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The Guardian en español

Cinco lecciones de la dolorosa derrota de los republicanos en Alabama

Partidarios de Doug Jones celebran la victoria en la noche electoral en Birmingham, Alabama.

David Smith

Birmingham, Alabama —

Como Darth Vader, Steve Bannon no es invencible

El antiguo jefe de estrategia de la Casa Blanca se ha comparado a sí mismo con el villano de Star Wars, pero se le ha caído su espada láser. En 2016, Bannon ayudó a sacar adelante una de las mayores sorpresas electorales en la historia de EEUU. Pero en 2017, apoyó a uno de los peores candidatos al Senado en la historia de EEUU, restando importancia a las acusaciones de acoso sexual a adolescentes, y se ha quemado en el intento. Las viejas estrategias, tales como echar la culpa de todo a los medios, no han funcionado en este bastión republicano. Es probable que Trump, que odia perder, esté entre los que cuestionan el criterio de Bannon, quien persuadió al presidente para unirse a Moore.

La guerra civil republicana se pondrá peor

Para los republicanos, las elecciones de Alabama se habían convertido en una situación en la que sólo podían perder, y no es sorprendente que hayan perdido. Una victoria de Moore hubiese sido mala: el partido hubiese recibido peticiones para abrir una investigación ética y para expulsarle del Senado. Su imagen hubiese quedado manchada durante años.

Pero la derrota republicana por primera vez en Alabama desde 1992 no es motivo de celebración. La derrota ha reducido la mayoría del partido en la cámara, que ahora tendrá 51 republicanos y 49 demócratas. Las divisiones en el partido se evidenciaron penosamente en el fracaso en aprobar la legislación sanitaria. Ahora habrá reflexión y recriminaciones por esta herida autoinfligida. También se pondrá en cuestión la excesiva influencia de Bannon. ¿Está el antiguo estratega haciendo que el partido salte sobre un precipicio?

Surge un nuevo patrón

Históricamente, el partido en la Casa Blanca lo pasa mal en las elecciones de mitad de mandato (cuando se renueva la Cámara de Representantes y un tercio del Senado dos años después de la toma de posesión del presidente). En 2010, los demócratas encajaron lo que el presidente Barack Obama llamó una “humillación”. Ahora cada vez hay más indicios de que a pesar de la habilidad de Trump de cambiar las reglas, este patrón no solo se va a mantener, sino que va a coger fuerza.

El mes pasado, a los republicanos no les fue bien en Virginia y otros sitios. Ahora han perdido Alabama, que en términos deportivos sería el equivalente a que Nueva Zelanda perdiese al rugby contra Jamaica. Con la tasa de popularidad de Trump en un mínimo récord, le aguarda una posible derrota aplastante en las mid-term de 2018.

La coalición antiTrump coge fuerza

Las elecciones del mes pasado se apodaron “la venganza de los suburbios”, dado que mujeres, minorías y votantes con educación universitaria se unieron para propinar un revés a Trump votando por una nueva lista de mujeres, afroamericanos y personas transgénero del Partido Demócrata. Lo que ha pasado en Alabama parece confirmar esta tendencia. Los afroamericanos han salido a votar en grandes cantidades en uno de los estados más divididos por cuestiones raciales y muchas mujeres han quedado consternadas por las acusaciones contra Moore. Los suburbios acomodados de las ciudades, incluidos republicanos del establishment, parecen haber dado el golpe decisivo.

Realmente Trump cambió el panorama electoral

Trump desafío todas las ideas preconcebidas sobre cómo ganar la presidencia, convirtiendo algunos estados tradicionalmente azules (demócratas) en rojos (republicanos). Pero esto funciona en ambos sentidos. Los demócratas, que perdieron el Sur blanco en los 60, de pronto ven que incluso un Estado como Alabama está en juego gracias a los puntos negativos de Moore.

Esto dará nuevas esperanzas a los progresistas de ciudades como Austin, Texas; Nashville, Tennessee; y otras islas de azul rodeadas de rojo. Paradójicamente, en un momento en que EEUU está más dividido que nunca desde la Guerra de Vietnam, las líneas de batalla se están trazando de nuevo.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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