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The Guardian en español

Las mujeres en riesgo por zika necesitan acceso al aborto

Jessica Valenti

Mientras el virus del zika sigue propagándose, en lo que ya es oficialmente una emergencia de salud pública que provoca graves malformaciones neurológicas de nacimiento en varios países, algunos gobiernos están pidiendo a las mujeres que pospongan quedarse embarazadas, a pesar de que el control de la natalidad es de difícil acceso en la región y el aborto, ilegal.

Naciones Unidas catalogó esta semana el acceso al aborto como un derecho humano. Frente a un virus como el zika, los activistas y líderes políticos tienen que pedir a los países con legislaciones restrictivas sobre el aborto que ayuden a las mujeres. La alternativa, limitar los derechos de las mujeres con el riesgo que suponen los abortos inseguros, es simplemente nefasta.

Colombia ha aconsejado a las mujeres que no se queden embarazadas en los próximos seis-ocho meses y El Salvador les ha pedido que esperen dos años antes de pasar por un embarazo. En ambos países se han elevado los casos de zika y de microcefalia en bebés, que se cree que es provocada por el virus. Pero también tienen ambos leyes estrictas sobre el aborto, y El Salvador tiene un bajo índice de uso de anticonceptivos, lo que pone a las mujeres aún más difícil evitar los embarazos.

La preocupación de las organizaciones internacionales de salud de la mujer no es solo que a las mujeres les faltan opciones de salud reproductiva, sino que también esa falta de opciones podría llevar a un aumento de los abortos inseguros e ilegales. Actualmente, el 95% de los abortos que tienen lugar en América Latina, donde las leyes que restringen el procedimiento son bastante estrictas, se practican en condiciones inseguras.

“El aborto inseguro es la primera causa de mortalidad materna en la región”, me cuenta Paula Ávila-Guillen, especialista en programas del Centro por los Derechos Reproductivos y experta en políticas reproductivas de América Latina. “Cuando las mujeres decidan poner fin a sus embarazos, lo van a hacer, es solo una cuestión de cómo hacerlo”, considera.

Y aunque la legislación colombiana permite el aborto en casos de anomalías del feto que supongan una amenaza para la vida, los abortos inseguros e ilegales son habituales. Otro problema grave, según Ávila-Guillen, es que la mayor prevalencia del zika se da en las zonas rurales, en las que tienden a congregarse los mosquitos, mientras que los servicios de interrupción voluntaria del embarazo en Colombia suelen estar limitados a las ciudades. “En las zonas tropicales en las que las mujeres son más pobres y los recursos son limitados, puede que no haya un hospital en el que practicar un aborto”, apunta.

En El Salvador el panorama es incluso más desolador. El aborto es ilegal bajo cualquier circunstancia y las mujeres van a la cárcel si no pueden demostrar que su aborto se debe a causas naturales. Ávila-Guillen me explica que quienes trabajan por la legalización del aborto en el país tienen que tener muchísimo cuidado, porque “si hablas demasiado sobre el aborto, te pueden procesar”. Hay una ley que castiga a quienes se considere que estén induciendo o presionando para interrumpir embarazos.

Aunque hay organizaciones como el Centro por los Derechos Reproductivos que trabajan con socios sobre el terreno en América Latina, otros activistas están actuando con sus propias manos. La ONG holandesa WomenOnWeb, por ejemplo, ofrece consultas médicas online y gratuitas para mujeres afectadas por el virus. Su directora, Rebecca Gomperts, explica que la organización enviará a las mujeres también gratuitamente paquetes de pastillas para inducir abortos.

Sin embargo, como Ávila-Guillen señala con razón, la responsabilidad de atender a las mujeres potencialmente afectadas por el zika recae en los gobiernos. Son ellos los que tienen que garantizar que las personas tienen acceso a un abanico completo de salud reproductiva. Los gobiernos también son responsables de que las advertencias sanitarias no se limiten a las mujeres sino que se dirijan también a los hombres, que apelen a que usen preservativos en lugar de insistir simplemente en que las mujeres no se queden embarazadas.

Las recomendaciones que se dan actualmente no solo son poco realistas, son peligrosas. Porque si hay algo que saben los expertos en salud pública es esto: las mujeres que no quieran estar embarazadas encontrarán algún modo de conseguirlo, incluyendo abortos inseguros e ilegales.

Traducido por: Jaime Sevilla

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