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OPINIÓN

Manual para proteger el derecho al aborto en EEUU pese al borrador del Supremo

Manifestantes a favor del derecho al aborto protestan frente al Tribunal Supremo de EEUU, en Washington.

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¿Cómo se eliminan los derechos más preciados? La mejor estrategia es poco a poco y sin movimientos bruscos. La muerte por mil y un cortes. Así es como atentaban los republicanos contra el derecho al voto hasta hace poco, cuando el resto de nosotros reaccionamos y empezamos a prestar atención al impacto que habían tenido las leyes de identificación de votantes, el cierre de colegios electorales, las restricciones al voto por correo y un montón de otras medidas.

Los derechos reproductivos llevan más de 30 años bajo asedio. Por un lado, debido al accionar terrorista de la derecha contra los centros que practicaban abortos durante toda la década de los 90 (y hasta hace tan poco como 2015 en Colorado Springs). Pero también ha habido una especie de táctica de desgaste con medidas que dificultaban el acceso al aborto como el cierre de clínicas y la reducción del número máximo de semanas de gestación.

La anulación del precedente Roe contra Wade pone en jaque toda esta táctica de sigilo y gradualismo. A juzgar por la reacción que ha provocado el borrador del Tribunal Supremo de EEUU, que lo derogaría cuando se publique oficialmente, podríamos estar ante el tipo de extralimitación que genera una respuesta negativa. Después de todo, una gran mayoría de los estadounidenses apoya la libertad de elegir.

Hay muchos tipos de medidas posibles para reaccionar ante esta probable anulación de un derecho fundamental para nuestra intimidad y para la autodeterminación sobre nuestros cuerpos (y es extremadamente paradójico que un tribunal que quiere definir políticas que rigen sobre los úteros de personas de todo el país se sienta profanado ahora que la filtración del borrador ha expuesto su funcionamiento interno).

Ya está en marcha la asistencia inmediata a las personas pobres y a las que carecen de libertad, que serán las más afectadas. Por carentes de libertad me refiero a las personas dominadas por una pareja, una familia, una iglesia o un entorno hostil. Hay gente organizándose para ofrecer viajes a clínicas abortistas a las personas que estén lejos de ellas, así como para facilitarles el acceso a píldoras abortivas y otras formas de apoyo.

Pero cuando hablo de reacción negativa estoy imaginando, y deseando, una reacción similar a la que en 2016 provocaron la elección de Trump y los atropellos que siguieron. Estoy pensando en la recuperación de la mayoría demócrata en las elecciones de 2018 a la Cámara de Representantes, y en la llegada a esa cámara baja de las integrantes de la llamada Brigada (Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Ayanna Pressley...), entre otros políticos de corte progresista. Si hubiera mayoría Demócrata en las dos cámaras, el aborto podría convertirse en un derecho garantizado por ley. Vale la pena recordar que entre los países que así lo hicieron en los últimos años figuran México, Irlanda y Argentina.

Unirse ante una derecha aislada

Lo que llama la atención en esta ocasión en EEUU es que tanto la agenda conservadora como la respuesta que provoca son capaces de formar coaliciones poderosas. En la década de los noventa, el activismo por los derechos humanos estaba compartimentado. Aunque los que apoyaban los derechos LGTB, los derechos reproductivos y la justicia racial podían ser los mismos votantes y políticos, cada uno de los temas tenía su propia campaña y rara vez se hablaba de los denominadores comunes.

“Primero vinieron por los derechos reproductivos (obtenidos con el precedente del caso Roe contra Wade, 1973) y no importa si no tienes útero”, escribí hace unos días cuando se dio a conocer el borrador del Tribunal Supremo. “Luego vendrán a por el derecho al matrimonio homosexual (Obergefell contra Hodges, 2015); a por el derecho de los adultos del mismo género a tener relaciones sexuales consentidas (Lawrence contra Texas, 2003); y a por el derecho al uso de anticonceptivos (Griswold contra Connecticut, 1965). La verdad es que no importa si vienen a por ti, porque vienen a por todos nosotros”.

En estos días, en ese “nosotros” entra casi todo el mundo salvo los varones blancos cristianos heterosexuales y de derechas. Están construyendo una gran masa de opositores y depende de nosotros que ese sea su error fatal.

Todo está interconectado. Los políticos de derechas no estarían gobernando Texas si el estado no hubiera suprimido tan eficazmente el derecho al voto. El estado de Texas, que ahora lidera los ataques al aborto y a los derechos de las personas trans, podría tener como gobernador al demócrata Beto O'Rourke en noviembre si la participación de los votantes no republicanos logra sobreponerse a las limitaciones impuestas al voto. Como tuiteó el propio O'Rourke, “si quieren que los estados decidan, entonces debemos nombrar a un gobernador que proteja el derecho de la mujer al aborto”.

A medida que el conjunto de la sociedad estadounidense se vuelve más progresista y menos blanca, la derecha representa a una minoría cada vez más reducida. Ellos lo saben y han hecho una apuesta desesperada: gobernar con el poder de la minoría y en beneficio de unos pocos. De ahí que suprimir el derecho al voto sea tan crucial en su programa.

Aunque en el largo plazo no pueden ganar, el daño que mientras tanto pueden provocar en muchas vidas y en el equilibrio climático del planeta es inmenso. La filtración del borrador del Tribunal Supremo debería reforzar nuestra determinación de resistir. Recordemos nuestro poder y reforcemos nuestras alianzas ganando elecciones y manteniendo la vista en el trofeo.

Traducción de Francisco de Zárate

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