ministro, Fumio Kishida, muchos son políticos de segunda o tercera generación.
“Si un diputado alza la mano, pueden obtener prioridad para ser candidato en la próxima elección”, dijo hace poco Seiko Noda, la ministra de Igualdad de Género. “Los puestos actuales están ocupados abrumadoramente por hombres y el partido ni siquiera hizo lugar para las mujeres”.
Futuro incierto
A Japón no le va bien en las comparaciones internacionales de representación de mujeres: está en el puesto 165 entre 190 países. Las mujeres ocupan solamente 9,9% de los escaños de la Cámara Baja, según la Unión Interparlamentaria. En la política local, la imagen no es diferente: algo más del 30% de los municipios no tienen representantes mujeres, según las cifras de 2019.
“En muchos casos, la única manera que tienen las mujeres para recibir el apoyo de un partido grande es acudir a los líderes que están a cargo de los procesos de selección en las prefecturas y usar sus redes de contactos para llamar la atención de los hombres poderosos en el partido”, dice Miura. “Japón debería establecer cuotas para candidatas y eliminar las barreras estructurales a las que se enfrentan para presentarse a cargos electos. Si no lo hace, no veo posibilidades de cambio en el futuro próximo”.
Kishida, que ha prometido redistribuir la riqueza a la clase media en apuros de Japón, solo nombró a tres mujeres entre los 20 integrantes de su gabinete y se opone a las solicitudes para permitir que las parejas casadas utilicen apellidos diferentes, así como a legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo.
“La sociedad japonesa está cambiando”, dice Miura, en referencia a la toma de conciencia entre los más jóvenes sobre problemas como el cambio climático y la desigualdad de género. “Pero la política japonesa se ha conservado exactamente igual”.
Traducción de Ignacio Rial-Schies.
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