Los registradores no admiten nombres indígenas para recién nacidos en Perú (y es momento de solucionarlo)
Julio Cusurichi ha ganado el prestigioso premio Goldman por haber contribuido a crear enormes reservas para las tribus amazónicas, pero en su pueblo natal –un pueblo indígena de la Amazonia peruana que habla una lengua de la familia pano y que suele llamar a sus miembros con el nombre de algún animal– todavía le conocen como Shipiro-coniboque, que significa pino o colibrí.
Como miles de indígenas peruanos, Cusurichi tiene un nombre familiar y otro oficial que consta en los registros públicos: su documento de identidad y todos los demás documentos sólo llevan su nombre de pila “cristiano”.
Durante años, los registradores peruanos han optado en la mayoría de los casos por negarse a reconocer los nombres indígenas y han preferido los nombres en español o los nombres que parecen ingleses como Roosevelt [cuyo origen es en realidad holandés] o Jhon (sic).
Sin embargo, esta práctica está empezando a cambiar gracias a una iniciativa del Registro Nacional de Perú, Reniec, que ofrece formación a los registradores para que tomen conciencia de la importancia de respetar los nombres en lenguas nativas y quiere catalogar nombres en las 48 lenguas indígenas del país.
“Muchos registradores tendían a no registrar los nombres indígenas, por lo que los padres sentían que el nombre que habían elegido no era valorado”, explica Danny Santa María, subdirector de investigación académica de Reniec. “Queremos promover el uso de los nombres indígenas y reconocer la forma correcta de escribirlos en los certificados de nacimiento y en los documentos de identidad”. Desde 2012, el Proyecto Tesoro de Nombres de Perú ha compilado diccionarios de nombres de los 55 pueblos indígenas del país.
Anoshka Irey, de 37 años, integrante del pueblo indígena Harakmbut, decidió tener lo mejor de ambos mundos cuando llamó a su hijo, que ahora tiene cuatro años, Tey Adriano. “Tey denota dureza, fortaleza y virilidad [en Harakmbut], pero también tiene el nombre español de Adriano”, indica Irey, de la Reserva Comunal Amarakaeri en Madre de Dios. “Quiero que sea fuerte, pero también que conozca su cultura, de dónde viene y que no se avergüence de nuestros orígenes indígenas”.
La labor del Registro Nacional de Perú forma parte de una iniciativa mundial que, en el marco del Año Internacional de las Lenguas Indígenas de las Naciones Unidas, quiere revitalizar 2.680 lenguas indígenas en situación de riesgo en todo el mundo, de las cuales 21 son autóctonas de Perú.
La lengua Jaqaru es la menos hablada. Con tan solo 500 parlantes que habitan en una remota provincia montañosa al sur de Lima. Sin embargo, Perú es la cuna de la lengua nativa más hablada en el continente, el quechua, la lengua de los incas y la lengua materna de 4 millones de peruanos, así como de otros 4 millones de personas de otros países de Sudamérica.
Nancy Callañaupa, una maestra de 47 años de Chinchero, en el Valle Sagrado del Cuzco, hubiera preferido que la llamaran Phallcha Wilkanina; nombres heredados de sus abuelos. “Phallcha es una flor sagrada que crece en nuestras montañas y Wilkanina es la poseedora del fuego sagrado”, explica. En su opinión, un nombre así “te hace poderosa y te transmite una determinada forma de entender la vida”.
“Por el contrario, cuando te dan un nombre que no sabes lo que significa y que es ajeno a ti, no te identificas con tus raíces. Eso es importante para mí porque solo cuando tienes raíces puedes crecer”, afirma.
Traducido por Emma Reverter